Capítulo 3

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Las cosas siempre pasan por algo, las decisiones cambian en cuestión de segundos, y, por ende, el futuro siempre es completamente incierto.

La mañana siguiente había sido muy tranquila. Todos ayudamos a pasar las cosas del sótano al ático. Cajas y cajas llenas de objetos muy viejos que pertenecían dueño original de la cabaña aparecían sin parar.

Terminamos antes de mediodía, por lo cual pudimos descansar un rato antes de que Dion hubiera terminado de preparar la comida.

Nova y yo entramos a mi cuarto para esperar un rato, recostadas en mi cama.

-Deberías considerarlo – dijo Nova a mi lado. – Se me ocurrió que tal vez podría hacerte un arnés, algo para mantener tus alas en su lugar.

¿Un arnés? Realmente no era mala idea pero seguramente iba a ser muy incómodo.

-No suena... ¿mal? – la miré confundida.

-Puede que sea un poco incómodo, sí – comentó mientras se sentaba mirándome con entusiasmo – intentaré hacerlo lo más cómodo e invisible que se pueda.

Sonreí, realmente no quería hacerlo pero muy probablemente iba a ser la mejor opción.

-De acuerdo, podemos ir por materiales después de comer – desistí.

Nova celebró de emoción y después de un efusivo abrazo desapareció de mi vista.

Mis alas empezaban a sentirse ajustadas en mi espalda.

La ropa se sentía demasiado apretada haciendo que la espalda comenzara a molestarme. No podía imaginar cómo se iba a sentir tener un arnés forzándolas a mantenerse quietas por tanto tiempo.

La comida estuvo lista minutos después. Comimos mientras organizábamos los entrenamientos. Cada quién tendría una hora designada, intentaríamos tener ejercicios parecidos a los de nuestros entrenamientos en el fuerte.

Una hora era suficiente para evitar los dolores de cabeza, al igual que la ansiedad, el dolor de cuerpo, la fiebre y por último la locura; si un humano nos veía en aquel estado pensaría que somos adictos de alguna droga.

Cabe mencionar que yo ya estaba en la etapa del dolor de cuerpo pero me había acostumbrado, y en realidad, no le daba la importancia necesaria, con tal de mantenernos fuera de riesgo. Pero si seguía así la fiebre me tumbaría en cama, dándoles a entender que les había estado mintiendo.

-Decidí seguir con la idea de Dulanea – dije mientras recogíamos la mesa.

Todos me miraron con sorpresa, miré a Dion y parecía molesto.

-Si no lo hago seguirá la ansiedad, luego el dolor de cuerpo, la fiebre y bueno, lo demás... - dije con una voz más segura – No me encanta la idea, pero ustedes mismos lo dijeron, no me puedo quedar sentada.

-Creo que serás una buena veterinaria – dijo Dulanea entre risas.

Todos reíamos, o eso pensaba, Dion parecía molesto e intentaba evitar la conversación.

-Podrías pasar por la veterinaria cuando vayamos por "ya sabes que" – dijo Nova mientras se divertía con el suspenso.

Ella amaba tener pequeños secretos conmigo, la hacía sentirse mayor. Desde que era pequeña le gustaba hacerlo y durante 17 años no era algo que hubiese dejado de hacer.

-Las llevo, Xahi nos acompañas – dijo Dion poniéndose las botas.

-¿Acaso eso es pregunta? – Xaih le susurraba a Nova mientras ella reía y negaba con la cabeza.

Los Protectores de AuboriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora