Dio un portazo, arrojó el gorro y las gafas al suelo, se dejó caer en la cama, se le nublaba la vista; agarró a duras penas la almohada y la estrelló contra su cara, comenzaron a descender dos hilos de agua por sus mejillas, las cuales empezaban a teñirse de un tono rosado tirando a rojizo; apretó sus dientes hasta tal punto de que no pudo aguantar el chirrido de unos contra otros, y así, dejó salir todo lo que guardaba dentro.
Gritó, sus gritos no se podían apreciar del todo debido a una almohada pegada a su rostro, pero salían desde lo más profundo de su ser; rasgaban su garganta como si se tratasen de motosierras, y poco a poco, el grito se fue convirtiendo en un leve sollozo. Se abrazó a sí misma encogiéndose en una bolita y quedándose profundamente dormida a causa del cansancio acumulado en esta última acción.
Yo estaba al otro lado de la puerta sin saber que hacer, me rompía el corazón escucharla así, oír sus gritos y no hacer nada. Me dolía no saber qué sentía, no saber qué o quién era el causante de tal daño. Así que decidí dejarle que recuperase fuerzas para después intentar ayudarla.
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Hola, gracias por darle una oportunidad a esta historia. Espero que les haya gustado.
Voten porfi, soy una persona que recientemente ha empezado a escribir, y que me votasen significaría mucho para mí, ya que mis relatos llegarían a más gente y eso me animaría a seguir.
~M💜~ .
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Secretos Sin Salida
ContoUna historia sobre dos hermanas que a saber a dónde no llevará