ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ɴᴜᴇᴠᴇ

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Mi momento de triunfo al ver el lado débil de mi tiránico jefe sólo duró unos veinte minutos como mucho. Después de su segunda ducha, llegó a la sala y se sentó en la silla junto a mi sofá, cuidadoso con Sam. Aparté la vista del televisor y lo miré.

—Um... ¿necesita algo? —pregunté. Me quedó mirando con ambas cejas levantadas.

—Un almuerzo sería genial. Tengo hambre. —¿Y qué?

—¿Y qué es exactamente lo que quiere que haga?

—Bueno, tú sabes cómo cocinar, ¿no? —una vez más, ¿y qué? Asentí lentamente y él hizo aquel gesto con su cara que supongo que era una especie de sonrisa.

—¿Hay algo que usted quiere que cocine especifícamente? —pregunté con cinismo, manteniendo mi lenguaje formal. Luché con mi interior que a su vez de eso quiso decir "Haz tu propia comida, imbécil que se cree superior!"

—Filete con salteado.— dijo.

—Lo siento, no como pescado.

—¿Qué? —preguntó, mirándome extrañado. ¿Qué no estaba hablando coreano?

—Dije que no como pescado. Te puedo hacer una hambuerguesa en su lugar. —propuse. Él inclinó la cabeza hacia un lado y se inclinó hacia adelante en la silla haciéndome retroceder automáticamente.

—Un coreano que no come pez. Tienes que estar bromeando. —pronunció. Rodé los ojos y miré hacia otro lado. Todo el mundo tenía la misma reacción.

—¿Por qué? ¿Es algo malo? —me defendí. Él se encogió de hombros y negó con la cabeza.

—No, supongo que no lo es. Bueno, de todos modos, la hamburguesa está bien, siempre y cuando laves bien las verduras que pongas en ella. —esclavo, empleado domestico, cocinero, ¿qué otras identidades tengo que yo no sepa? Me levanté del sofá y me dirigí a la cocina.

Preparé una bandeja llena de papas antes de separar las porciones en dos platos. Lo miré desde la cocina y lo vi sentado en el sofá, viendo algo en la televisión. Parecía increíblemente inmerso y me sentí curioso. Salí y vi que se trataba de las noticias. Rodé los ojos. Debería haberlo sabido.

—El almuerzo está listo. —avisé. Jeon asintió y se levantó para seguirme hasta la cocina. Antes de sentarse, fue al fregadero y se lavó las manos y luego tomó demasiadas toallas de papel para secarlas. Lo vi darle una mirada de desaprobación a Sam antes de sentarse.

—¿Esto siempre está en la cocina? —preguntó, poniéndome mala cara. Me agaché para acariciar el pelaje de Sam.

—Es un él y sí. ¿Te molesta? —¡di que sí!

—Sí, de hecho lo hace. —¡muy bien!

—Bueno, entonces te tendrás que acostumbrar a él. Sam y yo somos un poco inseparables. —y sin probar mi punto, Sam se puso de pie y se dirigió al otro lado de la mesa para sentarse a los pies del Demonio. Woow.

—¿P-por qué está aquí? —tartamudeó. Como si lo supiera.

—Creo que le gustas. —lo que lo convierte en el único. Suspiré y comencé a comer, manteniendo mis ojos en él para ver si hacía alguna cara extraña. Antes de tomar un bocado, lo olió y luego lo miró desde todos los ángulos. Suspiré y me recosté en mi silla. Finalmente, se lo comió y lo masticó durante lo que pareció una eternidad, antes de tragar.

—Hm, esto está bueno. Sería mejor con un poco de salsa, pero esto será suficiente. —comentó. Seguro que lo será... Sonreí y asentí con la cabeza.

Dᴇᴠɪʟ Bᴏss ; 국기 [KookGi] ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora