Capítulo 4

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La mañana siguiente fue muy corta, todos seguían dormidos cuando yo desperté, hice un poco de entrenamiento físico en el sótano antes de desayunar e irme a la veterinaria.

Dion me esperaba en el final de las escaleras cuando fui a lavarme los dientes.

-¿Estás lista? – preguntó mientras me ponía la mochila que había preparado justo al despertar.

-Supongo, estoy dudando de mis decisiones en este momento – dije en broma.

Dion rio en lo bajo.

-Anda, ponte las botas y yo te llevo – dijo tomando las llaves de la camioneta.

Sin protestar me puse las botas y tomé uno de los gorros del perchero.

Salimos de la cabaña y la neblina de la mañana aún tapaba parte de la superficie, el rocío en los árboles goteaba de vez en cuando y una brisa helada soplaba entre mis dedos.

Ambos entramos a la camioneta y tomamos camino hacia el pueblo. Dion iba concentrado en la carretera e iba con demasiado cuidado. Yo simplemente intentaba mantenerme tranquila y omitir los pensamientos paranoicos de mi mente.

Mi cerebro siempre estaba pensando en los pros y contras de las situaciones y normalmente había demasiados contras y esa decisión definitivamente no era la excepción.

Al llegar a la veterinaria ya se había soltado un poco la lluvia y Dion estacionó la camioneta justo al frente del local para que me mojara lo menos posible.

-Gracias por traerme – dije antes de abrir la puerta.

-Si necesitas algo llámame, o al teléfono de casa, estaremos al pendiente.

Asentí con una sonrisa despreocupada y baje corriendo. Logré escuchar la camioneta avanzar y tomar camino de regreso a la cabaña.

Al entrar a la veterinaria la campanita de la puerta me recibió, las luces del recibidor estaban apagadas y un destello de luz artificial se filtraba por las puertas de atrás del recibidor.

Escuché a Francis hablarme para que fuera a la parte trasera. Su voz fue interrumpida por un par de ladridos. Me dirigí a la parte del consultorio y al entrar me encontré con Francis en el suelo buscando algo en unas puertas.

-Buenos días – dije dejando las cosas en una mesa a un lado de la puerta.

La habitación estaba llena de pequeños espacios para los animales, algunos estaban llenos con perros, hurones, gatos e incluso hámsteres.

-Lekssa, bienvenida – dijo él mientras intentaba levantarse con varias cosas en las manos.

Me acerque y le quité las cosas para ponerlas en la mesa de un lado.

-Gracias, ha sido una mañana complicada.

Francis parecía cansado, otra vez se le notaban las ojeras y la preocupación parecía tenerlo agotado.

-¿En qué te puedo ayudar? – ofrecí.

-La verdad es que no quería meterte a esto de la nada pero, agarra las toallas del segundo cajón y acompáñame – dijo tomando un montón de bolsas con vendas.

Me quité el abrigo y confirmé que el arnés estuviera bien puesto bajo la sudadera. Me sorprendió lo natural que se veía.

Tomé las toallas que me pidió y salí tras de él al estacionamiento.

La lluvia estaba calmándose pero seguía empapando nuestra ropa.

El doctor Francis abrió la puerta de una camioneta y maullidos comenzaron a escucharse. Era un gatito, cuando me asomé me percaté de lo lastimado que estaba y lo que significaban sus maullidos.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2021 ⏰

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