-Sí, soy de la realeza, p-pero no soy la princesa... -repitió la bella joven-. Soy... el príncipe...
«¿Qué?... La Princesa de la Lluvia es... ¡¿es un chico?!», fue todo lo que pasó por la mente del rey antes de que su cerebro dejara de funcionar.
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—Majestad… Majestad…
Los incesantes toques en su puerta lo hicieron refunfuñar contra la almohada. «¿Acaso no puedo tener unas cuantas horas de sueño?», se quejó en su interior, pues después de salir en busca de Jimin la noche anterior solo había podido descansar un par de horas. Y si había algo que Min Yoongi odiaba era que perturbaran su horario de sueño.
La puerta se abrió sin más y Taehyung entró llevando una bandeja con el desayuno del mayor. La depositó sobre la mesita junto a la cama y cerró la puerta de la habitación.
»¿Sabes? Cuando no duermes bien eres insoportable —comentó burlón.
Yoongi bufó otra vez. Sabía que cuando estaban solos, su mejor amigo, asistente y consejero real lo trataba de manera informal; y aunque a veces discutían fuertemente, Taehyung era alguien fiel con quien podía contar para todo. Si había alguien que lo trataría con total honestidad y sin adulaciones, era él.
—Déjame dormir, Taehyung.
—Oye, ¿quieres decirme qué sucedió anoche? Y ni creas que te vas a escapar tan fácilmente. Tienes que contarme todo.
Bueno, tal vez el defecto más terrible de Kim Taehyung era ser chismoso.
—No hay nada que contar —masculló el rubio al tiempo que se incorporaba.
Tae hizo una mueca con los labios, luego tomó una manzana de la bandeja de plata y se sentó en la cama como si nada.
—Ya, ya. Sabes que no me rendiré hasta sacártelo todo. —Le dio un mordisco y agregó masticando—: Palla empeshar, shé que nunca llegallon a conshumar la noshe de bodash.
Sin poder evitarlo, un sonrojo cubrió las pálidas mejillas del monarca. Y es que a pesar de todo, no podía negar que seguía sintiéndose muy atraído por la «princesa»; incluso después de haber descubierto que en realidad era un chico. La noche anterior, había intentado inútilmente quitárselo de la cabeza, pero al regresar a su habitación no pudo evitar seguir pensando en ella… él.
Y eso, lo estaba volviendo loco.
»Oh, suéltalo ya, Yoongi. La intriga me está matando —suplicó Tae.
Sin más remedio, el rey le contó a su amigo todo lo acontecido desde la llegada de la Princesa de la Lluvia el día anterior. Parecía que había pasado mucho tiempo, pero solo había sido un día.
—¡Vaya! —exclamó el consejero—. Es grave, pero no tan grave.
—¿Qué dices, Tae? ¿En serio piensas que no es tan grave? Es un chico, ¡un chico! Y si en dos días su hermana no aparece el Intercambio Elemental no tendrá lugar y habrá que esperar veinte años más hasta el tercer solsticio de invierno para que el sol…
—Sigue siendo de la realeza —refutó el contrario encogiéndose de hombros y mordiendo la manzana otra vez.
Yoongi frunció el ceño exasperado. Le molestaba que Taehyung le restara importancia a algo de prácticamente vida o muerte.
