Respeto, ante todo

30 9 0
                                    

Nuevo día, nueva vida. El sol aún no muestra su brillo resplandeciente de cada mañana cotidiana, el canto de los pájaros ni ha empezado a tintinear. Se ven los ligeros y pequeños rayos atravesando la fina tela de mis cortinas. Los ojos me arden y uno de ellos me dice que le cuesta abrirse por completo. Era el día perfecto, durante los minutos, o quizás segundos, perfectos.

Y ahí estaba ella. Mi madre. La señora que siempre había estado para mí, o bueno, por lo menos durante mis primeros días de nacida.

Estaba parada rígidamente en medio del marco de la puerta, tenía el ceño fruncido y eso indicaba que sería un mal comienzo del día para mí.

-Buenos días madre, ¿Cómo amaneció? –pregunté tratando de esquivar su ardua mirada-.

-Buenos días, Sofía –respondió manteniendo la postura-.

-¿Sucede algo, madre? Hoy está más silenciosa que de costumbre.

-Tienes razón -acotó-. ¿Te interesaría saber el por qué de mi semblante y mi actitud? -preguntó desafiante.

-Como usted siempre lo dice, si es de mi incumbencia, merezco saberlo.

-Me causa alegría que sepa reconocer sus derechos en esta casa, señorita. Bien, le comunicaré porque si es de su incumbencia -respondió desafiante-.

-Prosiga, madre.

-Su tía me llamó a altas horas de la madrugada, indicando y asegurando que usted le está llenando la cabeza de ideas patéticas e inservibles a su prima Alina. Hija, ¿Es eso cierto?

-Lamento informarle madre, que tanto mi prima como mi persona compartimos la misma ideología respecto a los temas de sociedad. En este caso, no entiendo el por qué otorgar toda la culpa a mí. 

-¿Está retando a su tía no presente en esta sala? Me parece muy maleducado y desubicado de su parte, Sofía. En este momento se alista y bajará al comedor principal para continuar con la charla.

-Si así lo desea.

Sin más, mi madre y preponderante ser  se alejaron haciendo sonar los estruendosos tacones contra el suelo.

Sinceramente, no eran ideas inservibles, Alina y yo estábamos hartas del comportamiento de nuestros padres. Siempre menosprecian a las personas simplemente por no pertenecer a "el nivel adecuado". Pero, el tono con el que me ha hablado hoy mi madre, me atemorizó. Es cierto que estoy prohibida de hablar de una manera inadecuada con mis mayores, pero ella nunca me había hablado tan en serio.

Barandal de madera moderna, fina y de aspecto antiguo, clásico de mi madre. Escaleras blancas, debido  a las supersticiones y la fidelidad de mi madre a estas. Clásicos cuadros colgados y perfectamente encajados en las blancas paredes. "La última cena", "La Noche Estrellada", "Las Meninas", entre otras.

A paso lento y seguro, tal y como me lo enseñó mi madre, me acerco hacia mi asiento correspondiente, dispuesta a desayunar y charlar con mi madre.

Sin titubeos y omitiendo ciertos pasos necesarios en la comunicación, decidí ser directa pese a la mirada de desaprobación de mi madre.

-¿Qué es lo que sucedió? –le pregunté segura-.

-Su tía me ha informado que Alina la ha retado por haber tratado mal a los sirvientes. –me informó- Al principio lo evité, sin embargo, tu tía dice que ese comportamiento lo ha adquirido por tus malos consejos.

-Madre, usted bien sabe que mi tía está equivocada, yo no soy capaz de imponer mis propias opiniones a los demás –me justifico- . Alina y yo hemos sido siempre así, no somos fanáticas de cómo tratan a las personas de un rango menor, tanto social como económicamente.

Vaso de Cartón - PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora