Capitulo 6. LA FUGA

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Sentada en la banca de una iglesia en algun lugar remoto a su entorno, al sur de la capital, Catalina sentia pasar la vida por sus ojos. Intentaba recordar como habia llegado alli, todo habia sido tan repentino que le costaba mirar atras y encontrar en los vestigios de su memoria todos los acontecimientos previos que la habían llevado a buscar aquel refugio inesperado

Miraba el crucifijo en la blanca pared revestida de una impoluta pulcritud, casi inmaculada. Las lágrimas rodaban insesantes, la consumía la angustia y la tristeza. Jamas se había sentido tan sola en el mundo como en aquel instante, donde solo su pena podia acompañarla

Cargaba con sigo el peso de la tristeza y la desepcion, siempre había sabido que su familia no era fácil, pero jamas la habia creido capaz de cruzar los limites, que pocas horas atras habian cruzado. Solo suplicaba de rodillas por la vida que germinaba en sus entrañas, ante un Dios que era casi un desconocido en su existencia. Si bien su madre, habia sido siempre una mujer religiosa que se ufanaba de su espiritualidad trascendente, de sus obras de caridad y de su intima relacion con el clero, sus acciones le habian hecho sentir a Catalina que la fe y la religion, no eran mas que mascaras con las que las personas solian disfrazar de una falsa nobleza, los demonios que las dominaban y ese era un camino de hipocresía que ella no estaba dispuesta a recorrer.

Jamas se interesó entonces por alimentar su faceta espiritual, mas bien era una asidua critica de las costumbres religiosas de la gente como su madre, cuyas acciones carecian del amor y la misericordia que los curas tanto predicaban en los púlpitos

Pero hay un momento en la vida de todo hombre en el que es consciente de su pequeñez y ese momento suele coincidir con aquellas etapas de la vida en las que se atraviesan caminos borrascosos. Situaciones en las que ni el poder, ni el dinero, ni la inteligencia, ni absolutamente ninguna fuerza humana puede intervenir para cambiar el rumbo del destino. Y cuando el hombre es consciente de su impotencia, solo una puerta se abre, solo un camino se vislumbra, solo un haz de luz alumbrando las lobregues penumbras donde el miedo parece invadirlo todo, solo la opcion de doblar rodilla y buscar en una fuerza superior a todo entendimiento, las respuestas que la racionalidad humana es incapaz de hallar. Justo cuando el ser humano reconoce esa pequeñez es cuando mas grande es, cuando al fin es capaz de entregar su carga al que hace posible lo imposible y descubre que no existe poder mas grande en el universo que el del amor

Y alli arrodillada ante aquel crucifijo solitario, Catalina comenzó a recordar los acontecimientos de aquel dia, desde que su hermano habia descubierto su embarazo ante la gelida mirada de su madre. Cuando fue inminente el peligro que corria la vida en sus entrañas, ella comenzó a suplicar al cielo en una agonica oracion silenciosa por un milagro y entonces descubrió que los angeles si existían.

Si, los angeles existian y podian ser o no esos seres alados y celestiales que habian sido usados en peliculas de ficcion y que se describian como mensajeros de Dios. Si, tal vez los angeles podian ser aquellas miticas criaturas exhuberantes y magnificas. Aunque aquel dia, Catalina supo, que los angeles también podían ser de carne y hueso, hombres y mujeres como ella que eran emisarios del amor y podían ser la luz cargada de esperanza en medio de las oscurudades del alma

Andres Mendoza entró en el consultorio de Raul. Como en camara lenta, Catalina lo vio cambiar la bolsa de suero fisiologico, revisar que su vena no estuviera obstruida e inyectar la dosis de oxitosina que comenzaría a correr por sus venas y que presionarla el trabajo de parto para el que su bebé aun no se encontraba lista.

El beeper de mendoza sonó y el medico lo revisó para leer el mensaje

- doctor mendoza la señora Martinez esta lista para la epidural, lo estamos esperando

"mierda, ¿quien dio orden de preparar la pasciente? les dije que me esperaran" murmuró Andres en su interior

- Raul, debo salir, ya le apliqué la droga a su hermana. Tengo que ir a cirugía, preparon una pasciente sin mi autorizacion, debo ir a ver que pasó
- fresco chino, valla ocupese de lo suyo y muchas gracias hombre, por todo
- ok, me retiro, buena tarde señora Josefina
- buena tarde doctor Mendoza- respondió Josefina un tanto pérdida, no podia dejar de ver los ojos inundados en lágrimas de su pequeña hija, un halo de remordimiento quizo penetrarle el alma, pero ella no se permitía arrepentimientos, sabia que estaba haciendo lo coreecto y que Catalina algún dia se lo agradecería.

EL DON DE ELOISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora