❝ ebúrneo ❞
HAY SITUACIONES EN LAS QUE ESTOY EN UN TRANCE, mirando desde la ventana de mi habitación al único pájaro en los cables y el cielo blanco. Estoy en uno de esos ahora. Todo parece lento y seguro. Mi cabello gotea sobre mi espalda desnuda y el aire que pasa por la ventana me hiela la piel de las piernas y los brazos. Mis dedos y uñas algo largas, pasan por mi boca y tiran de la piel de mis labios. A partir de las 9 de la mañana tengo clases y clases hasta cerca de la diez de la noche. Pero son las 7, mi mente piensa en no quiero ir, y mi ropa espera en mi cama. Mi celular comienza a vibrar de forma seguida sobre la mesa y el teléfono fijo con ese sonido espantoso, suena a la vez. De repente abren la puerta de mi habitación sin previo aviso.
—Leo, Leo, ¿Qué es todo este bullero? ¿No leíste los mensajes? Hoy empezamos a las ocho, al doctor se le dio la gana de cambiar a último minuto.
—Mikasa, como siempre estás invadiendo mi privacidad —me giré sobre mi silla para verla. Lleva su traje celeste casi azul y el cabello amarrado, exclamó todo lo anterior con una expresión muy seria que hasta causaba gracia. El teléfono fijo dejó de sonar. Tomé mi celular.
—Eres muy lenta y ni te has puesto la ropa. Vamos en mi bici.
—¿Tu bici doble? —pregunté, aunque, en realidad esa es la única bicicleta que tiene.
Mikasa es mayor que yo por un año, pero estamos en el mismo ciclo. Vive a dos cuadras de donde vivo. Nos conocimos cuando yo apenas llegaba a Paradis como una chica perdida buscando hospedaje. Ella fue quien me recomendó la casa de los Grice, quienes tenían el segundo piso de su hogar, en alquiler. Es bastante curioso su estilo en cada ámbito. Conozco a la Mikasa de este momento, con la cara lavada, la pequeña coleta y sin ninguna joya en las orejas. Luego, días en que parece otra persona, con el maquillaje oscuro alrededor de sus bonitos ojos rasgados. Es una chica linda y fuerte.
La Ackerman comenzó a asentir mientras me veía colocarme el uniforme médico. Tomó uno de los peines que tengo sobre la mesilla y empezó a peinarse los cabellos que aún le caían en el rostro. Le presté un gancho negro.
—Cierto, no te conté que ayer en la noche, me encontré con Jean. Parecía haber bebido con sus amigos. Yo solo paseaba a mi Tyr.
—¿Qué? —pregunté casi riéndome mientras me subía los pantalones. Tyr es un perro grande y muy juguetón, pero su apariencia dicta todo lo contrario. Suelo verlo de lejos, no le tengo fobia alguna a los perros con cierta gravedad, pero prefiero no jugar tanto con ellos. Me divierto bastante solo con observar a otros divertirse con sus mascotas.
Pero, tal vez, solo es una forma de no sentir apego o conexión alguna a un animal.
Mikasa frunció los labios y se avergonzó cuando la miré curiosa.
—Jean es el chico nuevo ¿verdad? —pregunté. Hay muchos chicos con el mismo nombre en otras facultades. Pero, a diferencia de ellos, la pronunciación de su nombre es distinta. Diferente, un poco más alegre y cautivadora. Él se integró a nuestro grupo después del distinto papeleo de facultad, para trasladarse de una universidad francesa de prestigio, a la nuestra.
Es un chico carismático, con esa pinta de líder y fácilmente se acopló con los demás compañeros de carrera y de otras facultades, como la de Ciencias Económicas. Sin embargo, hace poco que parece tener interés en la Ackerman, o eso es lo que percibo. Mikasa es bastante centrada en sus estudios, y casi lo demás no importa, o eso es lo que puedo deducir. Jamás se percataría que un chico como Jean va tras ella.
ESTÁS LEYENDO
𝐍𝐀𝐓𝐔𝐑𝐀𝐋 𝐁𝐎𝐑𝐍 𝐊𝐈𝐋𝐋𝐄𝐑𝐒 ✶ Eren Jaeger
أدب الهواة𝐍𝐀𝐓𝐔𝐑𝐀𝐋 𝐁𝐎𝐑𝐍 𝐊𝐈𝐋𝐋𝐄𝐑𝐒 ⨟ ❝ ¿Por qué? Porque somos asesinos por naturaleza. ❞ Tras unos sucesos problemáticos en la secundaria, Leonor Fiore se muda a otra ciudad tratando de dejar atrás un pasado controversial, que tienen como inici...