Viaje.

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Tsuna odiaba estar atado, pero tampoco hizo un esfuerzo por liberarse. No es como sí tuviera muchas ganas de esforzarse en estos momentos, y menos sabiendo que Reborn ya estaba considerando el doble entrenamiento desde que intento huir sin éxito, cabe decir. Pero no estaba aceptando que fue demasiado lento, eso sólo llevaría a más entrenamiento de parte de su tutor.

—Alumnos, el tutor del décimo y amigo cercano del noveno Vongola nos ha traído noticias—habló con calma el director intentando ignorar como uno de sus alumnos era atado.

—Un placer verlos—sonrió de lado y jugando con sus patillas—es un honor invitarlos a la sucesión del décimo, que tendrá lugar en Italia.

Las voces se elevaron de un momento a otro, las chicas chillaron esperanzadas olvidándose por un momento que Tsuna era él décimo Vongola y que habían hecho su vida una mierda.

—¿Un viaje a Italia?—preguntó el castaño con la voz apagada.

—El noveno quiere celebrar tu graduación y conocer a tus amigos—él de patillas curiosas se arrepintió de decir lo último.

—No es como sí tuviera muchos...—sus ojos perdieron su alegría natural. Fue un susurro tan bajo que sólo sus guardianes cercanos lo escucharon.

Ya no podía seguir fingiendo, las cosas no dejaban que fuera así. Por lo menos Reborn estaría contento que en los últimos meses de escuela pudiera demostrar su capacidad.
Aceptó en silencio aún cuando todos los miembros de su grupo se sorprendieron ante la noticia e intentaron decir que eran sus amigos.
Asintió pidiendo con la mirada que Leon lo soltara para poder levantarse. Se sacudió la ropa e ignoro deliberadamente la mirada preocupada de sus guardianes.

—¿Algo más?—se levantó en toda su altura ignorando como sus compañero parecían amargados de que se creyera la gran cosa—¿Cuánto tiempo tenemos para el viaje, duración, hora y lugar de encuentro?—declaró ignorando como sus ojos brillaron en un tono ámbar—Hayato.

—Sí, juudaime—se levanto de su asiento y asintió en reconocimiento—¿necesita algo?

—Prepara el avión privado, después de todo Reborn planeaba usarlo—miró hacia su guardián pensando en todos los detalles—usaremos el que nos regalo Cavallone, las limosinas deberían estar listas para usarse. Envía una carta a Enma, en especial a Varia y a Giglio Nero, no necesitamos un malvavisco flotante en la mansión de un momento a otro.

—Me encargaré—se inclino anotando todo en una agenda que la mayoría de personas no tenía idea de donde había obtenido.

—Takeshi, llama a todos los guardianes—pidió mirando hacia al enfrente, sin ver realmente a sus compañeros—Mukuro y Kyoya tienen prohibido la lucha en el avión, en especial en la mansión o harán todo el papeleo que salga de eso—declaró dándose la vuelta para mirar a su tutor.

—Entendido, Tsuna—asintió con la seriedad marcando sus rasgos.

Eso llamo la atención de la mayoría, pero se centraron en Tsuna una vez que comenzó a hablar de nuevo.

—Tienes dos días—declaró sin importarle morir después por su arranque de valentía—ten todo listo en ese tiempo. Será un viaje por la mañana, nos reuniremos en la escuela y tendrás que mantener a los estudiantes tu mismo—presionó su dedo contra el pecho del mayor—con eso me refiero desde etiqueta hasta poder hablar Italiano a la perfección.

Reborn sonrió orgulloso aunque no lo admitirá sólo oculto su sonrisa con su fedora y se inclino despreocupado mientras su fiel mascota subía por su pantalón para poder acomodarse en su sombrero sin problema alguno.

—A sus órdenes, jefe. Encontrará estos últimos meses los mejores de su vida—se burló abiertamente.

Tsuna hizo una mueca e ignoro a todo el mundo a partir de ese momento. Solo se concentró en sus calificaciones y pasar tiempo con sus guardianes que parecían estar pegados como chicle a él.

Dos días después se encontró a las siete y media de la mañana esperando que todos llegarán, sentado leyendo su papeleo mientras Reborn solo se sentaba a mirarlo entretenido como hacía muecas ante los horribles papeles que eran indestructibles, aunque el castaño ignoraba esto gracias a que su espartano tutor se le había escapado desde muy temprano, se atrevía a decir que no pasó la noche en casa.
Gokudera llegó puntualmente como se esperaba y comenzó la organización de todo. Claramente Yamamoto esperaba encontrarse a su amigo relajado, pero sólo lo encontró tirándose del cabello por problemas.

—¿Cuánto nos queda?—preguntó a nadie en especial, cuando Yamamoto le extendió una taza de café—gracias.

Él peliplata miró su reloj con atención antes de tomar con cuidado los penúltimos papeles firmados con atención, la tinta parecía aún no querer sacarse. Podía entender porque el décimo odiaba las plumas fuente.

—Nos quedan cinco minutos—declaró sacudiendo suavemente la hoja para no arruinar el trabajo—los alumnos ya comenzaron a llegar.

Él castaño tarareo en reconocimiento antes de darle un pequeño sorbo a su café y levantar la mirada del pequeño lugar en el que había dispuesto para sentarse usando su propio maletín como mesa para firmar.

—Bien, he terminado—asintió extendiendo su mano para que lo ayudarán a levantarse—¿alguien necesita algo?—preguntó suavemente mientras Ryohei le ayudaba ha regresar sobre sus pies.

—No, boss—la voz de Chrome se escucho al fondo—Mukuro-Sama viene en camino con Hibari-san. Algo de una cita sorpresa.

Tsuna suspiro imaginando se el desastre que sus guardianes crearían por el camino. Pero asintió entendiendo que necesitarían la lucha antes de tener que soportar a sus compañeros de clases por doce horas seguidas.

—¿Y Reborn?—miró por los lados y no encontró a su tutor disponible.

—Reborn-San aviso sobre llevar a Lambo—Gokudera aseguró en tiempo perfecto para empujar a su jefe y amigo hacia el principio de la fila de estudiantes que se había formado mientras platicaban—es hora.

Las limosinas de color negro con el logo de Vongola en dorado comenzaron a alinearse en la entrada de la escuela. Mientras que era empujado hacia la principal, una de color blanco con el emblema de vongola reluciendo en dorado y un tapizado que parecía francamente costoso.

—No me empujes—logró decir mientras sujetaba todos sus papeles y su café—el papeleo.

Y eso detuvo el ritmo de su guardián. Los alumnos comenzaron a quejar de cómo podía hacer eso.

—¡Deberías ser el último!—Mochida grito caminando a grandes pasos hacia él castaño—yo no creo que seas un Vongola, solo eres un dame.

—Me importa en lo más mínimo lo que opines—Hibari respondió apareciendo de la nada—es el décimo jefe de la familia Vongola, ¿quieres qué nos arreglemos herbívoro?—sacó sus tonfas al pasar junto a ellos en una clara amenaza.

Eso sorprendió a todos, menos a Mukuro y Tsuna que estaban acostumbrados al temperamento volátil y al habla profunda del chico cuando algo realmente ya lo había desesperado.

—Kufufufu—Mukuro apareció a un lado riéndose—la oración más larga de alondra-kun—sonrió divertido dándole un suave empujón al azabache—pero tiene razón, vamos Vongola.

—Deja de llamarme así—fue un acto de reflejo cuando Tsuna se dio la vuelta para golpear con fuerza el estómago del ilusionista—es como sí yo te llamara cabeza de piña.

Hibari guardo sus armas al notar como el imbécil y sus secuaces retrocedieron ante su amenaza de morder los hasta la muerte. Prefiriendo detener a su jefe antes de que matara a su pareja.

—Omnívoro, hagamos esto rápido—sentencio alejándose.

Tsuna asintió arrastrando por el peinado a su guardián de la niebla, mientras el resto sólo lo siguió al saber que su mal humor sólo empeoraría después de haber perdido su café al golpear a Mukuro. Y que también se enojaría a un más sí su papeleo fue arruinado.

—Todos empiecen a subir en orden—la voz del maestro encargado retomó la dirección adecuada del asunto.

Reborn es cruel y Tsuna tal vez sólo ya ha tomado parte de eso. Alguien una vez dijo: dime con quien andas y te diré quien eres. Aunque creo que Tsunayoshi es aún peor.

La verdad de Tsuna. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora