En algun lugar del mundo, 2019
El cielo estaba gris y frío, la amenazadora lluvia se anunciaba con los truenos que rompían el silencio del exterior. Contrario al blanco de las paredes del lugar, parecía muy calmado, se escuchaban pasos y algunas risas, había un sutil aroma a café y lavanda, los uniformes azul cielo de los enfermeros hacían todo muy alegre.
Mi madre llenaba la papelería con angustia, había llorado toda la noche.
La cena siempre era igual, una pequeña charla sobre nuestros días, mi hermana pequeña haciéndonos reír y terminamos con una película. Pero por un descuido levanté las mangas de mi suéter para lavar los platos, lo había olvidado, estúpidamente, lo había olvidado.
Mi madre después de verme los brazos tiró varios platos por accidente, o por su sorpresa. Jamás olvidaré su rostro lleno de preguntas mientras las lágrimas caían. Aterrorizada me quitó el suéter por completo, miró con terror las cicatrices de mis brazos y después miró las de mis piernas... Lo demás es historia.
Aún no entendía por qué lo hacía, y ni yo sabía, puedo decir que tengo una vida normal y sana pero mi mente era todo lo contrario.
Una Psicóloga de ése lugar me hizó varías preguntas, una de ellas era si quería suicidarme o fantaseaba con la idea de hacerlo, pero no, y era verdad, yo no quería quitarme la vida, le temía a la muerte, sólo quería ser felíz y no tener miedo a vivir.
Después de éso le dijeron a mi madre que tendría que quedarme a terapia. Tenía miedo.
—Hey, ¡Hope! —saludó efusivamente una paciente sacandome de mis pensamientos, gire a la puerta, entraba un chico sonriendo, una sonrisa tan grande que mostraba todos sus dientes, brillantes, bonitos y él... Era hermoso. Su cabello negro y su piel como porcelana resaltaba en un suéter rojo y unos jeans azul clarito, no podía despegar la mirada de aquel chico que saluda a todos a su paso, las enfermeras le preguntan por el clima y todas parecían coquetear.
Me mira.
Mi respiración era agitada, me dieron unas enormes ganas de sonreír o llorar, ¿que pasaba?—
—Listo —dice mi madre poniéndose en frente de mi, busque al chico pero ya no estaba— no necesitas nada de pertenencias, aquí te... Aquí te darán todo —no podía ni mirarme a los ojos, yo haría lo mismo si estuviera en su lugar—los fines de semana te visitaremos, espero te sirva de algo —se veía molesta, preocupada, decepcionada— hija... —antes de decir algo más soltó en llanto. Yo seguía sentada viendo a los pacientes y enfermeros ir y venir, sin prestarnos atención, de seguro ya era algo muy común para ellos—
—mamá...
—quiero lo mejor para ti, haz un esfuerzo para salir de aquí lo antes posible
—créeme que me esfuerzo todos los días —me levanta y me da un abrazo lleno de esperanza. No dijo nada más y se fué—
—Hola, bienvenida —saluda una enfermera muy amable— Soy Irina, aquí es un lugar muy bonito para recuperarte
—es un psiquiátrico...
—es una clínica de retiro y sanación
—suena bonito, si no fuera por los enfermeros y los antidepresivos...
—ven, voy a mostrarte tu hogar temporal —aún con mis comentarios algo despectivos no dejaba de sonreir amable. Comenzamos a caminar por el lugar. Estaba la sala de espera en dónde estuve, una fila de sillas blancas, izquierda y derecha. La recepción la atendía una señora de cabello rizado que te recibía con una amable sonrisa, de lado izquierdo una pequeña puerta de dónde venía el olor a café, supongo que era su comedor, de lado derecho otra sala pero con sofás cómodos y libros para los pacientes con una enorme y linda vista al jardín. En medio de la recepción y la sala, un pasillo ancho y largo dónde estaban algunas oficinas, consultorios y enfermería, al topar a la pared había un enorme corcho con el itinerario del mes. Cada día había una actividad, de mañana a noche. No voy a mentir que me sentí intrigada por todas las actividades. De lado derecho estaba el comedor, era grande y olía muy bien. Más adelante aulas dónde daban diferentes talleres, de Arte, Música y Lectura.
En el Aula de Arte estaba aquel chico asiático con un paciente alentándolo a pintar. En su muñeca tenía un enorme reloj negro, sus venas azules resaltaban, apretaba la silla haciéndo que sus músculos se tensaran, su perfil perfecto... Y esa sonrisa que aún tenía; la mayor continúa caminando y seguimos con el recorrido. De lado izquierdo del pasillo estaba el baño y los dormitorios, los baños. Al final del pasillo unas escaleras que conducían al segundo piso, el edificio era de tres— A-5, aquí es tú habitación, te traeremos ropa cómoda, y te llevaremos a la hora de comida... Cualquier cosa no dudes en decírmelo o mis compañeros, por hoy a terminado mi turno —no supe que decir sólo sonríe falsamente— te dejo para que te acomodes, te familiarices y ya viene mi reemplazo —sale diciendo adiós con la mano a lo que yo la imito, tal vez si era un lugar de retiro, si fuera un psiquiátrico estarían dos enormes enfermeros atamdome a la cama, o sólo era yo mirando demasiadas películas.
La habitación no estaba nada mal, habían otras dos camas. No sabía las reglas, sólo me quitaron mi celular, estaba prohibido.
Me siento en mi nueva cama y comienzo a llorar. Lloraba de vergüenza, decepción de mi misma, ¿por qué no podía dejar de sentirme así?, sólo le traje más problemas a mi madre—
—Hola —entra aquel chico, me limpio las lágrimas rápido pero era evidente que había llorado, ya traía su uniforme puesto y ¡Dios Santo!, era mejor de lo que imaginé— soy Jung Hoseok... Te traje ropa y zapatillas cómodas, aquí le dicen pijama —dice animado yo no dije nada sólo asenti y las tomé— es por seguridad, es tela de algodón y no puede dañar a nadie... Puedes cambiarte en el baño del pasillo, me das tu ropa y te llevo al comedor, ¿está bien? —estaba demasiado cerca, no era incómodo, pero me ponía nerviosa— sé que es difícil el primer día —pone su mano en mi hombro y siento electricidad correr por mi cuerpo— pero con los días verás que es divertido
—ver paredes blancas ha de ser muy divertido —dije sarcástica y él sonríe más—
—los talleres lo son, cuándo hay un cumpleaños lo festejamos, y una vez a la semana hay noche de cine, apuntaras tu película favorita y la veremos cuándo llegue tu turno
—¿puede ser una porno? —Hoseok comenzo a reír, su risa era tierna, tanto que casí me hace sonreír—
—no te gustará verlos alterados —muerde sus labios mientras miraba detalladamente mi rostro, verlo me sonrojaba— vamos —me abre la puerta gentilmente y caminamos al baño. Me sonríe y yo entro. Era muy grande el lugar, lo mejor era que las regaderas eran privadas.—
Al salir le doy mis cosas, él las toma tranquilo, caminamos a las oficinas cerca de recepción, entra a dejar mis cosas mientras yo miraba la puerta principal, la lluvia ya azotaba al vidrio de la puerta y ventanas, al igual que las enormes del jardín.
—¿Te gustan los días lluviosos? —su suave voz me hacía estremecer, era algo extraño—
—si —respondí tímida. Caminamos algo lento por el pasillo—
—prefiero los días soleados —retoma la conversación— buenas tardes —saluda a un par de señoras que iban a los sofás seguramente a mirar la lluvia—
—Hope... Hijo —saludaron con mucha alegría. Se veía muy jóven, me daba curiosidad su edad, y todo de él en realidad—
—¿cuantos años tienes? —sonríe y me mira—
—veintisiete, ¿y tú?
—veintitrés
—¿tienes miedo? —preguntó serio mientras llegamos al comedor, algunos pacientes ya terminaban su comida—
—la verdad... no, tengo algo de vergüenza, no sé por qué hago las cosas que hago... —me sonroje un poco, su mirada y su sonrisa eran muy bonitas, sentías una calma increíble cuándo lo miraba, cómo si esa sonrisa me dijera que todo iba a estar bien. Me llevó a una mesa dónde estaban dos chicas y una señora—
—¡Oye! —me dice la señora — ¿que haces con mi novio? —al escuchar eso el pelinegro comienza a reír— ten cuidado he...
—Dina... ¿Que hemos hablado de las amenazas? —la señora se sonroja— ella es nueva, está en su habitación, Dina y Nicole —Nicole era una chica pelinegra y pequeña, callada, se veía muy tímida, al contrario de la señora Dina, muy extrovertida— y ella es Jen
—bienvenida —dice amable— ahora no tengo compañeras, así que me sientan aquí, no debemos comer sólos —era una peliroja muy sonriente—
—espero que la traten bien, recuerden que...
—¡debemos ser amables! —dice cada una a su manera menos Nicole. Una fastidiada y la otra feliz y enérgica—
—bien, cómo ya sirvieron la comida te traere la tuya, pero cada día debes de tomar una charola —apunta a una mesa que estaba vacía— y después hacer fila dónde habrá un buffet y nuestras cocineras te atenderán, amarás la comida de aquí, ya vuelvo
—¿es guapo he? —pregunta Jen en cuanto se fué el chico, miré a Dina con temor, no quería problemas— ha vamos, no le hagas caso a Dina, podría ser la madre de Hope —Nicole ríe bajito. No dejaba de ver su comida—
—¡oye! —se queja Dina—
—¿se llama Hope? A mi me dijo...
—no, es el apodo que le pusieron aquí —llega el mencionado, deja mi comida—
—provecho señoritas —las tres se sonrojan—
—¡es tan guapo! —dice la señora cómo una adolescente. En mi charola había arroz, pollo, brócoli, un flan y agua de fresa— ¿por qué estás aquí?
—¡Dina! ¡Eso no se pregunta! —se queja la peliroja—
—todos estámos locos aquí, por éso estámos encerrados, la calladita tiene trastorno de ansiedad social —la chica no levantaba la mirada— tenía que exponer en su clase y le dió tanto miedo que ¡bum! —me asusta— ataque de pánico, y aquí está, y la peliroja, ella tiene déficit de atención, hizo explotar su trabajo —comienza a reír— fué lo más tonto que he escuchado
—cállate, tú tienes Bipolaridad, es peor —dice ofendida Jen— pero es cierto, soy distraída, sumale Himperactividad e impulsos —no había dejado de mover las piernas nerviosa desde que había llegado, así cómo me ponía cuándo estaba nerviosa y me temblaba la pierna, pero ella lo hacía por que no podía estar quieta—
—¿entonces? —pregunta la pelinegra—
—depresión, supongo —por suerte la pijama era una blusa de manga larga y unos pants, eran muy cómodos, así que mis cicatrices no serían vistas—
—tal vez es una psicópata
—tú lo eres Dina, deja a la chica en paz... ¿Te comeras ésto? —estira la mano para tomar mi postre y tira mi bebida encima y con la pijama rosa pálido parecía una escena sangrienta, una chica al ver la mancha en mi pecho y estómago comienza a gritar aterrada, alterando a los demás—
—genial Jen, asustaste a la traumada —la chica era rubia y muy delgada, temblaba gritando, unas enfermeras que estaban cuidando corren a ella para calmarla, pero parecía imposible. Entra Hope alarmado—
—¿estas bien? —me pregunta preocupado, asiento— Bri... Tranquila, es agua —se acerca lentamente— respira
—¡se va a morir! Ella, ¡va a morir!
—tiene estrés postraumático —susurra Dina— vió cómo su padre asesinaba a su mamá cuándo era niña
—pobrecita —dice con pena Jen y Nicole tapaba sus oídos. Los enfermeros calmaban a todos los demás. Me sentí mal por ella, no dejaba de mirarme y gritar—
—ven, vamos a cambiarte —dice una enfermera y me lleva, miré hacía atrás y estába el pelinegro abrazando a la chica mientras la ayudaba a respirar—
—¿ella estará bien? —pregunté a punto de llorar, los gritos eran desgarradores—
—sí, no te preocupes—.
ESTÁS LEYENDO
🦋BTS One Shot/One story🦋 +18
Short Story🦋Bienvenidx, aquí encontrarás 7 relatos/historias/one shots, que envuelven a los chicos de BTS como protagonistas, tomando sus hermosos físicos, nombres y un poco sus personalidades, (pueden cambiar, igual la edad). Con temas diversos🦋 ⚠Advertenci...