X. Pecado carnal

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Estaba a punto de nombrarse el nuevo rey de Poniente. El Rey Tommen Baratheon, Primero de su nombre... y toda la larga lista de títulos que acompañan al cargo. Su hermano pequeño se erigía en el trono y pronto lo haría también su prometida... Margaery. Tercer rey con el que se casaba la muchacha: el primero asesinado por una sombra, la sombra de Stannis; Joffrey, envenenado por un desconocido. Quién podía saber cuanto le quedaba al nuevo crío. No quería ni pensarlo, pero May empezaba a temer que la joven Tyrell estaba hechizada.

—Lady Mayleen Stark —la voz de la anciana Reina de las Espinas la llamaba desde los asientos del jardín, allí donde varios familiares de los Tyrell se encontraban a diario—, creo que aún no he tenido el placer de conoceros en persona, cariño... ¡esté quieto! No puede pasar aquí.

Con una orden, lady Olenna apartó del lugar al guarda de May. Podía vigilarla cuanto quisiera, pero no tenía potestad para enfrentarse a personas con más poder que él. De esta manera, la rubia pudo acercarse sin presiones ni teniendo que contener y controlar todas las palabras que salían por su boca.

—Encantada, he oído hablar de vos.

—¡Déjate de formalidades, niña! ¿Le matásteis? Teníais motivos de sobra cuando ese pequeño tirano os arrebató el puesto, la corona y... el amor—. Sin poder tan si quiera remediarlo, unas lágrimas descendieron por las mejillas de Mayleen al mirar a Margaery. Algo en esa joven la volvía vulnerable, quizás porque podía confiar en ambas, aunque a la vez, no las conocía lo suficiente como para explicarse y abrirles su frágil y herido corazón.

—Algo me dice que vos sí que conocísteis bien a Joff... —el hipo estaba complicándole bastante su explicación y debía parar para tomar aire— ¿cómo íbais a de-dejar que vu-vuestra dulce nieta se casara con semejante...?

—No tengas miedo, hija. Dilo.

Monstruo—. Tras pronunciar las palabras la joven Tyrell se sentó junto a Mayleen y le acarició la cabellera, peinándola. No era capaz de comprender su dolor, pero apoyarla era todo cuanto podía hacer. Incluso Olenna sintió una punzada de dolor en el pecho al escuchar el llanto melancólico. Ella tuvo una historia de amor con un Targaryen que tampoco tuvo un final feliz. De alguna manera sabía lo que debía pasar por la mente de Mayleen.

—Tenéis razón. Yo me encargué de la muerte de vuestro hermano.

 Yo me encargué de la muerte de vuestro hermano

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Era, una vez más, el día de la coronación. La mayoría fingía estar alegre y mostrar respeto al nuevo crío aún más inmaduro al que se le iba a nombrar rey, mientras que otros tan solo estaban presentes por deber, los dornienses casi lo tomaron como un insulto y los Tyrell... bueno, esa casa seguía conservando su beneficiosa posición, Tommen desposaría a la hermana de Loras, el cual se encontraba de nuevo en la capital.

—Ser Loras Tyrell, galante caballero de la Guardia Real de Renly Baratheon. ¿Qué hacéis en la capital? Imagino que no solo estaréis aquí para ver a vuestra hermosa hermana contraer matrimonio—. La rubia agarró el brazo del joven para averiguar el motivo de su estancia.

Dynasty || Juego de TronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora