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CHRIS EVANS
— No deberías tomar café niña, no te hará bien.
— Esos son mitos, la ciencia me dijo el lunes que no había problema. — Respondí mientras veía emocionada como vertía leche de almendras sobre la crema en mi vaso.
El sonrió y negó divertido.
— Muy bien, toma tu café Lou. — Me entrego el vaso y yo le extendí el dinero.
Iba cruzando la puerta cuando su voz me llamo de nuevo.
— Pórtate bien. — Advirtió divertido apuntándome con el dedo.
— ¡Nunca señor Lawrence!
La risa del hombre llena mis oídos y ensancha mi sonrisa mientras salgo dispuesta a empezar la mañana con la mejor actitud y mi café favorito.
Y como claramente nada puede estar tan perfectamente bien sin que el destino se ensañe en arruinar una parte, seguramente siendo esto esto un balance divino. La crema batida extra que el señor Lawrence le puso a mi late esta esparcida por toda mi blusa negra, y el resto de la bebida en mi falda y los zapatos caros del lunático que se cruzo en mi camino.
Doy gracias a Dios que pedí el café frío. Pero maldigo mirando el desastre.
— Dios mío, lo siento muchísimo. — La voz me electrifica el cuerpo y me para el corazón.
Subo el rostro y mis ojos se encuentran con el señor perfecto y siempre perfectamente bien. Y aun luego de doce años su aspecto sigue haciéndole honor al apodo que le di cuando nos envolvimos en un tórrido romance que marcó mi vida.
El azul con verde prestado de sus ojos, cuyas vetas me aprendí de memoria, me mira con sorpresa. En aquella boca ,que es vieja amante, se forma una brillante y cálida sonrisa que me devuelve completamente al pasado, tanto que podría incluso pensar que estoy en el sino fuera por la espesa y bien cortada barba que cubre su rostro y le da un aspecto maduro bastante lejano al rostro afeitado con pequeños hoyuelos que besé.
—Louisette, que gusto verte después de tanto tiempo. — Su mano envuelve mi brazo, y se olvida del desastre cafeico que cubre mi ropa y sus zapatos para abrazarme. Yo dejo que me pegue a su cuerpo, sin salir del shock.
Me suelta lento, se permite mantener una mano en mi cintura. Poco a poco mi cerebro cobra vida de nuevo y me siento mas tranquila.
— Que sorpresa Chris. Aunque este encuentro casual pudo salir menos desastroso. — Bromeo mientras me alejo de su agarre y muestro lo arruinados que estamos.
— Siempre hay un precio que pagar cuando se es tan afortunado. — Luce muy alegre de verme de nuevo, eso me deja desconcierta y planta un deje de molestia en mi que prefiero ignorar y mantenerme amable. — Deja que te compre otro café por favor. Tal vez podríamos sentarnos un rato para ponernos al día, claro si no te molesta y tienes tiempo.
