-|Día: 03/Abril/1818|-

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Narra// Cristal

Íbamos de camino a la iglesia para preparar la boda... siendo honesta ya nos estamos empezando a llevar un poco bien, al final con el paso del tiempo me pude acostumbrar un poquito a su comportamiento, pero por lo sucedido con Copihue... digamos que tuvimos

nuestras diferencias.

***

-¡Sean bienvenidos!- dijeron muchos niños al unísono, dando una cálida bienvenida.

Nos adentramos un poco más en la iglesia cuando nos topamos con el cura, yo me paralice un poco, pero mantuve mi expresión amable y mi postura firme. El y mi prometido se fueron a otra parte de la iglesia, mientras que yo me quede con los niños, pude notar que todos tenían su mirada en alguien o algo, mire a mis costados y pude notar que había una puerta con un aspecto muy diferente al de la iglesia: Ya que mientras que la iglesia tenía colores cálidos por todos lados, la puerta estaba descolorida y estaba medianamente oxidada.

-Allí es donde "padre" nos invita a jugar- dijo uno de los niños menores.

-Nos dice que nos saquemos la ropa- dijo una niña la cual se aferró a mi pierna.

-El nos hace sentir dolor- dijo unos niños que parecían ser mellizos.

-Y si no le hacemos caso "padre"...- dijo Copihue sacándose la venda de sus ojos, mostrando cicatrices horrendas alrededor en sus ojos -Nos castiga haciéndonos sentir mucho más dolor.

-Si nos portamos mal, nos hace sentir mucho más dolor.

-Si se enoja, nos hace sentir dolor.

-No somos solo nosotros los que sentimos dolor- dijo uno de los niños tocando mi mano con delicadeza -Hat mujeres también y nos obliga a ver las cosas malas que les hace.

Estaba completamente helada, sabía que hacer, solo podía sentir como mis piernas me llevaban fuera del lugar, pensando en encontrar una salida, pero nadie o eso creía se había dado cuenta de una carta que dejé caer al suelo.

El secreto de la IglesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora