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Madara pensó en cuanto tiempo pasaba al lado de Hashirama, contando las horas que pasaban juntos en la secundaria y Hashirama visitándolo todas las tardes. Carajo, Hashirama se quería mudar a su casa.

Y si no era la casa de Madara, Hashirama lo arrastraba hasta su casa. Con tal de estar juntos. En este momento eran aproximadamente las nueve de la noche, el hermano más pequeño de Hashirama, Itama, ya les había pedido como diez veces que por favor bajaran a cenar o mínimo bajaran por el platillo. Hashirama respondió el doble de veces: “Ya voy” o “espéreme”

Y es que, ¿Cómo mierda pausas un juego en línea?

Aah pero Hashirama era un terco. Apenas terminó en BOZ y se pasó a Genish Impact. Madara lo miró fijamente, su celular se había quedado sin batería hace poco tiempo y en ocasiones sentía sus dedos retorcerse por haber pasado toda la tarde con el control en manos. Se preguntó si a Hashirama le pasaba lo mismo. Ahora su celular se encontraba cargándose sobre algún bulto de ropa sucia de Hashirama que estaba bajo el conector. Y le agobiaba que Hashirama estuviera tan concentrado que apenas notaba lo molesto y aburrido que se encontraba, sospechaba que la molestia era porque él si quería comer.

—Hashirama…—Gateo hasta la orilla de la cama, como reflejo Hashirama levantó sus brazos con el control en manos para que su cabeza pudiera descansar sobre su regazo—¿Podemos bajar?

—¿Mhm? —Hashirama ni si quiera lo escucho, pensó en fingir que lo hizo y esperaba con todo ser que la respuesta fuera si, ¿o tal vez debería reírse? La risa puede ser neutra e interpretarse como un sí, pero si es algo serio la cagaría. Optó por el si—Si, si, si Dara.

—¿Ehh? ¿Me estas escuchando? —Hashirama asintió—. ¡Hashirama!

—¡No te estreses, ahí está tu control! —Apuntó con un pequeño movimiento en su rostro al control que Madara había abandonado hace unas horas. Esperando distraerlo con otra cosa. Resultaba que el estresado era otro—. ¡Mierda, Madara!

Madara lo había pellizcado en un costado—¡No, no, no hagas eso! —Hashirama grito.

Madara paro hasta que Hashirama dejó el control. El Senju miro con amargura hacia abajo, en su regazo, y se encontró con el rostro sonriente de Madara. Estaba satisfecho por su trabajo.

Madara sabía lo que Hashirama estaba pensando. Cualquiera lo piensa en un momento como este. No importa quién seas, si te interrumpen, joden, castran mientras estás en una partida quieres degollar a esa persona. Al menos eso le pasaba a él. Y a juzgar por la forma en la que Hashirama lo estaba viendo, él también quería degollarlo.

Parecía que en cualquier momento se levantaría, lo tiraría al suelo para tomar el cargador de su celular y rodearía su cuello con él.

—Te dije que esperaras. —Hashirama uso de toda su fuerza de voluntad para retener toda su molestia al decir su oración.

Madara lo miró despreocupado, internamente feliz porque toda la atención de Hashirama volvía a ser para él.

—¿Estas enojado, Hashi? —pregunto con inocencia fingida. Madara quería carcajearse, la mirada de Hashirama parecía estar insultándolo en todos los idiomas existentes.

—Bajemos, Madara—Así como llegó la diversión para Madara, se esfumó. Ahora Madara era el molesto, era la segunda vez que lo llamaba Madara y no Dara.

Madara siguió a Hashirama. Bajaron a la cocina, la madre de Hashirama miró molesto al Senju inmediatamente entró en el lugar. Pero Hashirama también estaba molesto. Madara tuvo que disculparse por el retraso de los dos.

Al parecer todos los hermanos pequeños de Hashirama ya habían subido a sus habitaciones pues la cocina estaba sola, Madara se auto cacheteó miles de veces por ser tan descortés al dejar esperando tanto tiempo a la Sra. Senju. Estaba tan preocupado y apenado que no se dio cuenta de que Hashirama lo miraba de vez en cuando.

Hashirama miro de reojo a Madara. Notó que su cabello estaba creciendo, era bonito. Madara era bonito. Los finos rasgos, Hashirama sintió el impulso de delinearlos con el dorso de sus dedos. Pero no lo haría. Estaba molesto, estaba molesto por algo muy estúpido pero Madara lo hizo a propósito, solo para joderlo. Merecía al menos diez minutos de ley del hielo.

Claro que antes de esos diez minutos Hashirama ya estaba sobre Madara, compartiendo de su comida con él, (que era la misma) acercándose demasiado a su rostro y haciéndolo soltar ligeras risas.

Su madre lo notó. Notó cuando Madara no apartó a Hashirama lejos al estar demasiado cerca, anteriormente lo hacía, noto como fue Madara quien movió su silla para estar más cerca de Hashirama. 

Notó cómo su hijo se esforzaba por hacerlo reír y le brillaban los ojos cada vez que lo lograba. 

Esto fue muy diferente a otras ocasiones.

Tal vez ella forma gran parte de la historia de Madara y Hashirama. La primer persona que los apoyo y defendió.

modern ; hashimadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora