Complicidad

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El gran ventanal se cerraba dejando de nuevo la habitación oscura. El villano parado en el centro miraba a la nada mientras recitaba su frase de destransformacion. Había sido el plan más ridículo que se le había ocurrido desde que empezó con todo esto pero al menos había podido liberar tensiones acumuladas desde hacía un par de semanas.

Más precisamente después de aquella pelea con Nathalie.

Para ser honestos, las cosas no habían ido de lo más lindo. Se habían acercado un poco después de la noche de navidad pero parecía que en vez de progresar iban en retroceso y tampoco era como si hubiesen hablado de ello pues el quería creer que su orgullo era más grande que el de su asistente. Lamentablemente con el paso de los años se había acostumbrado a tenerla tan cerca que incluso aquellos pequeños cumplidos o detalles que la nivea solía tener para con el eran algo que aparte de facilitarle la vida  lograban hacerle sentir que alguien se preocupaba por el. Eran acciones mínimas y para muchos podrían considerarse actos de simple rutina, tal vez incluso era así como Nathalie los veía, el mismo podría decir que para el tambien lo eran... hasta que empezó a notar su ausencia tras aquel dichoso arranque de....¿ira? ¿sobreprotección? ¿Control? Aún no tenía un nombre para aquellos sentimientos que lo llevaron a gritarle de ese modo.

Subió de regreso a su oficina pero esta vez en lugar de mirar el cuadro de su esposa miraba de frente hacia su escritorio y de inmediato capto su atención un rápido movimiento de la ejecutiva. No supo de que iba pero por lo visto no planeaba ni darle la cara pues estaba totalmente volteada mirando su computadora, suponia que contestaba algún correo ya que solo se escuchaba como sus finos dedos recorrían con agilidad el blanco teclado.

Eran casi las 4:30, hora en la que acostumbraba comer algo gracias a que Nathalie solía llevarle sus alimentos y despejarlo un poco de su ajetreado día, sin embargo al verla notó que no tenía ni la más mínima intención de pararse de su asiento para atender sus necesidades y no lo haría al menos que se lo solicitara. Como en las últimas dos semanas. Estaba apunto de llamarla cuando escuchó un pequeño sonido que trataba de ser contenido, la miró con más detalle y pudo percibir como sus hombros subían y bajaban de un modo un tanto peculiar ¿un estornudo? Trato de pasarlo por alto pero a los dos segundos volvió a escucharlo solo que estaba vez no sonaba como un estornudo. Se paró de su silla con sumo cuidado para evitar que la dama lo oyera y camino hacia ella. Se veía recta como siempre pero sus hombros los notaba más relajados. Al acercarse pudo darse cuenta que aquellos sonidos que emitía no eran propios de un resfriado o un llanto. Era un sonido que le había descubierto hacia poco tiempo.
Estaba riendo.
Como aquella vez en que le confesó ser un villano, solo que ahora no era una risa histérica, estaba cargada de burla y se estaba sobresforzando para evitar que saliera de sus labios.

- ¿Que es tan gracioso señorita Sancoeur?-

Se tensó al momento al darse cuenta de que el magnate estaba parado justo detrás de su silla mirándola con ambas cejas arqueadas. -No es nada señor.- de inmediato puso su mejor cara de póker y lo miro por encima del hombro.
- ¿Ah no es nada? -
- No.- su tono de voz era el mismo que llevaba usando estas dos semanas, aquel que no expresaba nada más que seriedad.
- ¿Esta 100% segura? - algo ocultaba esa mujer y el necesitaba respuestas por dicha actitud.
- Lo estoy.- contesto con el tono más firme que pudo, odiaba cuando le hablaba de usted pues significaba que estaba molesto con ella o que quería intimidarla, y normalmente funcionaba pero durante estas semanas no había tenido el efecto que el esperaba por más que lo intentara.
- Bien. Entonces supongo que no será un problema pedirle que me traiga algo de comer-
La mujer inclinó la cabeza y mostró una sonrisa que él igualmente conocía a la perfección. Indicaba sarcasmo puro y era la más falsa que le había visto esbozar. Solía tenerla reservada para clientes o personas molestas, no para el, nunca para el.
Por supuesto que seguía molesta.
Aún así se levantó de su asiento y salio de la habitación para dirigirse a la cocina y pedir al chef que llevara sus alimentos mientras el aprovechaba su ausencia para husmear en su computadora y averiguar qué le estaba provocando un ataque de risa hace unos segundos. Y claro que lo encontró. Una ventana abierta con las noticias, las cuales por cierto, posiblemente en otras circunstancias hubiesen tenido el mismo efecto en el que en ella de no ser porque aquel asqueroso encabezado no solo se mofaba del fracaso que había tenido esa misma tarde si no de ÉL en general. O bueno, de Hawk Moth.
La sangre le hervía y estaba rojo de furia, tan concentrado leyendo aquella burla que no se dio cuenta que su asistente había regresado.

Atada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora