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No éramos pareja, pero tampoco solo amigues.

Nos amábamos a trazos, lo hacíamos tras los muros por si algún día tocaba el rechazo.

Nos besábamos a escondidas porque no queríamos una herida.

Y eso parecía ser suficiente para dos adolescentes que vivían día a día con la temible culpa de no poder amarse sin que fuera un tormento.

Ámame (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora