Solo necesitaste una sonrisa.
Una jodida sonrisa y ya me tenías a tu merced.
Hubiera hecho lo que sea por ti.
Te perdone todo,
Cada caricia a cuerpos pasajeros,
Cada frase, que clavabas como cuchillos en mi pecho.
Pero abrí los ojos, cariño,
Y entendí que ningún "lo siento" arreglara el daño que me haz hecho.