𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐

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Madeleine no estaba acostumbrada a estar quieta siempre estaba de aquí para allá nunca se quedaba en un sólo lugar por ello desde el día que regresó del hospital no se sentía cómoda estando sentada todo el día

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Madeleine no estaba acostumbrada a estar quieta siempre estaba de aquí para allá nunca se quedaba en un sólo lugar por ello desde el día que regresó del hospital no se sentía cómoda estando sentada todo el día. Nunca había pasado algo igual las veces que le pidieron estar en cama por alguna herida o enfermedad pareciera que moriría por estar allí.

Podía moverse con lentitud pero sus guardaespaldas insistieron que se quedará quieta hasta que la herida sanará sin embargo sabían que llegaba a ser tan terca no les haría caso. Lo que aún lograba olvidar eran aquellos ojos dorados con los cuales había hecho contacto, la pálida piel del doctor lo acreditaba a que el sol no salía y aquellas finas facciones que no olvidaría en su vida. Recordando aquello un escalofrío recorrió su espalda haciendo que se abrazara a si misma.

Alan esperaba pacientemente a la famosa mujer que les ayudaría en la cocina, no mal entiendan pero ambos jóvenes tenían nula capacidad culinaria. Un auto estacionándose afuera hizo que Davin y Petra salieran para averiguar quién era, desenfundaron sus armas apuntando al desconocido.

- Salga del auto lentamente y levanté las manos - pidió la mujer.

Una mujer pálida salió del auto con lentitud, Davin se acercó bajando el arma al darse cuenta que es a quien esperaban.

- Uno de mis hombres revisara su vehículo, sígame. - pidió con cautela.

- ¿Debía informar que ya estaba llegando? - cuestionó la fémina.

- Sí, fue error nuestro no haber explicado ese punto señora Cullen. - explico la pelirroja - Antes de entrar se tendrá que someter a un control de seguridad.

- Todo lo que vea o escuché se quedará aquí, no puede decir lo que sucede a personas terceras ya que será acreditada a una multa o un juicio en la corte. Tal y como lo estipula su contrato. - el pelinegro informo.

- Se le presentará a las dueños de esta casa - comunico mientras caminaban al interior de la residencia.

- ¡Alan! - se escuchó un grito femenino.

- ¿Ahora qué hice?

- Tú... Te comiste mis galletas - reprochó la castaña.

- Alto, ni siquiera sabía que eran tuyas - se defendió el pelinegro.

- ¿Sabes qué? Olvídalo - pidió con calma.

- Suelen ser infantiles en ocasiones. - siseó entre dientes Petra.

- Entonces señora Cullen... - comenzó Davin.

- Dígame Esme - pidió con dulzura.

- Bueno Esme tu tarea solo consiste en preparar las comidas, no se te pedirá que realices algo más. - explico Petra.

Esme examinaba cada rincón de la casa apreciando que tenía una bonita decoración, a lo lejos pudo observar a un joven que leía un libro creyendo que sólo se encontraba él, subieron las escaleras, deteniéndose en una puerta blanca de madera. Uno, dos toques.

Madeleine | Carlisle CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora