Misericordia

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Capítulo 1

Misericordia.

🐺🌙

Seúl, Corea, Agosto 23, 1995

Povs Jungkook

El omega era la última víctima que quedaba en la sala, podía sentirlo a través de todos mis sentidos. El pequeño, de aroma a canela y vainilla, era un cachorro de no más de 15 años. 

Mis compañeros se habían encargado de destruir todo, incluyendo a la familia dueña de la casa... todo a la vista del omega. No podía tocarlo, no podía hacerle daño. Una parte de mi cuerpo se convirtió en un imán y se sintió estúpidamente atraído hacia la pequeña criatura frente a mí. 

No era la primera vez que iba a quitarle la vida a alguien, pero la mayoría de las veces habían sido adultos, que se ganaban la vida burlándose de toda la sociedad gracias a su corrupción. Pero desde mis inicios como sicario, jamás me había temblado el pulso. Jamás me había ocurrido lo que me estaba ocurriendo ahora. 

Quité el seguro del arma, la habitación estaba semi oscura, pero con suficiente luz para poder ver su rostro asustado, débil, triste, manchado con un poco de sangre de alguno de sus familiares asesinados. Su pelo era tan oscuro que desaparecía en la pared más cercana

Me gritaron desde la otra habitación, habían encontrado los diamantes, algunos documentos y papeles importantes. Esta era la mansión de nada más ni nada menos que la familia Park, líderes en el mercado del oro, petróleo y piedras preciosas 

¿Por qué había que matarlos? ¿Por qué de esta manera tan cruel? 

Sinceramente no lo sabía... pero eran órdenes firmes desde arriba.

Apunté a su pecho y cayó una lágrima por su mejilla, era su primera lágrima en toda la noche. Tal vez se encontraba en estado de shock y por eso no había podido llorar.

Tapó su boca nervioso y sus ojos profundos se entrelazaron con los míos. Él sabía que yo era un alfa y que era peligroso. La vainilla se apoderó de la cordura de mi lobo y por un momento pensé en qué si yo mataba a ese cachorro, sería mi propio lobo quien me mataría a mí. De arrepentimiento.

Una, dos, tres lágrimas más cayeron por su refinada piel blanca, perfecta, parecía un jodido muñeco de porcelana, manchado con aquella roja sustancia. No pude hacer más que mirarlo a los ojos, para tomar todo su sufrimiento como si fuera propio. Deseé con todas mis fuerzas poder sacarlo de allí y luego borrarle la mente. Nadie se recuperaría después de vivir cosas tan horribles como las que él había vivido en los últimos minutos.

— Omega, vete...- susurré, en voz baja y con el corazón a mil - pero escóndete... si saben que te dejé vivo, seré yo el muerto.

El omega se paró con esfuerzo y se arrastró hasta el cuerpo sin vida de su madre. Tiró del collar que la omega tenía atado a su cuello y sin pensarlo dos veces, me lo dio. No supe que hacer, sostuve el collar y su mano pequeña entre mis dedos. Mis fosas nasales ardieron, recibiendo toda su canela y vainilla, mezcladas, dándome a conocer la droga más perfecta y refinada que jamás haya probado.

Se fue corriendo, sin dejar de sollozar, parecía una obra de arte profana... y era mi culpa. 

Disparé el arma dos veces para fingir que lo había matado... y me dirigí hacia la salida: la misión de mis compañeros estaba cumplida. Nadie debía enterarse de que la mía no, o al menos no completamente. 

El collar que el niño me dio tal vez significaba un... ¿gracias? 

Sabía perfectamente que iba a odiarme cuando entendiera que hubiese sido mejor morir. Este mundo estaba podrido y él era demasiado dulce para vivir en él.

𝔻𝕖𝕤𝕥𝕚𝕟𝕒𝕕𝕠 ℂ𝕣𝕚𝕞𝕚𝕟𝕒𝕝 → KOOKMIN → OMEGAVERSE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora