Sinopsis.

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-Después de esto te peinare, te agrada la idea?.- dice aquel chico en la bañera con una chica morena entre sus piernas, esta vez fue de 17 años, la hermana de su mejor amigo fue la elegida.- Ay que bañarte muy bien para que visites a Dios muy limpia.- el chico rubio se levanta con la chica en brazos y la deposita en la pequeña bañera con agua tibia, el permanece incado alado de esta y comienza a enjabonar a la chica en todo el cuerpo.- Que pena que hayas muerto, eras muy bonita.- acto seguido, la enjuaga y con sus fuertes brazos la carga con una toalla cubriendo el cuerpo de la chica, la viste mientras el chico se disculpa con ella por haberla asesinado.- Tu no tenias la culpa de ser morena.- le decía el chico mientras peinaba la larga cabellera castaña de la chica, la chica fue asesinada por aquel chico que peina su cabello, el siempre hace eso con las chicas morenas, las enamora, cuando se encuentran solas las duerme y se las lleva. Los asesinatos podría ser totalmente iguales si no fuera por la "tarjeta de visita" que el chico deja en cada escena del crimen. El chico siempre deja un naipe *tarjeta de juego* en cada escena, siempre con la palabra "venganza" escrito en él con la sangre de la víctima. Al estar las chicas con el, el chico les venda el dedo ya que con un alfiler les pica el dedo índice para escribir la palabra y les da unos pequeños besos en la herida, acto seguido, al despertar las chicas las asfixia para matarlas por completo. Esta vez fue un "As de espadas" que se encontraba aquella noche en el ultimo lugar en el que permanecía la chica antes de ser asesinada.

Los copos de nieve aterrizan en mi chaqueta de cuero negro formando una diminuta montaña en los bordes. Mis manos tiemblan por el frío de diciembre, pero me las arreglo para encender el cigarrillo. Es un ritual. La primera calda sienta bien, la segunda todavía mejor, y la tercera me dan fuerzas, la cuarta me dice que ya estoy listo y la quinta...la ve.

Ahí esta. Me grito mentalmente que los sentimientos no deben interponerse en esto. Que la conciencia murió hace años. Que todo tiene un por qué. Que todo tiene su fin.

Hoy es su fin.

Tiro el cigarrillo al suelo y mi zapato lo aplasta sin piedad. Camino con sigilo entre las sombras. Sombras del pasado. Ella no se a percatado de mi presencia, sonrió, no tardará en hacerlo. Ella tiene que entender que ya estoy jodidamente hundido en esto. Ella camina por el callejón feliz por haber terminado otro día de trabajo, ella mira su reloj como si esperase algo o alguien, tal vez tiene una cita. Tal vez su novio la está esperando en un restaurante mediocre de Chicago, pienso. Ella nunca llegara a su destino.

Chasqueo los dientes para hacerme notar. Ella se da la vuelta y su melena morena que tanto me gusta pierde el brillo de inmediato como si supiera que algo malo esta apunto de suceder. Me gustan las morenas. Y sus ojos, lo más divertido demuestran miedo hasta en la otra punta del mundo, solo un ciego no podría disfrutar de este deleite. Todas ponen la misma cara, la misma mirada de pánico cuando miran mi mano derecha y la pistola negra las saluda. Ella intenta correr como todas. Que ingenua, mi puntería la alcanzaría nada más dar dos pasos.

-Nena, es inútil que corras- vacilo.

Me acerco a ella y la pistola fría acaricia su espalda por encima de la tela.

-Por favor...-solloza. No le va a servir de nada. Su cuerpo que hace minutos estaba paralizado cobra vida y comienza a temblar. Oh, el frío es el único testigo de mi venganza- Te-te-te daré todo mi dinero, co-coge todo lo que quieras.

Su piel pálida ahora esta cubierta con un color amarillento poco atractivo, ¿por que será? Sus lágrimas resbalando por sus mejillas también. Es guapa. ¿Cuantos años tendrá? Veinte y pocos. Recién salida de la universidad pienso.

-¿Crees que quiero tu dinero?- preguntó irritado. Escupo en el suelo antes de inmovilizarla en la pared con fuerza. Ella gime de dolor. Me gustaría escucharla gemir de otra manera. ¿En que coño éstas pensando, Justin? Grita mi conciencia que pocas veces da señales de vida. Mi regla número uno, mi regla de oro es nunca, bajo ningún concepto follarse al ganado. A los corderitos.

La pistola negra ya no apunta en su espalda, ahora lo hace desde la cabeza sin remordimientos. A echo esto tantas veces. Cada mes. Cada año.

-Esto va hacer rápido.

La escucho suplicar. Quito el seguro y su vida la que un día fue ya no será...nunca.

Saco la tarjeta de naipe y la adorno con su sangre roja dejándola caer encima de ella.

Me pongo la capucha y la oscuridad me envuelve con sus brazos.

Lσvε MυяdεяεяDonde viven las historias. Descúbrelo ahora