El cristal lunar el segundo objeto más poderoso para los vampiros. Con ellos podemos caminar bajo el sol, como un humano o cualquier otra criatura. Al principio de la existencia vampírica era muy difícil de conseguir, casi imposible. Pero a medida que pasaba el tiempo, pudimos encontrar una manera de multiplicarlo y repartirlo mundialmente.
¿El primero?
Fitzsh ring, el anillo que canaliza los dones, los potencia y los hace explotar de manera poderosa cuando se lo requiere. Solo existió uno en toda la historia. Tan difícil de conseguir que llegamos a pensar que no existía, que es toda una leyenda para poder decir que hay algo más poderoso que los vampiros.
Pero acabo de ver el anillo colgado en una cadena de cobre en el cuello de Xavier. El muy listo se procuró de no mostrarlo, pero sé que es ese. Un leve resplandor azul sale de su remera delatándolo. No es cualquier piedra azul, es una que encandila y brilla cuando uno trata de controlar sus dones, como Xavier está haciendo por culpa de la Luna Roja.
Con aquella piedra podría hacer que me respeten, que mi familia no corra peligro y que por una vez por todas iguale a Xavier Smanov.
—¿Quieres verme sin camisa o qué miras tanto? —se queja sacándome de mis pensamientos.
Le hago una mueca y miro para otro lado.
—Ya quisieras, Smanov.
—Entonces deja de comerme con la mirada, Alexa —pronuncia mi nombre con diversión.
—No eres mi tipo —miento.
—Suerte la mía.
Me volteo rápidamente y doy unos pasos hacia él, quien no se ha despegado de la cama. Lo hace apropósito, sabiendo que en algún momento querré acostarme en ella, y él estará esperándome con los brazos abiertos.
—Ven siéntate a mi lado —invita dando palmadas al colchón.
—Sabía que te drogabas pero esto sobrepasa tus límites —lo miro como si de verdad estuviera drogado.
Sus perfectas cejas se arquean en sorpresa.
—No me conoces y es por ese tipo de comentarios que estoy haciendo esto —señala de nuevo el lugar a su lado —. Conozcámonos, Alexa. No creo que seas la mujer engreída y cruel que todos dicen.
Mis músculos se relajan ante sus confesiones pero todo lo que pienso es en ese maldito anillo. Si lo quiero tener, debo ser amable con él, engañarlo. Forzo una sonrisa, con paso dudoso, me acerco a él y me siento a su lado.
Xavier se gira quedando frente a frente. Sus manos envuelven mis muñecas haciendo que me acerque más a él y este ríe cuando casi me caigo sobre él.
—Idiota.
—¡Oh, vamos! —exclama tan alto y fuerte que me hace quedar estática. Sus ojos negros brillan con enojo y sus fosas nasales se abren de manera exagerada —¿Todo lo que se te pasa por la cabeza es insultarme? ¿De verdad? No te esfuerzas ni un mínimo en romper todos los rumores de los miles y miles de años que se crearon de nosotros.
Sus manos siguen en mis muñecas y hacen presión en mi piel. No es que me duela o algo por el estilo, pero nunca lo vi tan enojado. La Luna está haciendo efecto.
—¿Por qué todo tiene que ser una competencia entre nosotros, ah? —pregunta esta vez más calmado.
Será porque tienes todo lo que quiero, como por ejemplo, ese anillo, pienso.
Quiero ese anillo.
No puedo mostrarme débil.
—Suéltame —es lo único que digo.
Xavier pestañea varias veces y mira sus manos aferradas a mi piel, suelta una maldición y las aparta como si de fuego se tratase.
—Lo lamento.
Aunque pueda mantener distancia entre nosotros, decido quedarme en mi lugar.
—¿Qué quieres saber? —rompo el silencio incómodo.
Xavier vuelve a poner esos orbes negros sobre mí, provocando una duda en mí demasiado peligrosa.
—¿Qué?
—Quieres conocerme, ¿Qué quieres saber de mí? —repito con cierta irritación.
Una sonrisa se asoma en sus comisuras pero lo disimula acaparando su voz.
—¿Te cuesta controlar tus dones en las Lunas Rojas? —su rodilla toca la mía y una corriente de electricidad pasa por todo mi cuerpo.
—Demasiado —admito con vergüenza.
Al ser impulsiva, cuando mis dones aumentan en poder, no es una gran combinación.
—¿Qué te ayuda a superarlo? —pregunta apoyando su codo en su pierna y su cabeza en su mano, quedando así más cerca mío.
¿Le miento?
¿Le digo la verdad?
Si tuviera ese anillo no tendría que pasar por todo esto.
Quiero el anillo. Tengo que ser amable pero inteligente.
—Sexo —mis mejillas toman color pero mantengo mi semblante serio.
Esa sonrisa traviesa y perversa dibujo su rostro. De un momento a otro lo tengo acorralándome contra el respaldo de la cama y mi pecho subiendo y bajando de manera desenfrenada.
—Puedo ayudarte en eso —musita sobre mis labios.
Mis neuronas hacen cortocircuito y mi cuerpo comienza a reaccionar. Lo miro directo a los ojos y, lentamente, paso mi mano por su torso notablemente marcado, hasta dar con su anillo; pero sigo de largo de manera disimulada. Xavier toma una bocanada y se acerca a mí cuello, su nariz acariciando mi piel sensible.
—Que forma extraña tienes de conocer a las personas, Smanov —mi voz traiciona mi acting.
—Nunca dije qué es lo que quiero conocer de ti —planta un beso húmedo justo debajo de mi oreja.
Aprieto mis piernas provocando una sensación placentera en mi sexo. Pero sus palabras se filtran en mí como una cascada de agua fría: Él solo quiere usar mi cuerpo. Él mismo lo dijo con otras palabras.
Lo agarro de los hombros y de un movimiento inhumano lo tumbo quedando sobre él y mostrando mis colmillos de manera amenazante. Mi mano se encierra en su cuello clavando mis uñas puntiagudas. Nuestros cuerpos están tan cerca que siento todo de él.
—Puedes tener polla, Xavier, pero eso no significa que abra las piernas para ti. —me salgo de él y vuelvo a mi rincón solitario.
Ahora quiero su anillo, no sexo.
Xavier me mira sobre sus codos.
—Eso ya lo veremos, Alexa.
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Semana del pecado ✔
VampireLos siete días de Luna Roja, Xavier y Alexa, los vampiros más poderosos de la historia, deberán transitar por sus más oscuros deseos. *** Cuando Alexa se entera que debe pasar la Luna Roja, con su peor enemigo, Xavier Smanov, sabe que debe tener au...