Capítulo II

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Sukuna y Yūji llevaban por lo menos veinte minutos discutiendo sobre cuál camino era mejor para llegar a Tokyo. Había sido tanto que incluso detuvieron la camioneta en mitad de la carretera para mirar un viejo mapa que tenía Yūji en sus manos.

—Te dije que no, ¿Acaso tienes aire en la cabeza? —dijo Sukuna golpeándole la frente a Yūji con los dedos—. Te dije que si nos vamos por el norte tendremos que atravesar sí o sí la ciudad de Shiojiri.

—Qué más da, si nos vamos por el sur probablemente no nos alcance la gasolina hasta Tokyo porque el camino es más largo —le respondió Yūji mientras golpeaba el mapa con sus dedos enfatizando en la ruta.

Megumi creía que la situación era de lo más cómica. Ambos hermanos eran muy obstinados, ninguno quería ceder y luchaban por tener la razón. Negando con la cabeza, se acercó hasta quedar entre ambos asientos delanteros y miró el mapa que Yūji movía de un lado al otro mientras ellos seguían discutiendo.

—Bien. Preguntémosle a Megumi que opina —dijo Yūji girándose a mirarlo.

Sukuna le arrebató el mapa de las manos y se lo entregó a Fushiguro para que lo sostuviera y lo evaluara. Megumi lo recibió y estudió los detalles de la ruta, su nivel de orientación era bastante grande así que no le tomó mucho tiempo responder.

—Creo que Sukuna tiene razón —dijo mirándolos a ambos—. Si nos vamos por el norte probablemente nos encontremos con muchos zombis. Los que vi en Narai-juku venían de esa dirección.

Yūji soltó un bufido de frustración tomando de vuelta el mapa de las manos de Megumi. Miró a Sukuna con recelo y este rio a modo de burla en respuesta.

—Me agrada este chico —dijo finalmente Sukuna mientras encendía el motor nuevamente.

Megumi volvió a acomodarse en su lugar, se puso el cinturón de seguridad y miró por la ventana hacia el campo donde anteriormente centenares de personas debieron haber trabajado la tierra. Cerró sus ojos y, pensando en cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había sentido el cálido viento que entraba por la ventana del vehículo contra su rostro, se quedó plácidamente dormido.

 Cerró sus ojos y, pensando en cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había sentido el cálido viento que entraba por la ventana del vehículo contra su rostro, se quedó plácidamente dormido

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Fushiguro se despertó sobresaltado al sentir el estruendoso sonido de una lata y los frustrados resoplidos de un hombre que parecía estar enojado. Miró desorientado hacia todos lados y por un momento se reprendió a sí mismo por quedarse dormido en un auto con dos desconocidos. Estaban nuevamente detenidos en la carretera y al mirar hacia adelante se percató que la tapa del capó estaba levantada. Se desabrochó el cinturón y se bajó del auto cuidadosamente, mirando hacia todos lados una vez sus pies tocaron el suelo. Caminó hacia adelante con cautela y su vista se deleitó con la imagen de Sukuna sin camiseta inclinando hacia adelante mientras parecía estar arreglando algo. Las gotas de sudor resbalaban lentamente por sus fuertes músculos llegando hasta el vaquero negro que llevaba puesto.

—¿Estás disfrutando de lo que ves? —dijo Sukuna sin siquiera mirarlo.

Megumi se sobresaltó al oír repentinamente su voz y enrojeció inmediatamente. Llevó una de sus manos hasta su frente y la utilizó como visera para ocultar sus ojos de los rayos del sol.

The dead zone || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora