Sorpresas trae las Vegas

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Tres meses después
México







El día parecía bastante luminoso, era como uno de esos días de comercial en el que las familias unidas y con mascota salían a sonreír a todo el mundo mientras eran felices juntos. Sonreí riéndome un poco por la imagen mental, porque a pesar de que el sol estaba en lo alto alumbrando con todo lo que tenía, el viento fresco que corría y la musicalidad de los pájaros mientras esto pasaba, la gente no lucía para nada feliz, todos parecían ir rápido a cualquier lado, yo no era la excepción, tenía que llegar a mi trabajo en veinte minutos y si quería llegar a tiempo era mejor “meterle patita” y suplicar que el transporte fuera más rápido.

La razón por la cual estaba llegando tarde era que, si, me quedé dormida, cosa rara, porque en serio detestaba llegar tarde a lo que sea, sin embargo no pude evitarlo, pase toda la noche sin poder realmente dormir, mi cerebro parecía trabajar a todo lo que tenía, lo único en lo que podía pensar era en los pocos recuerdos que me quedaron del loco viaje a las Vegas, era como si mi cerebro quisiera que me esforzará por encontrar donde rayos deje mi memoria perdida, una verdadera molestia. Logré dormir cuando faltaba una media hora para levantarme y pensé en solo cerrar los ojos por un momento, lo que ocasionó la tardanza. Odiaba sobre todo la imagen de la espalda de Dios del jodido Callum, estúpido hombre que no podía sacar de mi cabeza, por lo menos la única parte que recordaba del tipo con afición a los chupetones.

En tiempo récord llegué a la oficina, pase corriendo al lado de Juanito que se rió de mi mientras corría al ascensor, era genial que el hombre me conociera, dado que era el guardia de seguridad y me dejaba pasar sin ponerme pegas. Alcanzaron a detener el ascensor y me encontré con Diana, ella me abrazo —Charlie, ¿Dónde estabas? Yo soy la que llega tarde a la editorial, no tu

Me reí —Me quedé dormida

— ¿Soñando de nuevo con el musculoso desnudo?

Pude sentir las miradas de los hombres en el ascensor, mire mal a Diana —No te vuelvo a contar nada

Su risa musical lleno el lugar y eso enfoco la atención de los hombres, mi amiga era muy bonita, con su lindo cabello corto, delgada, bajita y buenas curvas hacían mucho por llamar la atención, pero cuando reía era como tener un imán de machos, todos la miraban de inmediato, sobre todo con la blusa apretada con un poco de escote y esos tacones dorados. Llegamos a nuestro piso y prácticamente corri a mi cubículo, lo que ocasionó más risas por parte de ella que camino con parsimonia hasta su cubículo, respire hondo y empecé el trabajo. Cómo en cada ocasión el tiempo fluyó, contestando correos, leyendo escritos, corrigiendo redacción, ideas, generando dudas, haciendo las llamadas correspondientes, me di cuenta de verdad sobre el tiempo cuando sentí la mano de alguien en mi hombro

—Es momento de comer

Parpadee ante Diana —Es temprano ¿No?

Ella me enarcó una ceja —Cariño mío, son las tres pm, espere a que terminarás con esa llamada antes de venir a arrastrarte, ya le avisé a Isu, ahora muévete Charlotte

Moví mis pestañas luciendo inocente y ella me tomo del brazo jalando todo el camino hasta el ascensor, las risas de nuestros compañeros de piso nos siguieron, más tardamos en bajar, que en tener nuestros alimentos frente a nosotras, Isu llevaba una falda negra con botas del mismo tono, su camisa rosada combinaba con sus lindos aretes, ella era la más alta de las tres, una hermosa pelirroja con cabello largo y ondulado, era la mejor diseñadora gráfica que conocía. Eran mis mejores amigas, las había conocido en un club de teatro cuando teníamos catorce años, nuestra pasión por los libros nos había unido, fue el destino que quisiéramos estudiar cosas que nos permitiera trabajar en el mismo lugar, Isu con el diseño gráfico, Dani con la literatura dramática y teatro y yo con lenguas inglesas.

Las Vegas: Bendición o MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora