4: Grietas

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Pov Yugi...

Ambos nos encontrábamos riendo en su pequeña sala de estar. Estábamos tomando unas bebidas de Ichi, sin alcohol por supuesto, y comiendo unos bocadillos que habíamos preparado juntos.

— ¿Realmente hizo eso? ¿A quien se le ocurre?— cuestioné casi llorando de risa.

— ¡Lo sé!— dijo con diversión— en ese momento fue incómodo pero después nos reíamos mucho por eso.

— No creí que él fuese tan tímido.— mi risa se había detenido por un momento— Quiero decir, Yuya era tan seguro de sí mismo. No recuerdo un solo momento en el que haya dudado de alguna decisión.— miré a Yuto quien sonreía con un brillo particular en sus pupilas.

—Ese era mi Yuya sin duda.— su tono de voz se había vuelto melancólica— Cuando le detectaron su falla cardíaca, me había preparado mentalmente para reconfortarlo todo lo posible pero... Quien terminó siendo reconfortado fuí yo— río— Yuya se miraba tan decidido a seguir adelante y aceptar su condición... Es como si hubiese encontrado una motivación para vivir. Seguía el tratamiento al pie de la letra, de alguna manera lograba conseguir el dinero necesario para pagarlo. Claramente yo ayudaba a solventar sus gastos pero él insistía en que me detuviera. Finalmente su familia se enteró, fue cuando lo mandaron al Programa de internado para su tratamiento. Me dolió mucho su regreso a Tokio pero era necesario.

— No me extraña que no haya querido preocupar o molestar a nadie. Cuando lo conocí en el hospital le pidió a la enfermera un cambio de cama. Me dió la cama que daba a la ventana para animarme cuando yo estaba deprimido. Siempre tan generoso... Ponía el bienestar de otros antes que el suyo...

— ... Lo sé...

Un breve silencio inundó el apartamento pero no era incómodo, al contrario, parecía ser en honor a la gran persona que ambos chicos habían tenido el gusto de conocer.

— Iré a Tokio en unos días o... Semanas. Debo preparar unas cosas antes de irme.

— ¿Sabes dónde está su sepultura?

— En su carta me lo contó todo. Me dijo el lugar exacto ya que le dejó una carta a su familia con sus últimos deseos, entre ellos, su lugar de descanso.

— Y lo respetaron. Su madre me pidió acompañar a la familia en su despedida. Ella dijo que ese lugar había sido uno de sus últimos deseos de su hijo...

— Yuya tenía previsto que su familia no me avisaría nada. Por eso me dejó la carta. Después de rudo su familia...

— No te aceptaba... Lo sé.— interrumpí— Yuya me contó todo. Teníamos mucho tiempo libre ¿Sabes?— bromeé y el sonrió— aprovechamos todo ese tiempo. Él era apenas unos años mayor que yo pero me hizo ver muchas cosas. Me enseñó a vivir sin miedo y sin dolor. Me pidió que aprovechar cada minuto de mi vida y que no perdiera un segundo más recostado en una cama. Si no fuese por él, nunca hubiera superado mi miedo a morir.

— Pero tu tratamiento terminó ¿No?

— No, aún no. Sigo tomándolo.

— ¿Entonces aún no te han...?

— ¿Dado un nuevo corazón? No... Aun no hay donante para mí.

— ¿Y qué haces aquí en Domino?

— Viviendo.— respondí sin dudar— Me salí del programa porque no quise pasar mis últimos momentos de vida recostado en una cama o encerrado en un hospital.

— ... ¿A caso ya te dieron...?

— Si. Es cuestión de meses. Y no pienso continuar desperdiciando mi vida en una cama. Quiero vivir de verdad, salir a caminar, mojarme con la lluvia, caerme mientras corro detrás de mi perro... Aunque realmente no tengo un perro pero entiendes mi punto. Además se lo prometí a Yuya. Le dije que viviría cada momento de mi vida al máximo.

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⏰ Última actualización: Jan 16, 2022 ⏰

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