Celebrando un amargo reencuentro

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Celebrando un amargo reencuentro

"Lucy..."

Marina quedó pasmada e incrédula, no podía ser, ¿Lucy? ¿"Esa" Lucy? ¿En verdad?. Pero... ésta chica era tan distinta, la última vez que vio a Lucy, ésta era sólo una adolecente que más parecía una niña pequeña, que bien podía pasar por un niño... Pero ésta chica frente a ella, era a todas luces toda una mujer.

La miró sin encontrar un rasgo que le recordara a la Lucy del pasado, hasta que la miró a los ojos, esos mismos ojos fieros, esos ojos no tenían igual, esa era Lucy. De pronto Marina también sintió que le hervía la sangre, no tenía un motivo en concreto y tenía muchos al mismo tiempo, ninguno coherente, pero eso no cambiaba el odio irracional que de repente la recorría al reconocer a Lucy.

"Lucy... -había vuelto a pronunciar casi en un siseo y hubo silencio unos segundos–. ¿Qué estás haciendo aquí?" –preguntó con desdén, aunque por dentro, ávida de saber si acaso la pelirroja tenía una respuesta.

"Lo mismo podría yo preguntarte. ¿De vacaciones?" –irónica y retadora fue la respuesta.

Vaya encuentro más triste, las que una vez fueran grandes amigas, las que una vez habrían dado su vida por la otra, hoy se reencontraban después de tantos años como enemigas. Después de un incómodo silencio Marina habló de nuevo.

"¿Hacia dónde te diriges?" –Marina deseaba saber si acaso Lucy sabría algo que la pudiera ayudar también a ella, pero no iba a pedir ayuda directamente, no a ella.

"Voy al castillo"

"¿Sabes dónde está?" –se burló.

"Según me han dicho a unos kilómetros de ésta ciudad"

"Sí, son las señas que tengo"

"¿También vas para allá?" –inquirió Lucy, aunque no le extrañaba.

"¿Se te ocurre una mejor idea? Es lo único en lo que pude pensar"

Ninguna de las dos atinaba a sugerir ir juntas.

"Bien, tengo prisa." –dijo Marina emprendiendo camino de nuevo y pasando de largo a Lucy, su actitud y lenguaje corporal de ninguna manera parecían decir "sígueme" o "ven conmigo". Era obvio que no quería a Lucy a su lado, y claro que Lucy entendió bien el mensaje.

Lucy la miró alejarse, meneó su cabeza en negativa y continuó también su camino.

...

Anais estaba tan cansada, no había recorrido ni media ciudad y todavía le faltaba un largo tramo.

Castillo Siete Torres...

En el castillo las familias de Ascot, Caldina y Latis convivían amenamente.

"¡Oh no lo hubiera imaginado!" –la risa de Pacifica tintineaba en el salón ante una de las historias del pasado que le contaba la vivaz Caldina.

Era una historia sobre su ex holgazán marido Latis, quien siempre prefería dormir sobre un árbol antes que cumplir con su deber como comandante del ejército de Céfiro. Claro también se pavoneaba de cómo su maridito el buen Ráfaga, había hecho un mucho mejor trabajo en ese puesto.

Todo mundo sonreía de sólo oírla hablar, hasta Latis.

...


Por otro lado, Clef se había marchado ya a hacer los preparativos con ayuda de sus mejores pupilos, pupilos de ocasión, pues había hecho una excepción con esos jóvenes de gran talento y de cuando en cuando les daba una importante catedra, pero él se había retirado ya hacía mucho de la enseñanza activa.

Guerreras Mágicas: La nueva historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora