De esas personas

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    -¿Listas?- le pregunta a madre he hija, ambas asienten con la cabeza -Recuerden, no se pongan nerviosas y no tienen que hablar si no quieren, para eso estoy yo aquí. Ustedes no tienen nada que perder, ellos si.

    Les doy las últimas palabras de aliento a las dos antes de entrar a la conciliación con los abogados. Luna y Esperanza están algo nerviosas y sólo quiero que todo salga bien, confío en eso.

    -Por aquí- nos dice una secretaria y nos dirige hasta una sala con una mesa.

     Llegamos y tomamos asiento frente a los hombres con caros trajes y caras largas. Estudié el perfil de estos hombres, el abogado del diablo, debería decir, tienen años de experiencia, representan a los más grandes y muy pocas veces han perdido casos ante un juez.

    Por eso sé que no están dispuestos a llegar a juicio, no se van a arriesgar a tanto, no perderían reputación por algo que ellos consideran centavos.

    -Mis clientas y yo estamos dispuestas a ir hasta la corte si no llegamos a un acuerdo en ésta ocasión, el derecho de la pensión económica es naturalmente para la viuda y los hijos menores de edad, más una compensación de siete mil dólares por las mensualidades no dadas y molestias en el camino.

    Les exijo una vez terminamos con el protocolo y la charla molesta antes de ponernos los guantes y subirnos al ring.

    -¿Cuatro mil dólares?- pregunta uno de ellos -Ese es un precio muy alto, aparte antes de hablar de números. Hablemos de por qué la empresa a la que representamos debería pagarle a sus clientes, señorita Coulson.

     -¿Trabajar por casi quince años en el mismo lugar no es motivo suficiente para cerrar merecedor de una pensión, señor Braham?- pregunto.

    -Claro, pero quién trabaja en esa compañía era el difunto señor Llera, hombre que además no era ciudadano de este país.

    -Pero su hija sí, la señorita Luna Chacón, nació en este país, eso la hace automáticamente la acreedora.

    Luna y Esperanza están sentadas a mi lado calladas y poniendo mucha atención, sé que están un tanto asustadas y probablemente ofendidas por tener que llegar hasta aquí por valer sus derechos.

    -Si, pero quién trabajó con nosotros fue el señor Chacón no su hija.

    -Bien, señores- digo ya cansada, llevamos casi cuarenta minutos discutiendo y ya me estoy hartando de estos imbéciles -, veo que no llegaremos a ningún acuerdo, tendremos que solucionar esto en una corte.

    -Una corte opinará lo mismo, señorita Coulson, no podemos pretender que un inmigrante ilegal se refugie en el país y que actué como ciudadano.

    -¡Bien!- me levanté de la silla, ya no soporto a estos imbéciles, sus calvas y sus insultos xenofobicos -¡Nos vamos!- les digo a las chicas -Veremos que piensan un juez, el jurado y la prensa de que ustedes aplasten los derechos de dos pobre mujeres que vinieron a este país a trabajar. Estoy segura de los periodistas amarán- resalto esa palabra -escribir sobre una empresa millonaria que deja en la calle a una madre y su hija. Y aparte de eso habrán investigaciones y cosas podrían salir a la luz, tal vez cosas como qué esta no sea la primera vez que niegan su pensión a alguien...

    Ellas se levanta totalmente desconcertados con mi decisión, pero igualmente me siguen.

    -Stephany, ¿está segura que esto es buena idea?- me pregunta Esperanza dudosa me mi decisión.

    Caminamos por el pasillo, yo con la cabeza en alto y ellas siguiéndome.

    -¡Esperen!- exclama detrás de nosotras la secretaria, está acelerando el paso para tratar de seguirnos -Esperen unos minutos, aun no han terminado.

Liberty LegacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora