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Capítulo 5 Defensa, Defensa, Defensa

Querido padre,

Como probablemente ya hayas escuchado, hay un chico que se ha unido a Hogwarts, que fue clasificado en Slytherin. Su nombre es Gellert Grindelwald, y me aterroriza admitir que cometí un grave error de juicio. Encontré a Harriet Potter en el tren, y mientras me presentaba, es posible que lo haya hecho de una manera muy equivocada. Insulté a la compañía con la que estaba, dos chicos que estaban sentados en el mismo compartimento. Uno de ellos estuvo a punto de comenzar un duelo con mi mano derecha allí, y habría tenido Potter no lo hubiera sostenido con la punta de la varita. Fue solo durante la selección que se reveló que uno de los chicos a los que insulté tenía el nombre de Grindelwald. Y ni siquiera fue él quien se volvió contra mí.

Padre, por favor, tengo miedo. Necesito cualquier información que puedas conseguir sobre él y el otro amigo de Potter. Creo que se llama Tom Riddle.

Tu amado hijo

Draco Malfoy

.

Lucius Malfoy se quedó mirando la carta de su único hijo, el terror escrito en su rostro. Gracias a Dios, Narcissa estaba preocupada por lo demás en Francia por el momento. Sin lugar a dudas, habría exigido una explicación. Sin embargo, no era el nombre de Grindelwald lo que le había helado la sangre. En cambio, se convirtió en hielo cuando cayó sobre el nombre final mencionado. La otra amiga de Harriet Potter. No quería creerlo. Pero ese nombre, ciertamente lo conocía de alguna parte.

Al volverse para mirar el retrato de su padre en la pared, los pensamientos de Lucius se dirigieron al inocente librito negro que le habían confiado. O mejor dicho, las iniciales en el reverso de dicho libro. Su padre, Abraxas Malfoy, había sido uno de los primeros Mortífagos. Seguramente él sabría algo.

"Padre, ¿quizás conoces el nombre de Riddle?"
Y ahí estaba, el mismo terror que sin duda se había puesto él mismo, pero que se extendía por los óleos pintados. El rostro de su padre estaba contraído por el horror; ciertamente conocía el nombre de Riddle.

"¿Por qué?"

"Draco ha insultado a dos chicos, uno comparte el desafortunado nombre de Grindelwald y el otro aparentemente se llama Tom Riddle."

"Salazar", susurró Abraxas antes de desaparecer de su marco. Lucius no lo vio durante el resto del día.

"Tienes que enseñarme eso".

Gellert Grindelwald hizo una pausa y miró hacia abajo desde donde estaba agachado sobre el techo del aula desierta y le ofreció a Harry Potter, su compañero en el crimen, una sonrisa aguda y movió los dedos delante de su rostro.

"Magia", murmuró con una sonrisa, todavía colgando boca abajo en el techo. Esto era lo que lo había vuelto tan peligroso, esto era lo que le había ganado la varita mayor antes. Porque no solo usó la magia para la ofensiva y la defensa, para el uso diario. Amplió los encantos que conocía, ajustándolos y pensando cuán útil podría ser algo realmente. Como ahora, un simple amuleto pegajoso. Ajústelo ligeramente para que se encienda y apague a voluntad, y pudo ignorar la gravedad por completo, subiendo por las paredes y cruzando el techo.
Pocas personas lo habían superado en los primeros días, porque durante la escuela había empezado a dormir en los lugares más oscuros. Ya sea en su cama, o pegado a la parte trasera de la puerta, listo para atacar a quienquiera que se entrometa en su dormitorio personal. Esta era una de las mismas habilidades que había usado durante su atraco al palo de la muerte.

El pobre fabricante de varitas no tenía idea de que había estado allí; ¿Qué clase de mago entró por la ventana del tercer piso, después de todo? Bueno, la respuesta sería eternamente astuta. Demasiados magos dependían únicamente de sus varitas hoy en día. Donde como mejor sabía. Había estudiado diferentes culturas; mucho antes de que surgiera la varita, la magia se canalizaba a través del cuerpo. Más notablemente, las artes marciales orientales se centraron en ayudar a mejorar y mantener el núcleo mágico. Así que Gellert había aprendido, había estudiado y había mantenido una mente y un cuerpo sanos. Y su magia siempre había resultado más fácil como resultado. Entonces él tenía la ventaja. Tomaría lo que pudiera conseguir.