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     Las preliminares para la tercera etapa de los exámenes chunin habían oficialmente concluido, por lo que los doce finalistas tenían aproximadamente cuatro semanas para preparar nuevas técnicas con las cuales hacerse de la victoria en las batallas finales. Kenji y Naruto estaban especialmente impacientes por comenzar su entrenamiento, pero primeramente debían hacer una parada.

Los miembros restantes del equipo siete y nueve se hallaban en la recepción del hospital de la aldea a la espera de que los dejasen pasar a ver a los Uchiha, incluida Shiro, la cual había sido dada de alta hace tan solo unas horas.

—¿Dónde está la habitación de Sasuke y Kai Uchiha? —preguntó Naruto a la chica de la recepción.

—Lo siento no se permiten visitas.

—¿Cómo que sin visitas? —reclamó Kenji.

—Son las reglas.

—Chicos cálmense, estamos en un hospital —se oyó a sus espaldas.

—¡Kakashi-sensei! —gritó Naruto para correr y ponerse delante de él—. ¡Me da gusto verlo de veras...! Quiero pedirle un favor.

—Alto ahí, ya sé lo que vas a pedirme, así que ya busqué a alguien que pueda supervisar tu entrenamiento para la final —le interrumpió el peliplata haciendo que el rubio frunciera el ceño.

—¡Un segundo! ¿¡Por qué usted no me va a entrenar sensei!? —lo apuntó de forma acusatoria.

—Tengo otro asunto pendiente, no tengo tiempo para ti Naruto.

—¡Ajá! ¡Usted si va a entrenar a Sasuke cierto sensei!

—Ya, ya, no te quejes. Escucha, te encontré un mejor maestro que yo.

El mayor le explicó que un jonin de élite se encargaría de su entrenamiento, sin embargo, el de ojos azules estaba reacio a aceptarlo ya que al parecer tenían disputas pasadas sin resolver. A un lado de ellos Kenji y Shiro se aproximaron a Kento, quien se acercaba a paso tranquilo por el pasillo.

—¡Kento-sensei! —alzó la mano Shiro—. ¿Cómo está Kai?

—Durmiendo plácidamente —sonrió el mayor.

Ambos genin pusieron expresión resignada por la escasa información, pero confiaron en que su compañera estaba bien.

—¡Kento-sensei! —el de hebras verdes puso la espalda recta e hizo una posición militar—. ¡Por favor entréneme para la final!

El jonin ensanchó su sonrisa y copió su postura para seguirle el juego.

—¡Por supuesto mi querido alumno!

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