¿Razón o corazón?

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La lluvia cubría las calles de París y el frío se calaba en lo huesos de los habitantes de la ciudad del amor quienes en su mayoría aprovechaban el clima tempestuoso cómo excusa para quedarse en casa y no moverse de los cálidos sofás.
Sin embargo no era la situación de cierta fémina que gozaba de su primer fin de semana libre en varios años (una pequeña compensación por parte su jefe después de ciertos acontecimientos) y caminaba con calma cubierta por una sombrilla. La mujer usaba un gabardina corta color negro, jeans ajustados azul marino y botas hasta la rodilla de color rojo, su cabeza iba adornada con una boina color negro, todo pertenecíente a cierta marca exclusiva.
Verificando que nadie la hubiese visto dio la vuelta en un oscuro y solitario callejón hasta detenerse ante una puerta metálica color guinda, toco tres veces rítmicamente y se alejó. Casi al instante un hombre alto y fornido abrió y no dejó de observar intimidantemente a la chica hasta que ella alzo su cabeza para dejarle ver su rostro, la reconoció al instante por lo que se apartó para darle entrada.

- Ha pasado tiempo.-

Susurro mientras pasaba a su lado. La dama sólo se encogió de hombros y continuó su elegante andar perdiéndose entre la gente hasta llegar a la barra donde un bartender castaño y muy atractivo preparaba un trago que no podia identificar, tomo asiento y se quedó observando sus movimientos hasta que él decidió hablar sin dejar de hacer su trabajo

- ¿Que estás haciendo aquí?- había deslizado un vaso de vodka con hielo y ella gustosa lo había tomado.

- Eh tenido el día libre -

- Creia que ya éramos muy poca cosa para tu elegante y sofisticada vida - Su rabia era sutil pero notorio para ella que lidiaba con eso a diario.

- Que dramático Jack aunque lamento informarte que no eh venido a soportar tus dramas que para eso tengo a mi jefe ¿Ahora me harias el favor de decirme dónde está o dónde puedo encontrarla? Tengo el tiempo medido.-

- ¿Hasta para eso tienes horarios?-

La estaba empezando a irritar así que su mirada más intimidante se reflejó en aquellos hermosos ojos y eso bastó para que los músculos del muchacho se tensaran y antes de tentar más su suerte busco entre la multitud hasta encontrar a la persona que necesitaba haciendole una seña para que se acercará. En menos de dos minutos una mujer de cabello platinado peinado elegantemente y vestido morado con mangas y falda de lápiz se acercó a ellos con expresión seria y fría, sin embargo, al ver a la mujer sentada en la barra no dudo en darle un gran abrazo y una sonrisa inusual aprecio en su rostro.

- Mi querida niña, ¿dónde te has metido Elizabeth?-

La contraria sonrió de lado y se mordió la lengua al escuchar ese nombre, lo odiaba. - Eh estado ocupada eso es todo, hoy estuve libre asi que quise venir a charlar -

- Bueno, siempre es un gusto verte. ¿cómo has estado?-

- Trabajo, trabajo y más trabajo - suspiro con pesadez. - De hecho habra un evento pronto tal vez quieras venir, podría agregarte a la lista de invitados y nadie se daría cuenta.-

- ¿Nadie? ¿Ni tu jefe?-

La risa burlona salió de sus labios antes de contestar - Ese hombre no sabría en qué día vive si yo no se lo dijera -

La de morado vio como su expresión facial cambiaba a la simple mension del su extravagante y pesado hombre por lo que quiso comprobar poco a poco su más reciente teoría.

- ¿Sigue lamentándo la muerte de su esposa?-

- Está desaparecida, no ha muerto Lucille.- miro de reojo a la mujer con cierto reproche y molestia. - No ha muerto.-

Atada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora