20.

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Jimin apenas terminó de bañarse cuando sonó el timbre de la puerta, así que Jungkook lo dejó en su cuarto mientras iba hacia la puerta y el Omega se vestía.

Al abrir, esperaba que fuera Taehyung, en cambio, se encontró a un pelinegro que se veía irritado y un moreno con el cabello color caramelo que parecía más estresado, y Jungkook se preguntó por qué eran tan altos.

— ¿Y tú quién eres? — preguntó el pelinegro, de forma acusadora, entró a la casa haciéndolo a un lado, fulminandolo con la mirada.

— ¿Debería preguntar lo mismo? — dijo Jungkook—. Soy Jeon Jungkook, enfermero, estoy cuidando a Park Jimin, quien no me informó de su visita ¿Puedo saber sus nombres?

— Oh, ahora tengo que mandar una invitación para visitar a mi propio hijo— dijo el pelinegro.

— Jinnie, ¿Te calmas? — preguntó el moreno—. Él no hizo nada, tranquilízate.

— ¿Dónde está Jimin?

— Está en su cuarto, termina de bañarse— dijo el Beta, suspirando sin que se notara demasiado, odiaba lidiar con el tipo de persona pesada y tan demandante como notaba de aquel tipo, quien ni siquiera había respondido a su pregunta.

Fue hacia el cuarto del Omega, quien seguía cubriéndose con la toalla, temblando, sentado en la cama.

— Jimin, tienes visitas... — comenzó Jungkook, pero al verlo temblar y algo decaído se acercó a él con cierta preocupación—. Jimin, ¿Qué tienes?

El rubio negó.

— N-No sé— dijo—. Siento que voy a desmayarme de nuevo, Jungkook...

— Ya, tranquilo, estoy aquí para ayudarte, pequeño— lo consoló y Jimin asintió—. Vamos, acuéstate, quédate en la cama, acuéstate de lado, tranquilo— comienzo a arroparlo, mientras el Omega se sentía débil.

— ¿Y así lo dejas? ¿Y así eres enfermero? Oh, no, mi cielo— el pelinegro se acercó al rubio, apartando a Jungkook de un empujón, con lo que sintió mal—. Jimin, boca arriba, alza las piernas— dijo, mientras lo movía él mismo, pasando las palabras a acciones—, Namjoon, tráele una Coca-Cola a tu hijo, ¿Qué haces ahí parado?

— J-Jin— musitó Jimin, con molestia, su padre lo había girado muy de golpe y movido demasiado rápido y ahora se sentía mareado.

— Cállate, echa la cabeza para atrás.

— Eso no es necesario— dijo Jungkook, acercándose mínimamente a Jin, y hablando bastante bajo.

— Seokjin, déjalo— el moreno se acercó a él para tomarlo del brazo y apartarlo, hasta que dejó de sostener las piernas del menor en alto y se apartó dos pasos, con lo que Jungkook volvió a acercarse a él, lo arropó, dejó que se acomodara y dejó caricias en su cabello, mientras Jimin se quejaba por lo bajo con pequeños ruiditos como si fuera un bebé.

— K-Kookie... ¿Por qué los dejaste entrar?

— ¿No tenía que hacerlo? — dijo el Beta, exagerado su sorpresa, porque nunca había escuchado nada al respecto.

— Son muy molestos... Son mis padres.

— Eso lo noté, pequeño— dijo el enfermero, sin dejar de hacerle mimos en su cabello.

Fue el moreno quien se acercó a ambos.

— Hola, Jiminie.

— Hola, Nam— murmuró el Omega, tenía sus ojitos cerrados y parecía que iba a dormirse, pero sólo seguía mareado.

— ¿Podrías dejarnos un momento con él? — preguntó el mismo moreno, mirando a Jungkook, aunque sintió a Jimin tomar su mano y apretarla ligeramente.

— No, Jungkook, quédate— pidió el rubio, a lo que el Beta no se iba a oponer.

Jungkook se sentó junto a Jimin, quién seguía tomando su mano, los otros dos se acomodaron en el otro lado de la amplia cama.

— ¿Cómo está? — preguntó Nam, mirando a Jungkook.

El Beta dudó un momento si decirlo frente a Jimin o no.

— Hasta ahora está bastante bien, pero está comenzando a decaer— dijo, en el tono más sutil que pudo encontrar, aunque parecía que la sutileza no iba con aquellos dos, o quizás específicamente con el pelinegro, quién no entendió el mensaje que para Jungkook era muy claro.

— ¿Cómo que a decaer?

Bajó la vista con algo de dolor, esperando que las palabras no afectarán a Jimin más de lo que ya estaba.

— Es el tercer día, y como es normal en estos casos es cuando pasa de la fase depresiva a la moribunda— murmuró—. La transición empieza con desmayos y bajas de presión, como ahora.

Jimin dejó escapar un par de lágrimas en silencio, que nadie notó.

La pareja quedó en un triste silencio con aquello, y Jungkook sólo pudo dejar caricias en la manito que Jimin mantenía apretada con firmeza sobre la suya, sentía al lobo del Omega llorar por afecto, porque lo abrazara o lo consolara, pero sentía que era indebido actuar así frente a los padres del chico.

Sabía que se lo podían tomar a mal, que podrían decir que él estaba acosando a sus pacientes o incluso tratar a Jimin como una puta por buscar ese contacto que había perdido, cosa que era natural en Omegas en su situación.

Aunque Jimin sí lo llevaba un poco al extremo y era algo raro que lo hubiera elegido a él, un completo extraño, para pedir y recibir amor.

Y era más extraño que Jungkook pudiera escuchar y sentir esas cosas del lobo de Jimin, eso sí que nunca le había pasado, con nadie.

— ¿Cuanto le queda? — volvió a preguntar Jin, quien no parecía tener intención de hablar de esas cosas en privado con él.

— N-No sé si deba hablar de esto frente a Jimin, podría afectarlo y-y...

— No... — interrumpió Jimin, su voz sonaba algo rota—. Yo también quiero saber.

Jungkook lo miró con cierto pánico de lastimarlo, al ver las lágrimas en sus mejillas tomó la manga de su remera para limpiarlas con cuidado.

— Diría que una semana, o un poco menos— murmuró y notó algo romperse en los ojitos del Omega.

Our Last Days ➳ KookMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora