1.- Allanamiento de morada.

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Cuando el sol recién tocaba la mano del dulce y cálido alba otoñal, y mientras el cantar de los pájaros se hace presente, escuchándose las ligeras entonaciones por un nuevo día a través de la pequeña ventana de esta pobre habitación. Un joven de cabellos negros y figura acróbata se retuerce en su lugar de la cama, sin ninguna gana de querer despertar aún.

Tratando de acomodarse mejor en el torso desnudo de su amante, escucha una ligera burla por sus cansados oídos, que causa que el pecho que está usando como almohada emita breves vibraciones que lo hacen sentir etéreo.

—Buenos días— Dice Slade con la suavidad un susurro. Su voz, aún ronca y somnolienta, deleita los tímpanos del héroe.

Dick se queja, encogiéndose más en las acogedoras sábanas de la cama —No...

Otra risa emana de su amante —No, qué.

—No quiero despertar aún...

—Vamos, pajarito, no te comportes como un mocoso— Exclama con mofa.

Dick se acerca más a su pareja, olfateando cuál perro la, ahora, común fragancia que libera Slade. Sus músculos se relajan, y el cálido velo de la tranquilidad cae como un rio por su espalda, lo hace sentir a gusto. Protegido del mundo exterior.

Abre los ojos por primera vez en el día, para así, poder mirar el profundo gris de Slade. El ojo ajeno que estaba observando su juventud desde hace unos minutos, le devuelve el anhelo con un brillo en el. Apoya la barbilla en el pecho del otro, observando sus rasgos fuertes y hermosos, la falta de recorte en su barba, la ligera sonrisa de satisfacción en su cara y como los rayos de sol que escapan por su cortina chocan y dejan relucir su cabello. Nunca pensó ver así a su antiguo enemigo.

Se siente casi hogareño.

—No soy un mocoso— Dice sacándole la lengua.

Slade pone una extraña expresión de molestia mezclada con una risa fantasma. Frunce en ceño y junto con una sonrisa, su gran mano sujeta la nariz de Dick, apretándola —Mocoso, mocoso.

—¡Oye!— El menor se ríe por el actuar de Slade, e intenta liberar su nariz —No puedo respirar.

—Usa la boca— Expresa simple y entretenido el mayor.

—Wow, creo que tengo un déjà vu. Me dijiste lo mismo ayer— Exclama Dick, lanzándole un gesto lascivo y levantando una ceja. Slade se muerde el labio tratando de aguantar la risa y la sorpresa, para el placer de los atentos zafiros del héroe.

—Además de mocoso, descarado— Exclama soltando la nariz del menor y moviendo su mano para desordenar, todavía más, los negros risos.

Suave, piensa Slade.

—¿No tienes que trabajar?— Pregunta Dick.

—Hoy es sábado, pajarito.

—¡¿En serio?!— Dice incrédulo y algo molesto —¿Y por qué me despertaste tan temprano?

—Porque soy malvado, pensé que eso había quedado claro— Dice alzando los hombros y guiñando (o pestañeando, Dick aún tiene dificultades para diferenciarlos) el ojo.

Slade se levanta de la cama, corriendo a Dick de su pecho e ignorando las protestas de este.

Posteriormente se coloca unos bóxeres y su pantalón de pijama que estaban regados por el suelo añejo de madera.

Dick solloza y acaricia el lugar en donde antes se encontraba su amante —Noooo, mi calefactor personal.

—Eres ridículo— Exclama divertido —Tengo hambre, voy a hacer el desayuno ¿Quieres algo en especial?

Día a día [Sladick]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora