Advertencias: fluff y cosas bomnitas
Luego de Hoseok, vino Jungkook.
Con la llegada de navidad, llegó también el invierno y las lluvias. Yoongi estaba volviendo de la universidad, con una bolsa llena de avellanas que le compró a Hoseok, cuando se encontró con una pequeña caja metida entre dos basureros.
Fue pura casualidad, porque Yoongi se acercó a botar el vaso de plástico del café que se compró, cuando bajó la vista a la caja y se encontró con un pequeño niño metido dentro de la caja. Tenía la ropa empapada gracias a la lluvia y sus ojos se encontraban llorosos, temblando por el frío, pero con la vista baja. Yoongi sintió su estómago contraerse al notar las orejitas de conejito blancas, caídas contra el cabello café del niño. No vestía más que una playera sucia y raída.
Por dios, ¿qué demonios? ¿Qué mierda le pasaba a la gente?
Sin dudarlo un poco, se inclinó y tomó en brazos a ese niño, que se veía más pequeñito que Hoseok, como de cuatro años. El niño no protestó, sólo volvió a temblar, y Yoongi lo acomodó como pudo bajo su chaqueta, importándole poco si quedaba mojado por el agua. Se apuró en ir hacia su casa, sabiendo que el pequeño iba a enfermarse si seguía así, y rogando tener algún medicamento en su botiquín de emergencias.
Entró al departamento, viendo a Hobi observar a las tres pajaritas. Entró muy deprisa, y Hoseok se sobresaltó al verlo aparecer, así que no le sorprendió que corriera a esconderse detrás del sillón. A pesar de los meses con él, todavía se asustaba un poco si Yoongi aparecía tan de sorpresa. A veces, se transformaba en una ardillita y corría a ocultarse: su lugar favorito era un cajón del mueble de la televisión, asomando la cabecita para ver a Yoongi moverse por el cuarto.
El mayor no lo tomó en cuenta, yendo al baño para limpiar al pequeño niño-conejo en sus brazos, que seguía temblando sin emitir sonido alguno.
Echó a correr el agua en la tina, buscando una toalla con la que secarlo. Hoseok se asomó en ese momento.
―¿Señor Yoongi? ―preguntó, tímido.
―Hobi, ¿puedes ayudarme? ―le preguntó, moviéndose para mostrarle al niño que metió en la tina, desnudo―. Necesito unos calcetines y una playera, de las mías.
Hoseok desapareció y volvió unos segundos después, con lo que le pidió. La ardillita también llevaba sólo calcetines con una playera, además de un bóxer que Yoongi le compró. Se veía muy dulce y tierno así.
―Qué pequeñito ―dijo Hoseok, asomándose en la tina. El niño conejito lo miró, frunciendo el ceño.
―No ―habló, con voz chillona―. ¡No!
Yoongi se sintió un poco aliviado de que hablara, por lo menos. Temía que estuviera demasiado asustado por la situación, pero parecía haberse acostumbrado bastante bien al lugar. De seguro se estaba dando cuenta de que ya no estaba más bajo la lluvia.