Capítulo XV

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Rebekya se impulsó con su pierna derecha para correr, tardando un poco más de lo que tenía pensado debido a que el hielo resbalaba demasiado, pero empezó a correr delante del dragón, llamando la atención de este.

-Esto nunca me ha salido bien... Pero esta es mi oportunidad... -pensó la chica mientras seguía corriendo, estando atenta a la criatura.

El dragón agitó sus alas y bajó su cuello para tratar de morderla mientras esta volaba por los aires por la potencia del aire arrastrado por las alas del dragón. Sin embargo, Rebekya aprovechó esto para, mientras volaba, aún enganchada al cuello del dragón, recoger los ganchos, acercándose rápidamente al cuello de la criatura, pues los ganchos estaban bien enganchados en las escamas del dragón. Este miró a Rebekya impulsándose hacia su cuello y escupió una gran masa de viento helado, buscando congelar a la chica, pero esta lo esquivó por muy poco y se enganchó con las dagas al cuello del dragón para no caerse.

-¡Tenemos que ayudarla! -exclamé pensando en alguna idea.

-Aunque ella lo estuviese entreteniendo, es una hembra, es demasiado grande, no llegamos a su trengüill. -añadió Nargan.

Pero cuando Nargan dijo eso, lo vi todo claramente.

-¡Eso es! -exclamé.

-No tiene que entretenerlo ella, porque nosotros no llegamos. Tenemos que entretenerlo nosotros, porque ella sí que llega al trengüill. -expliqué mirando como el dragón trataba de morder a Rebekya mientras ésta se intentaba mantener en pie en su cuello.

-¡Heeeeeey! ¡Mira aquí, dragona asquerosa! -exclamé corriendo hasta acercarme un poco a la criatura, agitando mis brazos para llamar su atención.

-¿Qué está haciendo...? -preguntó Daylor mirándome extrañado.

-Está loco, por completo. -añadió Vylleinor.

En ese momento, cuando la dragona me miró a los ojos, acercando su hocico hacia mí mientras mostraba sus afilados dientes, recordé lo que ocurrió con el Nykesall, y cuando esta abrió sus fauces para escupirme su aliento helado y congelarme, puse mis dos brazos en cruz ante ella, mostrando las muñequeras. Al escupirme el viento helado, fue algo extraño, pues no me llegó ni una sola pizca de brisa, y cuando aparté los brazos y volví a mirar, el viento había impactado sobre su gran boca, congelándosela en el momento.

-¡Ja! ¡Rebekya tenía razón! ¡Son muñequeras mágicas! -añadí saltando con emoción.

Mientras tanto, Rebekya se deslizó por su largo cuello hasta llegar a la cabeza, donde se sujetó a sus cuernos, y con los ganchos quedó recolgando desde uno de los lados de su cuello, balanceándose hacia su trengüill, en el cual le clavó ambas dagas cuando tuvo oportunidad de hacerlo, sin pensárselo dos veces. Tras unos segundos agonizando, el dragón acabó con la boca congelada, sin poder mover sus mandíbulas, y con el trengüill cortado, por lo que acabó muriendo y quedando el cadáver encima del hielo.

 Tras unos segundos agonizando, el dragón acabó con la boca congelada, sin poder mover sus mandíbulas, y con el trengüill cortado, por lo que acabó muriendo y quedando el cadáver encima del hielo

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Cuando Nargan se acercó al cadáver del animal, lo acarició durante unos segundos, comprobando que este estaba completamente frío, aunque era lógico, si se trataba de un dragón de hielo. Sin embargo, los poderes de los elfos salieron a la luz, cuando Kaylor y Daylor notaron algo con su poder de intuición.

-Está a punto de pasar algo malo... Lo presiento... -murmuró Daylor.

-Yo también lo presiento. -dijo Kaylor mirando a su alrededor, pensando que el peligro podrían ser enemigos o algo así.

Sin embargo, yo fui el primero en notar que el hielo debajo del dragón, debido al peso de la criatura, se estaba agrietando a gran velocidad.

-Es suelo se va a romper... -murmuré.

-¡El suelo se va a romper! -exclamé, llamando la atención de todos los allí presentes.

-¡Corred hacia la orilla del lago! ¡Corred! -añadí corriendo hacia la derecha, en dirección a la orilla más cercana.

-¡Vamos! ¡Hacedle caso, corred! -ordenó Nargan al ver que todos se quedaron mirándole, esperando órdenes.

El suelo de hielo debajo de nosotros se empezó a agrietar rápidamente, indicando que no tardaría mucho en romperse y que debíamos ir con cuidado. Pero aún así, seguimos corriendo, para llegar lo antes posible a la orilla. Yo fui el primero en llegar, después llegaron los hermanos elfos, después Leisek, Nargan y Rebekya, y por último, Vylleinor, al ser un enano y tener más peso que los demás, llegó el último.

-¡Vylleinor! ¡Cuidado! -exclamó Kaylor señalando el hielo debajo del enano, el cual estaba a nada de romperse.

Sin embargo, el enano saltó con todo el impulso que pudo hasta poder llegar a la orilla, cayendo en tierra firme, junto a nosotros, llenándose la barba de nieve.

-Por poco no llegas, amigo. -dije ayudándole a levantarse mientras él se limpiaba la barba y un poco de su ropa.

Al mirar al lago helado, vimos como el hielo se desprendía y se rompía con velocidad, y como el cadáver del dragón se hundía en el agua helada del lago.

-¿Sigues pensando que no fue buena idea venir con nosotros? -me preguntó Nargan.

-Sí, lo sigo pensando, por dos motivos. -contesté.

-Uno: Si no llega a ser por Rebekya, habríamos muerto ahí mismo; Dos: ¡Siempre pasamos por sitios donde hay animales peligrosos! -

-Esto solo es el principio, acostúmbrate, amigo mío. -me dijo Kaylor tocándome el hombro.

Mientras los demás se alejaban hacia una colina para ver a dónde nos llevaba la luz de Nylliakal, la mayor estrella de Throndill, yo me quedé quieto mientras Kaylor seguía tocándome el hombro.

-Ey. -me dijo para llamarme la atención, por lo que le miré, aunque se me notaba en los ojos que me quería marchar, que estaba harto de todo eso, del peligro, quería estar relajado.

-Lo estás haciendo muy bien, Neith, no tienes por qué preocuparte. -empezó diciendo Kaylor.

-Mira, tú has tenido la idea de distraer al dragón y de cubrirte con las muñequeras para ver si podías hacer algo. Lo has hecho genial. Da igual si Nargan y Leisek son un poco duros contigo al principio, con nosotros también lo fueron, y míranos ahora, amigos inseparables. -

-No quiero seguir corriendo riesgos, no quiero que la muerte me espere en cada esquina, quiero volver a una vida tranquila, quiero recuperar mi vida... -murmuré mirando el elfo a los ojos.

Kaylor tuvo que agacharse un poco para poder mirarme directamente a los ojos, pues era más alto que yo, y me agarró de los dos hombros con sus manos.

-No tienes de qué preocuparte, Neith. Mientras ellos sean duros contigo, yo te apoyaré y te ayudaré con lo que sea necesario, ¿De acuerdo? -me dijo con una sonrisa en su rostro que me inspiró mucha confianza.

-De acuerdo... -contesté sin poder evitar sonreír un poco.

-¡Kaylor! ¡Neith! ¡Vamos, venid! -exclamó Daylor.

-¡Ya vamos! -contesté con la poca potencia en la voz que me quedaba, la cual no era mucha.

Throndill: El Secreto Del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora