6.

280 30 3
                                    

Su tono sonaba tan definitivo que lo aterrorizó.

—Si podemos. Hemos pasado por mucho juntos ¿Por qué no habríamos de ser capaces de salir de esto también?

Minho se apartó brevemente. Kibum podía decir lo difícil que era para él decir lo siguiente.

—Porque yo no siento por ti lo que tú sientes por mi, Kibum. Simplemente no, y me parece que no puedo cambiarlo.

Kibum dio un paso atrás, sin aliento, como si lo hubieran pateado en el estómago.

¿Había él de alguna forma dejado de amarlo y no lo sabia?

—Ya… ya veo…— se las arregló para decir.

Él se froto la frente con la mano y continuó.

—Sé que está mal, porque no es lo que quieres, pero no puedo convencerme de eso. Cada vez que te miro, te quiero. No como un amigo. Te quiero en mis brazos. Te quiero en mi cama. Te deseo todo el tiempo.

El mundo de Kibum se desmoronó de nuevo, por segunda vez en menos de un minuto.

Minho continuó, como si ahora que había empezado, no podía parar.

—Sé que nunca has pensado en mi de esa manera. Y, después de esta noche, después de que aún no me quieres a pesar de lo bien que estuvimos juntos, voy a tener que aceptar que nunca lo harás. Pero me parece que no puedo cambiar lo que siento, y siempre se interpondrá en nuestra amistad.

Kibum no podía pensar, no podía respirar, no podía hablar. Sus piernas no estaban haciendo un buen trabajo manteniéndolo de pie, así que se deslizó por la pared hasta sentarse en el suelo.

Minho se sentó a su lado, apoyándose contra la pared igual que él.

—Supongo que esto quiere decir que estas sorprendido— dijo, sonando un poco más como Minho ahora —pensé que mis sentimientos habían sido lastimosamente obvios por un largo tiempo, pero creo que no— se sentaron en silencio durante un minuto entero. Kibum podía oír sus respiraciones en la tranquila habitación —Kibum — dijo al fin —No estoy tratando de apresurarte, pero si no dices algo pronto voy a tener un infarto.

Una risa ahogada lo sorprendió, pero la diversión no lo distrajo durante mucho tiempo. Kibum necesita desesperadamente explicarle algo a Minho, y no estaba seguro de cómo hacerlo.

—Yo… yo te quiero.

Él parpadeó.

—¿Qué?

—Dijiste que no te quiero, a pesar de lo bien que estuvimos juntos. Y la verdad es que… lo hago. Lo hago— Kibum no podía mirarlo, así que se centró en uno de los pedales reclinados de la bicicleta.

Obviamente Minho sabía que no había terminado.

—¿Pero?

—Pero— se obligó a decir —estoy asustado.

—Dime de que estas asustado.

—Estoy asustado de saltar a algo impulsivamente y luego perderlo todo.

Minho se acercó y colocó sus brazos alrededor de él, tirando su cuerpo contra el suyo. Kibum se acurruco contra él, a pesar de su camisa sudada.

—Yo no creo que eso vaya a suceder, Kibum.

—¿Cómo lo sabes?

—Bueno, han pasado catorce años, así que no estamos realmente saltando a cualquier cosa por impulso. Ha tardado mucho en llegar.

—Si, supongo.

—No soy como tu padre, ya lo sabes.

Kibum respiró fuerte.

Una noche con mi mejor amigo (Minkey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora