Condenados

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Tus vulnerabilidades, se las enseñas... no sabes porqué, e ingenuamente crees que va a quedarse a tu lado a pesar de saber quien eres. Esa es la ilusión con la que vivimos nosotros los seres humanos, somos incapaces de entender que el amor está lejos de ser generoso. Me regaño porque debi comprenderlo a los 12, cuando lloré tan fuerte que sentía que iba a transformarme en una enorme masa acuática, en una lágrima gigante. ¿No es esa la naturaleza de todos, siendo 70% agua? Somos lágrimas gigantes que chocan unas con otras... Pero... volviendo al punto... debi saberlo entonces, cuando en lugar de abrazarme, mi madre me dedicó una mirada estoica y me dijo "No llores" en tono de orden...

El amor no es generoso, ni el que doy, ni el que me ofrecen.

Hoy es de esas noches en las que la vida se me hace eterna, mis manos tiemblan por el frío, pero, con amargura noto que no es un frío nuevo, la ciudad se ha transformado en este pequeño pedazo de infierno helado donde abundan las lluvias torrenciales, las granizadas y todo fenomeno climatológico que vuelve a la tierra estéril y a mucha gente en esto que soy yo, y que fueron mis padres.

Debi darme cuenta de que sólo existe una forma de amar para todos, aquella que está lejos de mi alcance por ser lo que soy.

No puedes culpar a un girasol por buscar la luz, está en su nombre, gracias a ello se mantiene con vida, y en esta metáfora yo vendría siendo algo parecido a una sombra... asi de baratas estan mis analogías hoy.

Con el paso del tiempo ya no busco desesperadamente el amor de alguien, no porque no lo necesite, es que siempre lo vere como un regalo lujoso al que voy a llorarle... Me he rendido, asi como la niña que era yo, se resignó a no esperar el abrazo de su madre.

Hoy es de esas noches que la vida se me hace eterna...
Supongo que a los solitarios y seres helados de esta ciudad, sólo nos queda cerrar los ojos, abrazarnos a nosotros mismos, replicar una posición fetal, y embriagarnos de sueño, hasta que una sensación falsa de descongelamiento o liberación se asome... Al final de cuentas, sólo a ello podemos aspirar nosotros los condenados

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