Leyendas [Parte 2]

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Dum abrió los ojos y de golpe se sentó. Su mirada viajó deprisa hacia todas direcciones, buscando quién sabe qué. Estaba oscuro aún. Le tomó unos segundos recordar que estaba dentro de una tienda de acampar. Se pasó las manos por la frente, llenándose los dedos de sudor. Su corazón estaba palpitando con fuerza. Un grito, un gruñido; estaba seguro de que esos sonidos eran los que lo habían despertado, pero... ¿Por qué todo estaba en silenció?

Se escucharon pasos apresurados abriendo camino entre las hojas de los árboles; una sombra pasó veloz por fuera de la tienda. Dum no pudo notar si la silueta era humana. Palpó todo el espacio a su alrededor en busca de la linterna, pero no la encontró.

—Chicos, ¿vieron eso? —Se escuchó la voz de Ben a su derecha, aún metido en su tienda.

—Yo no pude verlo, pero lo escuché. —Habló uno de los tres.

Una tienda lejana empezó a abrirse y luego una luz se encendió.

—¿Vas a salir? —Preguntó la voz de tito.

—Sí.

La afirmación pareció darles valor a los muchachos, ya que automáticamente empezaron a abrir sus tiendas y encender sus linternas. Dum no tenía una, pero sus amigos ya estaban afuera así que decidió salir. Cogió valor y visualizó todo el lugar a su alrededor gracias a la iluminación que daban los demás.

Las cinco tiendas formaban un círculo y en el centro, hechos un puño, había un montón de carbón y ceniza, -restos de la fogata que tenían antes de acostarse-. Pudo ver a todos de pie frente sus respectivas tiendas. Ninguno se había movido. Los ojos de sus amigos recorrían todas las direcciones posibles seguidas de la luz de sus linternas. Buscaban a lo que fuera que había pasado corriendo junto a ellos. El ambiente estaba tenso y había silencio... demasiado silencio. Los chicos compartían miradas entre sí, con los rostros pintados de preocupación.

—¿Por qué Mackdum no sale? —Preguntó Adrián apuntándole a la cara con la linterna.

—No es momento para juegos, imbécil. —Dijo Dum malcriado, pero a la vez en voz baja.

Ben posó la vista sobre la tienda Dum, ignorándolo completamente. Con el ceño fruncido, empezó a acercarse con aire inquieto.

«¿Qué clase de broma es esta?»

Dum se volvió para enfrentar a su amigo. —¿De verdad creen que pueden asustar...? —Empezó a decir, pero se interrumpió cuando Ben, en lugar de detenerse a escucharlo, siguió su camino hasta que atravesó su cuerpo por completo.

Dum soltó un grito aterrado, mientras se palpaba el pecho con desesperación. Su cabeza intentó analizar lo que acababa de pasar, pero no podía ni pensar debido al balanceo de su cuerpo perdiendo el equilibrio. Su pecho subía y bajaba más rápido que nunca mientras todo su cuerpo se acaloraba exponencialmente.

—¡No está! —Anunció Ben asustado.

Se volteó y vio a su mejor amigo de pie con la tienda abierta. Los demás chicos se acercaban a él confundidos mientras exclamaban "¿Qué?" "No es posible".

—¡Amigo, aquí estoy! —Le gritó mientras intentaba alcanzar a Ben con el brazo, pero en lugar de tocarlo, pasó a través de él.

El pánico empezó a recorrerle por las venas, las sienes le palpitaban al igual que su corazón que quería salírsele del pecho. Sus amigos no lo veían, no lo escuchaban, y tampoco podían tocarlo. Estaban todos frente a su tienda preocupados mientras él estaba solo a centímetros de ellos.

—Tal vez tenía una necesidad. —Propuso tito con voz intranquila. —Y tuvo que salir corriendo.

—No creo que haya salido solo, estaba muy nervioso antes. —Debatió Adrián.

Relatos bajo la luna de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora