Era un día lluvioso. No era de esos en los que había tormenta y solíamos jugar a juegos de mesa, no; hoy era gris, triste y lánguido; era de esos días en los que te quedas tumbado en tu cama boca arriba pensando ese tipo de preguntas filosóficas como: ¿qué hago con mi vida?, ¿qué es lo que quiero? o ¿cómo he llegado a esto?. Después de un rato vagando por mis recuerdos de cómo estuve arruinando poco a poco mi vida hasta hoy, me levanté y me dirigí hacia la cocina.
Mi cocina también parecía triste hoy, era de tonos grises y blancos, con lo que por culpa del cielo apagado, no se apreciaba este último color. Puse un tazón con leche sobre la mesa y cogí los cereales, eran rosas (que hilarante, ¿no?), cereales rosas con forma de estrellita sabor fresa; eran los favoritos de mi hermana. Ella no estaba, pero los seguía comprando por si algún día vuelve.
No sé dónde ni cómo está, no soy consciente de si está viva o muerta, tampoco sé si ha encontrado un sitio, si ha conocido a gente nueva o si simplemente nunca llegó, si la secuestraron por el camino y la torturaron hasta matarla. Esa duda siempre ha estado en mi cabeza desde ese día, ese maldito día.
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Hola, muchas gracias por seguir leyendo; espero que te haya gustado este capítulo.
Si encontráis algo que no os guste o tenéis alguna duda acerca del relato, sólo tenéis que decírmelo.~M💜
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Secretos Sin Salida
Historia CortaUna historia sobre dos hermanas que a saber a dónde no llevará