Eres Mi Esclavo (Billdip)

Capítulo # 18 [Misión: Conquista]

Pasaron unos días después de lo que había sucedido con Dipper y Bill, este había dejado tranquilo al chico por estos días por lo cual a Dipper se le hizo muy extraño, estaba siempre alerta a cualquier movimiento sorpresa, pero nunca pasó nada, lo cual eso lo dejó muy inquieto y confundido, aún así, nunca bajaba la guardia y se preparaba por si en algún momento el demonio aparecía de imprevisto para continuar con su sufrimiento, pero no hubo nada. Por otra parte, Bill estuvo aprovechando estos días para pensar en una idea de cómo podría lograr que el humano lo perdone, y peor aún que logre enamorarlo, a pesar de que sabía que el chico muy dentro de si podría estar desarrollando un sentimiento por el demonio, habían muchas cosas en su contra como el hecho de que le ha causado mucho daño y había destruido a su familia, lo cual visto por la sociedad el que terminaran juntos mostraría cierto tipo de promover el abuso en las relaciones, o que dos personas pueden estar juntas aún cuando una de ellas ha lastimado psicológica y físicamente a la otra, pero a la mierda la sociedad, esta era su historia y podía terminar junto al chico si quería pues a fin de cuentas todo esto es ficción.

Habían pasado alrededor de 4 días en los que Bill estuvo aclarando su mente y sus emociones, pensando en qué es lo que debería hacer, llegando a la idea de intentar conquistarlo a su manera, pues no conocía de otra, si todo su plan fallaba y al final no lograba nada con el chico, lo terminaría dejando libre y revertiría lo que había causado a su familia, pero la idea era realizar eso con Dipper estando a su lado, pero si no funcionaba siempre lo llegaría a hacer, es lo menos que podía hacer. A veces se preguntaba cuando es que cambió repentinamente al punto de llegar a dejar libre al chico si no lograba enamorarlo, pero ya no le ponía mente a eso, tenía otras cosas importantes que hacer.

Finalmente, el día llegó, en el que iba a empezar con su misión de conquista, todavía no tenía muy claro que iba a hacer, pero iba a improvisar en algunas cosas.

- Bill... - habló Will, su pequeño hermano, mientras miraba al rubio caminar de un lado a otro pensativo - Bill... - lo volvió a llamar, pero su hermano estaba en su mundo.

- No entiendo por qué voy a hacer esto - se decía Bill, caminando a un lado a otro de la habitación de su hermano Will mientras se jalaba los cabellos - Soy Bill Cipher, soy un demonio, se supone que debería hacerle la vida miserable no enamorarlo - hace unos días estaba decidido a enamorar al chico y había aceptado que estaba sintiendo cosas por él, pero ahora repentinamente había cambiado de parecer y se estaba arrepintiendo de lo que iba a hacer - O sea, ¿Alguna vez me viste así por alguien? - esta vez si volteó a ver a su hermano, pero para que le respondiera la pregunta - Y peor aun, por un humano, Will, un HUMANO.

- No, nunca te había visto así, ¿Pero cual es el problema? Yo me puse así cuando me enamoré de... - se puso nervioso y un leve sonrojo apareció en sus mejillas, mientras se ponía a juguetear con sus dedos - Bueno, ya sabes... El otro Dipper, y él es un humano.

- El otro Dipper es más cool, y se parece a nosotros exceptuando que no es un demonio - le respondió Bill, colocando su mano en su cintura mientras con la otra mano hacia una mueca con el dedo índice, señalando al peliazul - El de mi dimensión es un simple mortal sin poderes psíquicos que le gustan los misterios pero al ver uno se asusta.

- Eso es lo que los hace únicos, ¿No? - sonrió Will, levantándose de su asiento para acercarse a su hermano - Escucha, sé que no tiene mucha lógica que te enamores rápido de este Dipper, pero, ¿No te has puesto a pensar que quizás desde antes estaba esa atracción pero hasta ahora está saliendo a flote?

- ¿Qué? - ante esas palabras, Bill se quedó atónito y sin poder creer que eso fuera cierto - Will, creo que ya fue suficiente con tu opinión, ya callate.

- Pero si sólo es una opinión - hizo un puchero el peliazul cruzándose de brazos - Opinión que nadie te pidió - lo calló el rubio.

- Ya pues... ¿Y qué harás?