El cuarto rojo

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No se que hice para que me encerraran aquí y quizás nunca lo sepa, tal vez solo fue producto de mi mera imaginación.

si de algo estoy seguro, es que no se con exactitud , que paso aquella vez.

Todo empezó una tarde de un frio invierno, donde las ventanas se empañaban por el cambio drástico de temperatura de la casa y el mundo, vivía en una colina que en primavera se llenaba de hermosas flores y en su aire se podía encontrar una exquisita fragancia, pero en invierno, todos se secaba, haciendo del prado un lugar sin vida, digno de un lugar para inspirarse en hacer alguna historia de terror.

Estaba recostado en el sofá leyendo quien sabe que, como he dicho, ¡no recuerdo bien lo que pasó! Pero aun así tengo algunos recuerdos breves.
De un minuto a otro Sentí un ruido, como el de unas pisadas sobre madera, me puse alerta, mire a la cocina ya que de ahí salió el ruido y todo el cansancio que reinaba en mi, había desaparecido.

- ¿Quién anda ahí? -pegunte en dirección a la cocina.

No hubo respuesta alguna, así que un poco temeroso, volví a mirar mi libro y leer. Luego de unos minutos o quizás horas, lo volví a escuchar, Ahí estaba otra vez las pisadas, estaba vez fui un poco mas valiente y me levante de mi cómodo asiento, mire a la cocina oscura, pues ahí, nunca llegaba el sol. me acerque un poco más y las pisadas que alguna vez sentí que iban hacia delante, ahora las sentía que iban hacia atrás, definitivamente algo o alguien estaba ahí.
Mire a mi izquierda y tome un jarrón de vidrio donde estaban unas flores marchitas, puse atención otra vez en la cocina y la cobardía gobernó, retrocedí rápidamente hasta chocar con la pared oscura, sin quitar la mirada de la cocina.
Un sudor helado empezaba a sentir, todos mis sentidos alerta, me quede al menos unos segundos rebosantes de temor pegado a la pared, luego, empecé a sentir un olor a putrefacción que venia de la cocina, era horrible, ese momento lo recuerdo bien, ya que fue algo tan...tan...asqueroso, sin embargo, hizo que me moviera y hablara.

-¡¿Quién es?! -pregunte asqueado.

Nadie respondió, empecé a caminar lentamente y de costado, de forma que mi espalda nunca diera hacia la cocina mientras me dirigía a la puerta de salida de la casa.
Mi hogar tenia un pequeño y corto pasillo en el cual al final se encontraba la puerta, sus paredes estaban llenas de polvo, o quizás era otra cosa, no lo recuerdo.

¡podría jurar que no pestañee en ni un momento! Solo miraba a la cocina, pero he aquí mi gran error, por al menos, un segundo, mire por mi espalda, con aun el florero en mano, pero sentí otra vez un ruido y me volví bruscamente a mirar a la cocina, escuche como varias cosas de vidrio caían y se rompían en el suelo, mi pulso se acelero, sentía el corazón en la boca. Me moví mas rápido, aún de espaldas a la puerta la cual ya no estaba lejos y por fin, después de unos segundos, cuando mi espalda reconoció la puerta me di vuelta muy rápido hacia esta, ahora por fin dando la espalda a la cocina. gire la manilla muchas veces a causa de desesperación, pero no podía, la agitación agobiante del momento me impedido pensar que realmente estaba encerrado y seguía intentado abrir la puerta color café oscuro, con arañazos en la parte inferior hechas por mi antigua mascota en un intento de querer salir al prado.

- ¡Ábrete maldita puerta! -grite exasperado.

Pero la puerta no se abría, y los pasos...los pasos volvían como de alguien que estuviese furioso, ya no me quería dar vuelta y mirar a la cocina, no quería, pero debía, debía protegerme. Cerré los ojos con fuerza y me di vuelta, el olor se hizo mas fuerte y abrí los ojos muy despacio, y lo vi, vi algo , pero tenia cuerpo humano, lo vi con un traje negro, todo cubierto. La vista se me nublo y empecé a ver borroso, Levante con dificultad el jarrón y a paso tambaleante me comencé a acercar estúpidamente a lo que sea que estaba frente mío, el cual estaba rígido, como si ya hubiese hecho su trabajo ¿Qué trabajo? Pues no lo se, aún no. Luego el tipo empezó a decir palabras incomprensibles para mi, trate de aventarle el jarrón, pero cuando lo hice me caí, y quede muy cerca de el y vi sus ojos, unos ojos raros, penetrantes en cualquier alma, unos ojos color café muy oscuro y eso fue lo ultimo que vi.
Me desperté en una habitación blanca, pero tenia una luz que la hacia parecer roja. en medio, había una cama y un mueble, yo estaba en la puerta y con dificultad me pare hasta estar erguido, camine hacia el mueble que tenia dos cajones, abrí el primero y nada, en cambio, en el segundo había una carta la cual destroce por completo para ver su contenido.

"Buenas tardes, Señor Stone, pasara su estancia en este lugar por un prolongado tiempo, hasta que usted mejore."

¿Para mejorar? ¿sobre que? ¡estoy solo, no tengo ni un pariente! Nadie me pudo haber internado en cualquiera que sea ese lugar, tampoco tenia amigos y menos enemigos, estaba totalmente desorientado, nadie se preocuparía por mi, nadie se daría cuenta que faltaba yo, además, ¿para que ponerle una luz roja a una habitación? Tenia muchas preguntas y sabia que las respuestas nunca las escucharía.

En el cuarto no había nada mas que la cama y la mesita nada mas, ni siquiera una ventana, solo una pequeña ventilación y esa horrible luz roja que iluminaba el cuarto, volví a tomar la carta y le di la vuelta, estaban unos horarios en los cuales decía que llegaría mi desayuno, comida y cena, solo eso me tiene cuerdo aún, saber que existe el tiempo y que el mundo sigue girando. Trote hacia la puerta y la golpee con toda mi fuerza, grite, llore, grite otra vez y golpee, pero nada, nadie venia y solo había una rendija la cual solo se podía abrir de afuera donde seguramente me pasarían la comida.

¿lo peor?

Yo ni siquiera era el señor Stone.

Hoy en día sigo ahí, sin saber por que, mis condiciones son precarias, pero por lo menos aún se que el mundo continua, solo que sin mi.

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