5 El profesor nuevo: II (Parte uno)

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     Cuando creía que mi relación con Ana por fin se había recuperado completamente, desconfiaba de mí ahora por no aceptar meterme en casa de un desconocido, solo para indagar en la vida privada del profesor Bruno -que en paz descanse-, de su hija y del nuevo profesor de historia. Esto es una locura. Ana está loca. No tiene importancia, además, considero que no está nada bien violar la privacidad de otras personas, si yo estuviera en el lugar del profesor Leonard, a mí no me gustaría que se metieran a mi casa… pero, también conozco a mi amiga y sé que irá conmigo o sin mí.
     Tomé mi celular y le mandé un mensaje a Ana. Quiero a mi mejor amiga de vuelta.

¨Ni se te ocurra decirle a Lexi sobre lo del sábado… Odio que no confíes en mí, pero para demostrarte que no estoy indiferente contigo, iré.¨

     No tardó ni un minuto en responderme. Por un segundo dudé en si respondería o no.

¨Ahí está mi Bett ;)¨

     Rodé los ojos en cuanto lo leí. Es una maldita por salirse siempre con la suya. Pero aun así la amo. Ahora que he accedido a acompañarla me siento más animada porque sé que las cosas están bien entre nosotras. Si en la vida me faltara Ana no sé qué haría. Seguí caminando por el pasillo y sin querer choqué con alguien.
     —Perdón —dije.
     Al levantar la mirada me encontré con unos ojos cafés. Él solo me miró fijamente.
     —Fíjese por dónde camina, señorita Corte —enarcó una de sus pobladas cejas—. Nos vemos el lunes en clase. Que pase bonita tarde —su tono era muy seco, cualquiera diría que es un sangrón, aunque muy probablemente lo sea.
     Pasó por mi lado dejando un sutil olor a perfume. Es el primer día de clases y ya sabe quién soy. Qué profesor tan raro, y guapo. Si supiera que me voy a meter a su casa…

     Los viernes son mis días favoritos ya que tenemos pocas clases y salimos temprano. El día de hoy decidí hacerme una coleta de caballo alta, hacía calor y mi flequillo no ayudaba mucho que digamos. Estábamos en clase de investigación II y Ana no dejaba de desconcentrarme.
     —¿Estás lista para lo de mañana? —susurró a mi lado sin despegar la mirada del pintarrón.
     La profesora Liz estaba anotando los pasos a seguir para realizar el proyecto de investigación final.
     —No lo estoy —susurré de vuelta cuando dejé de anotar. Esperaba a que se moviera la profesora para poder ver lo demás.
     —No seas babosa.
     Volteé a ver a Ana.
     —Tú eres babosa.
     Ana soltó una risita.
     —Señorita, Allmoon, guarde silencio por favor —reprendió la profesora a mi amiga.
     —¿Cómo sabe que soy yo? —preguntó ésta.
     La profesora Liz se volteó para responderle. Agachó la cabeza y miró por arriba de los anteojos a mi amiga, quien estaba desplomada en su banca.
     —Porque su risa es única, incomparable y no hay clase conmigo que no se ría de algo. ¿Podría sentarse bien, por favor?
     Ana bufó molesta pero hizo caso y se acomodó en la banca guardando silencio por unos minutos. Cuando por fin terminamos de anotar todo, la profesora nos explicó lo que teníamos que hacer y dio por terminada la clase.
     —Últimamente te he visto con tus lentes —Ana frunció el ceño al verme.
     —Perdí mis últimos lentes de contacto —dije mientras acomodaba mis anteojos y flequillo.
     Hice nota mental para ya no pedir que me corten el fleco nuevamente para la próxima vez que vaya al estilista.
     —¿Cómo rayos pierdes los lentes de contacto? —arrugó la cara.
     —Eso mismo quisiera yo saber.
     Ana se rió un poco.
     —No te va a quedar de otra más que decirle a Max cuando venga que te traiga unos de Storby.
     —Lo sé –bufé—, aunque no sé cuándo vaya a venir.
     En esos momentos el celular de Ana se iluminó. Leyó el mensaje al instante.
     —Es Lexi —mencionó—, dice que mañana es la fiesta de su tía y toda su familia irá a visitarla. No podrá ir con nosotras.
     No sé si eso me alegraba o me preocupaba. La cara de Ana estaba inexplicable.
     —¿Eso quiere decir que lo posponemos? —pregunté.
     Ana sonrió de lado.
     —Eso quiere decir que seremos solo tú y yo.

     La noche del sábado era cálida, pero el cielo estaba  nublado y muy probablemente llovería. La calle 5 estaba muy solitaria a pesar de tener muchas casas. No quería ni imaginar cuando tuviéramos que llegar al final, donde se encontraba la enorme y fría casa del profesor. Ana y yo traíamos puestos unos jeans rotos negros con playeras negras. Habíamos acordado usar negro para la “misión”. Cuando estábamos hablándolo esta mañana sonaba divertido, ahora creo que fue una buena decisión porque la noche era nuestra aliada. Nos detuvimos a una cuadra para revisar nuestras pertenencias. Decidí llevar una mochila pequeña con una lámpara, guantes y gorros para el cabello.
     —¿Para qué rayos quieres guantes y gorros, Bett? —me miró con su gesto fruncido.
     —No debemos dejar nuestras huellas ni ADN en la casa —me encogí de hombros.
     Me parecía buena idea cuando estaba en casa echando las cosas en mi mochila. Recordé el programa de televisión en el cual entraban a un departamento en donde se suponía no debían porque era donde estaba toda la evidencia.
     —Nadie va a venir a investigar a dos adolescentes que se metieron a casa de un profesor muerto —rodó los ojos.
     —Para tu información, el profesor Leonard está vivo y es el dueño de la casa por ahora —me crucé de brazos—. ¿Qué traes tú? —señalé su mochila con mi cabeza.
     Mi amiga se pasó la mano por su cabello corto y enseguida abrió su mochila. Sacó una cuerda, cinta plateada, una navaja…
     —Esta va conmigo —dijo Ana metiendo la navaja en sus jeans.
     Abrí los ojos como platos.
     —¡¿Qué rayos, Ana?
     —¿Qué? —preguntó como si nada.
     —¿Qué? —la miré fijamente a los ojos— ¡¿Qué?!
     —¡Cálmate, Bett!
     —¡No vamos a secuestrar a nadie, ni a cortar a nadie con esa navaja!
     Me tapé la cara con ambas manos. Creo que fue una mala idea hacer esto. No quiero meterme en problemas, si el profesor Leonard está en la casa y nos descubre…
     —Hey —Ana me quitó las manos suavemente—. La navaja es para poder abrir alguna puerta u objeto. Pero ten por seguro de que si alguien se nos acerca para querer herirnos no dudaré en utilizarla —no sé si creerle, ¿se puede abrir una puerta con una navaja? Por estas razones es por las que no hago este tipo de cosas. Espero que no tenga que usarla en contra de nadie.
     Observé a mi amiga.
     —¿Estás segura que el profesor no está en la casa?
     —Totalmente. Ayer saliendo de la escuela fui a su casa a vigilarlo…
     —¿Que tú qué? —no podía creer que hiciera semejante barbaridad. No, en realidad si podía.
     —Solo tardé una hora afuera escondida detrás de uno de esos arbustos que tiene en la entrada de piedras. ¿Si sabes por donde no? Te desmayaste casi entrando, solo espero que no pase esta vez porque qué horror tener que cargarte —rodó los ojos.
     La golpeé en el brazo y nos reímos.
     —Estúpida.
     —Auch —se sobó el brazo— Se fue a donde quiera que sea su lugar de origen. No hay duda —Ana está totalmente loca. Y yo más por seguirla en esto—. ¿Quién quiere adentrarse en una mansión solitaria a media noche? —sonrió.
     Suspiré, miré al cielo y pedí valor.
     —Por desgracia, ya no puedo echarme para atrás —le di un pequeño golpe esta vez en el hombro.
     Ana sonrió y comenzamos a caminar hacia la casa.


Gracias por leerme <3

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⏰ Última actualización: May 18, 2021 ⏰

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