Capítulo 4

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Quería convencerme de que les quería dar su tiempo a solas: dos amigos y compañeros de música deberían tener la suficiente privacidad para poder hablar de sea lo que sea necesario. Sin embargo, era consciente de que en realidad yo yo estaba huyendo, que la excusa que inventé me sacó a tientas de una situación en la que perdería mi característico desinterés en las personas y peor aún, verle la cara a Akihiko en medio de todo esto, me haría estallar en cólera.

El humo del cigarrillo se extendió en lo profundo de mi pecho, podía sentir la nicotina embombando mis sentidos y la delgada línea de humo gris que se escapaba de mis labios se confundían con el viento; deseé que mis pensamientos también se enredaran de ese modo, que con sólo cerrar mis ojos y exhalar, éstos desaparecieran entre la inmensidad del cielo, pero entre más deseaba no pensar en ello, más me obsesionaba con todo el asunto. Puta vida. ¿Por qué tantas preguntas y ninguna respuesta? Debo estar loco.


No sé exactamente cuánto tiempo transcurrió mientras divagaba entre una y otra cosa, entre una y otra caja de cigarrillos. Al volver a casa noté un silencio que me tranquilizó, cerré la puerta dejándome apoyar sobre ella con mi espalda y mi cabeza cayó cansina también. Caminé a la cocina y me serví un café. Adoraba la aparente paz que estaba sintiendo, poco a poco me fui sintiendo más tranquilo y agradecido de que ya no estuviesen ahí ellos dos, aún si mi mayor deseo había sido verle de nuevo. Me llevé la mano a la frente rascándome un poco tras haberme sentido tan confundido y caminé hacia la habitación. Al pasar por el corredor central, ví una silueta sentada en el suelo con una caja de discos, pero mis pasos eran más rápidos que mi posibilidad de enfrentarme a ello. Se me helaron los sentidos: sólo bastaba dar un paso atrás para poder encontrarme en el marco de la puerta y confirmar si no había sido una alucinación, cosa que no me sorprendería después de mostrarme tan idiota por algo tan simple, obsesionándome tanto por una persona que no conocía. Tuve miedo pero retrocedí y, ¡Por un demonio! 


- ¿Qué estás haciendo aquí? -


Mi corazón comenzó a latir tan rápido y fuerte que temí que pudiese escucharlo. Sus café claro hablaron antes que su voz, y joder, no pude soportarlo. Esa mirada melancólica respondió con amabilidad a mi reproche cayéndome encima como si fuese un rayito de sol, tan sutil y cálido, en una mañana fría y sin sentido. Como todas mis mañanas.


- Akihiko me prestó algunos discos. - Respondió agachando su mirada y concentrándose de nuevo en ellos. - Quiero escribir una canción, y quiero mejorar como guitarrista. - Sonrió como si fuese una labor sencilla. Me agrada la actitud de este chico; me acerqué aunque cada paso que daba era más abrumador que el anterior. Se notaba que era inocente, que su nulo interés en mí era tal que no percibía ningún ápice de torpeza proveniente de mi actuar. Me senté cerca suyo y apoyé mi mentón sobre mi mano queriendo contemplar en silencio esa imersidad suya en esos discos. En mis discos. Dejé salir un poco de aire rápido de mi nariz, riéndome en silencio por la ironía de la vida. Detestaba que Akihiko tomara mis cosas como suyas y decidiera sobre ellas, y de todos modos, me sentía honrado porque esas manos los hurgara con propiedad. Sentía que él podía llevarse esos discos si quiere, podía tomar de aquí todo lo que quisiera y estaría bien, incluso, mi corazón mismo. - ¿Ahí hay más? - Señaló la parte superior del estante donde habían otros discos más, mientras eas voz me tomaba del pecho sacudiéndome de mis pensamientos. - Sí. - Respondí vago. Me levanté del suelo desdeñoso y me alcé sobre él para alcanzar una caja más. Me senté en frente suyo para destapar lo que aguardaba y la combinación que se creó a partir de su aroma tan cercano a mí y el Led Zeppelin II se incrustó en mí. Podía casi sentir los primeros riffs de Whole Lotta Love queriendo ser una canción realmente especial para alguien tan anti romántico como yo. - Creo que estos son suficientes. - Dijo y tomó una pequeña caja donde estaba guardando los discos que se llevaría para su casa. - Es tarde, debo marchar. - Me ofrecí a acompañarlo y entonces recordé que en un inicio no estaba solo. - ¿Dónde está él? - No pude evitar fruncir un poco el ceño ante la mención y mientras respondía, me empecé a sentir molesto por no entender cómo me estaba sintiendo, me molestaba haber creído entender que, antes de ese día, mi relación tenía salvación pero ahora mismo no lo podía asegurar; me estaba emocionando demasiado por un novato con quien apenas crucé palabras hoy y esto también me sacaba de quicio un poco, pero no lo demostré. Él se negó a ser acompañado, por lo que solo pude llegar hasta la puerta. Maldición. Ojalá hubiese sido hasta la puerta nada más, pero no fue así. ¡Debo estar más que loco para lo que hice!

Luna brumosa atrapada en el invierno (Ugetsu x Mafuyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora