Un casino y un chico de pecas.

37 3 0
                                    


Greta, 2010, Bretaña.

Me sentí bastante mal al escuchar la historia de aquella niña, por lo que decidí que tal vez estaría bien que fuéramos amigas. Y así fue, nos hicimos muy buenas amigas con el paso del tiempo, al fin y al cabo éramos las únicas de nuestra edad que estaban por allí. Éramos la única compañía que teníamos y la única que necesitábamos. A medida que pasaban los años, nos dejaban formar parte de más cosas, como misiones, archivos... Entre ellos, nos dejaron acceso al viejo casino. Era un gran edificio, algo simplón en la fachada, pero con miles de decoraciones en su interior. Allí solían organizarse diversos tipos de fiesta, fueran por el motivo que fueran. Me encantaba aquel edificio, sobre todo porque se me daban bien los juegos de cartas. Ray solía ser mi croupier la mayoría de las partidas, salvo que el adversario no quisiera. Estar en ese casino jugando a la noche era ya casi una tradición, tradición que también seguí una noche, en la cual algo cambió. Una fila casi sin final de personas pagarían esa noche sólo por apostar conmigo. Llevaba un récord de 34 partidas ganadas consecutivamente. Un total de 289.000 € ganados en lo que llevaba de noche. Hasta que oí algo inesperado.

_¡Por aquí llega! ¡El rey de las apuestas!

"El rey de las apuestas". Me sorprendió oír ese nombre. ¿Existía alguien con ese mote? ¿Por qué no había jugado contra esa persona todavía? Quería conocer a quién se hacía llamar así.

_¡Vaya, Greta, parece que tienes competencia!_ Pronunció Ray.

_Veremos si de verdad es digno de ese nombre.

Se abrieron las puertas. Todos miraron hacia esa silueta tan esperada. _"Menudo un recibimiento, seguro que no es para tanto"_ Pensé.

Todos aplaudieron cuando pasó la puerta.

_ ¡Vaya, que bienvenida! No me esperaba a tanta gente aquí hoy.

_¿Ese es el tarado al que llaman "el rey de las apuestas"? Pues menudo canijo._ Me susurró Ray.

Diría que tenía razón, pero me quedé embobada mirando a aquel chaval que había llegado. Me atrevía a decir que tenía mi edad, era bastante apuesto. Un pelirrojo bastante alto, pecoso de ojos azules se sentó delante de mí. Tenía un gesto intimidante, orgulloso. Un orgullo que le quitaría muy pronto.

_¿Eres tú la chavala que causa tanto revuelo? ¿De la que tanto me han hablado?

_Depende, ¿qué te han dicho de mí?

_Que eres un as en el mundo de la apuesta y que es posible que me hagas degustar el sabor de la derrota por primera vez en mi vida.

_Hay un solo error en esa frase.

_¿Ah, sí?_ Me preguntó con un tono pícaro.

_No es probable, voy a hacerte morder el polvo.

_¿Cuánto has ganado esta noche?

_ Exactamente 289.000 €, ¿qué apostamos?

_Tu camiseta._ Me dijo sonriendo.

_¿Quieres... mi camiseta?

_Quiero que te la quites.

_Un tanto vulgar para mi gusto, pero si insistes. ¿A qué jugaremos?. _El chaval se quedó un rato pensando, hasta que por fin dijo un juego.

_El mentiroso. _Me sorprendió bastante escuchar ese nombre.

_¿De verdad? ¿Un juego de confianza? Acepto, Ray, reparte._ Dije, dirigiéndome a la mencionada. Ella hizo lo que le dije, repartiendo toda la baraja. Empecé yo, ya que estaba situada a su derecha.

La mafia de los corazones rotos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora