002 Steve Rogers (Pre-serum - 40's) - I Like You

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  El olor a tocino y huevos inundaba todo el dinner. Era temprano por la mañana, y las meseras se paseaban por las mesas con las jarras de café llenando todas las tazas. El lugar estaba lleno de gente y las ordenes no paraban de llegar.

La chica sacó pequeña libreta de su delantal y se acercó a una mesa que recién se ocupaba.

—Buenos días, bienvenido a Joe's, ¿Qué puedo servirle en el día de hoy? — habló sonriente y de forma animada.

Un hombre robusto de traje, con un tabaco en la boca bajó su periódico y centró su mirada en ella.

—Buenos días preciosa — saludó con un tono bastante aberrante —Tráeme el especial. Rapidito que no tengo todo el día —

Bufó con molestia ante el tono demandante del hombre. Nunca faltaban esos clientes asquerosos y maleducados. Pero como siempre, tenían que responder con amabilidad y jamás dejar de sonreír.

—Un especial para la 10 — levantó un poco su tono para que se escuchara en la cocina.

La muchacha dejó la nota del pedido en la rueda para que pudieran leerlo, y levantó la vista para chequear el reloj. En unos diez minutos sería su hora del descanso.

Se apresuró para limpiar las mesas que iban quedando sin clientes, rellenó las tazas vacías que pedían y tomó las últimas ordenes que iban apareciendo. El turno mañana siempre era el más ocupado, y como el dueño era un tirano solo era ella y Angie Martinelli, una dulce joven que soñaba con ser actriz.

—Voy a tomar mi descanso — avisó dejándola a cargo.

T/N se quitó el delantal y lo colgó, para salir de inmediato a la puerta trasera que daba al callejón. Tomó su cajetilla de cigarros y encendió uno comenzando a fumarlo.

Se escucharon unos pasos acercarse y ella sonrió de inmediato al saber de quien se trataba. Steve Rogers. Siempre venía a visitar a la dulce joven en sus descansos, o cada vez que podía se sentaba en una mesa y pedía algo con tan solo de estar con ella unos segundos del día. Por su parte, la chica suspiraba por él. Realmente estaba enamorada. Pero Steve Rogers era muy tonto para darse cuenta que su amor sería correspondido si se confesaba.

—Hey, T/N — saludó tímidamente.

—Hola Stevie — sonrió en respuesta y apagó el cigarro tirando la colilla a la basura.

—¿Cómo estás? —

— Ya sabes...otro día sin enlistarme — frunció el ceño ligeramente y miró a la chica — ¿Tú? ¿Mucho trabajo? — metió sus manos en los bolsillos.

—Steve, estás haciendo lo imposible por entrar. Se que tendrás una oportunidad — ella se encogió ligeramente de hombros ante su pregunta — Ya sabes, lo típico. Un par de clientes groseros y la gente llenando el lugar. Tuve pocas buenas propinas. —

—¿Qué tal si pasamos y me sirves algo? Prometo no distraerte y darte las mejores propinas —

Asintió con ligereza.

—Uno de los mejores clientes —

Steve le abrió la puerta dejándola pasar primero, y luego la siguió. Tomó lugar en una de las mesas vacías y ella de inmediato fue a la cocina. Pidió permiso para preparar una comida y comenzó a hacerle el desayuno a Steve. No hacía falta que le preguntara que era lo que quería, siempre pedía lo mismo.

Una vez los panqueques listos, los llenó de miel y sirope, formando una cara feliz en la cima. Colocó crema y frutillas a los costados, y se dirigió a la mesa donde estaba Steve con una taza humeante de café.

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