Capítulo 2: Locura.

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¡Mierda!

No, no, no. (¡El coco no!)

¡Oh! Cállate tú, ¡mente infantil!

Pensé: Maldito Brian, ¿por qué siempre se le ocurre venir a mi pieza?

Estúpido imbécil, hijo de mis tíos...


— ¡Ya poh Isi, contesta! —Dice Brian, riéndose en mi cara, como siempre.

— ¿Qué estás hablando? —digo, fingiendo una risa tonta.

— ¿Con quién hablabas?

Egstúpedoh.

—Con nadie, ¿qué ondi microondi? —vuelvo a fingir.

—Oye, estáp, si ya te pillé.

— ¿Quieres dejar de molestarme, por favor? —pregunto, enojada.

—Oye, ¡cálmate! Si ésta vez no te grabé —dice, soltando una inmensa carcajada, que inunda mi pieza y se queda pegada en mi cabeza.

Ahora sí que me enojo, los recuerdos están volviendo...


(Hace un año)


— ¡Hija ven!, quiero presentarte a alguien.

—Mamá, déjame dormir, ¡si es domingo! —trataba de convencerla, aunque sabía que sería en vano.

—No podemos dejar al invitado ahí en el livin' solo —negó con la cabeza.

—Ya, ya —bostecé—, me visto y voy —dije con una perezosa voz.

— ¡Yap! —exclamó triunfante, y luego se marchó.


¡QUE FLOJERA!

Justo a alguien se le ocurrió venir un día DOMINGO, TEMPRANO, y LEVANTARME, cuando yo debería estar DURMIENDO, y no levantándome, ¡fuck all!

Así que me levanté, me vestí, fui al baño y me lavé la cara —para quitarme la cara de trasero—, bajé al primer piso y allí estaba mamá con noséquién. Noséquién se me quedó mirando boquiabierto.


— ¿Y tú eres...? —cuestioné desganada, ignorando su mirada.

—Hola —soltó aquel chico que acompañaba a mi madre.

—Es tu primo, Isidora, del cual te hablé. Porfa compórtate. —Dijo mi madre, algo enojada (no le dieron anoche haha). —Tratalo bien —susurró en mi oído izquierdo—, acaba de pasar por una desgracia.

—Soy Brian, tú primo, vengo de Valpo , mis papás fallecieron hace unos días... Mi tía —haciéndose referencia a mi madre— me dijo que podía contar con ella, ya que allá, en Valparaíso, no tengo tantos familiares.

—Ah, buena. —Dije, desconcentrada, ¡mierda!, ¿qué dije?—. Perdón, perdón, la cagué, ¿verdad? —Brian miró hacia distintos lados, disimulando que se sintió incómodo.

—Isi —me lanzó una mirada amenazante mi mamá—, ¿y si le muestras tu pieza al Brraiean (Brian) y conversan un ratito mientras preparo el almuerzo? —asentí, al igual que mi primo, y nos fuimo' a mi hermosísima habitación de princesas (see, claro)


»


—Siéntate ahí. —Le indiqué que se sentara en mi cama mientras yo me sentaba en un sillón con el notebook en las piernas.

Sin TítuloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora