❪ XXV. Extra. ❫

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Las manos de Hela temblaban considerablemente, pero el agarre firme de Carl a su derecha, y de Ron a su izquierda, la mantenía segura en cierto punto, sus iris castaños, con pizcas de un verde oscuro, observaban a los caminantes que pasaban a su lado, estaba presa del pánico, sin embargo, ella seguía caminando. El color característico de sus mejillas desapareció siendo remplazado solo por la palidez de su piel, aún sentía muchas ganas de vomitar, las sintió cuando el olor nauseabundo de esas sábanas llegó a sus fosas nasales, aunque ahora quería desechar todo su almuerzo debido a la desesperación que estaba sintiendo.

De pronto, Sam Anderson se alejó de la línea, separándose de su madre, el niño empezó a sollozar, y casi al instante Hela soltó la mano de ambos adolescentes, ganándose una mirada confundida de Carl. El niño lloraba, y en cierta parte la chica lo comprendía, si ella estaba asustada, no se imaginaba lo que estaba sintiendo el pequeño. El llanto se hizo más ruidoso entre los gruñidos de los caminantes, llamando la atención de unos cuantos, y los movimientos arrastrados de los mugrosos no pasó desapercibido para Hela.

── ¡Sam!─ Soltó un alarido empujándolo en dirección a Jessie, logrando que los dientes de los mugrosos no alcanzaran a Sam, sin embargo, jalaron fuertemente de ella y pronto, las bocas podridas de los caminantes se clavaron en la pálida piel de Hela, logrando que soltara un fuerte grito lleno de dolor. Carl Grimes la miró casi sin pestañear, soltando a Jessie que mantenía a Sam entre sus brazos, rematando a los tres mugrosos que empezaban a devorar a la chica que amaba.

Agarró entre sus manos a la castaña, que ya empezaba a soltar sangre por sus labios carnosos, el dolor, el sufrimiento puro se instalaba en toda la anatomía de Hela, las manos de Carl temblaban manteniendo a la joven entre sus brazos, con rapidez, partieron todos rumbo a la enfermería, esperando poder hacer algo, o solo con la leve esperanza de que nadie más fuera mordido aquel día.

Carl Grimes corrió con todas sus fuerzas, una vez dentro de la enfermería se sentó en la camilla manteniendo a Hela Mushets entre sus brazos.

── La mordieron, no podemos hacer nada.─ Susurró Denisse en dirección a Rick, quien mantenía sus ojos llenos de lágrimas al observar el estado de la niña que conocía desde que estuvieron en la prisión, Sam Anderson sollozaba de forma escandalosa entre los brazos de su madre, se sentía culpable, de verdad le dolía lo que sucedió, Hela era un persona realmente buena con ellos.

── Hey, hey.─ Murmuró el ojiazul, tocando el rostro de su mejor amiga.─ No te esfuerces.─ Dijo con suavidad al ver a la chica intentar hablar, Hela tenía una gran mordida en su cuello, otras en sus brazos, espalda y abdomen, pero la que le estaba dificultando decir sus últimas palabras era la que reposaba en el medio de su garganta.─ Está bien, cariño, está bien.─ Sollozó con dolor, dejando su frente posarse en la de Hela, la chica intentó sonreír, y muy apenas lo consiguió.─ Perdón Hela, no pude protegerte, creí que tendríamos más tiempo, si hubiera sabido de esto me hubiera dado cuenta antes, hubiera aceptado que te amo mucho antes.─ Las lágrimas bajaron por sus mejillas tal y como si fuera la peor lluvia vista en años, había tanto dolor en su pecho que hasta la respiración parecía ser ajena a sus pulmones.

Hela sentía un ardor horrible deslizarse por sus venas, como si el peor veneno la estuviera matando de forma lenta, cruel y violenta. Le dolía, pero no se arrepentía de sus acciones, había salvado a Sam, a un niño que tenía mucho que vivir, quizás ella también tenía muchos deseos para su futuro, pero no le interesaba, si tuviera que volver a hacerlo, ni siquiera dudaría en sacrificarse por el menor de los Anderson.

── Los príncipes tampoco lloran, Carl.─ Susurró entrecortadamente mientras pasaba sus suaves pulgares por las mejillas del ojiazul, intentando hacer desaparecer cualquier rastro de lágrimas. Carl agarró su mano y dejó un largo beso ahí, sintiendo como poco a poco el agarre de la castaña se debilitaba.

── Te amo, Hela.─ Y luego de aquello, la visión de la adolescente empezó a nublarse, permitiéndole al fin ser libre de aquella agonía que sintió en sus últimos minutos de vida, la muerte la devoró entre sus agarres demasiado rápido, y pronto, los ojos que alguna vez estuvieron llenos de vida se volvieron vacíos.

Hela Mushets había muerto en los brazos del amor de su vida.

Hela Mushets había muerto en los brazos del amor de su vida

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── Carl, se va a convertir

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── Carl, se va a convertir.─ Insistió Rick, intentando que su hijo entrara en razón y soltara el cuerpo de la joven.─ Debes hacerlo, ella no querría convertirse.

── Apenas la conocías, tu no sabrías que querría.─ Desafió dándole una mala mirada, Carl había dejado de llorar en el momento en que Hela perdió la vida, guardando en el fondo de sus recuerdos las últimas palabras del amor de su vida.─ Por favor, no puedes dejarme.─ Susurró totalmente roto, pasando sus manos temblorosas por la piel ya algo amarillenta de Hela.─ Solo cinco minutos más, dame cinco más a tu lado, te juro, que te diré todo lo que no pude.─ Rogó, intentando que sus suplicas fueran escuchadas.─ Si solo me hubiera dado cuenta antes de que te amaba, si solo no hubieras sido tan pura y buena como para dar tu vida por un niño que apenas conocías...

Abrazó una última vez el cuerpo inerte de Hela, sintiendo el olor embriagante a cerezas y chocolate golpear sus fosas nasales, sintió como el cuerpo de la adolescente empezaba a dar pequeños espasmos, dando indicios de que ella ya se había transformado. Los ojos de la joven se abrieron, dejando ver como el color café verdoso había desaparecido siendo reemplazado por uno amarillento, sus pecas desaparecieron entre las venas que resaltaban en sus mejillas, y su piel tan suave y llena de vida ahora se encontraba pálida, dando a entender que esa chica ya estaba muerta.

── Perdón por haberme dado cuenta tan tarde, amor.─ La pistola en su mano se posó en la parte lateral del cráneo de Hela, mientras que con su otra mano la mantenía quieta en su lugar.

Lo último que se escuchó de Hela Mushets fue la bala fundiéndose en su cráneo dejando solo a una joven sin vida, y entre sus brazos la tenía Carl Grimes; dándole al amor de su vida una última despedida.

DEAR BEST FRIEND    ꕤ carl grimes ! ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora