Capítulo 7

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Darian se encontraba almorzando en el restaurante del Hotel Hongo, donde se estaba hospedando. Nahel bebió un poco de vino y suspiró.

–Debes darle tiempo–le aconsejó–sabemos cómo es.

–Yo entiendo...–se detuvo–Bueno, no entiendo, pero sé que esa enfermedad se puede curar.

–Darian, yo creo que es mejor que viva aquí. En nuestro país su enfermedad es castigada con la muerte.

–¿Estás sugiriendo que lo deje aquí para que pueda practicar todas esas depravaciones?

–Sabemos que él no se quiere curar.

–No tiene otra opción.

En ese momento las personas comenzaron a levantarse y a murmurar alto.

–¿Qué sucede?–preguntó Nahel.

–No lo sé.

En ese momento vio a una René Roberts desaliñada. Era la primera vez que la reparaba.

Su cabello rizado estaba suelto y por lo que pudo ver, le llegaba hasta las caderas.

"Si fuese mi esposa, la azotaría por mostrar el cabello público. Solo yo debo verlo" pensó y de inmediato lo desechó.

Sus profundas ojeras, que no se las había visto en la reunión, la hacían lucir atractiva. Su expresión facial era de enojo y desconcierto.

Ambos cruzaron miradas y el alzó las cejas. Las mujeres occidentales siempre le habían parecido atractivas, pero detestaba que los hombres no tuvieran control de ellas. Nunca había deseado tanto domar a una mujer.

René tomó la botella que llevaba un mesero en su bandeja y la partió por la mitad, dio dos zancadas y se la colocó en el cuello. Nahel de inmediato se puso de pie.

–Señorita Roberts ¿Qué está haciendo?–le preguntó.

Ella lo ignoró y lo miraba fijamente.

–Eres escoria–le susurró–no pudiste soportar que Shar iniciara una nueva vida ¿No es así?

–¿De qué está hablando? ¿Por qué no baja eso?

En ese momento llegó la seguridad del hotel y Darian le hizo señas para que no interfirieran.

René bajó la botella–No sé cómo manejan el secuestro en su país, pero aquí se castiga con la cárcel.

–Le repito, no sé de qué está hablando.

Ella lo tomó por la camisa.

–¡A su hermano lo golpearon y lo secuestraron en frente de mis narices!

Darian se puso de pie lentamente y miró a Nahel.

–¿Me vas a decir que no tienes idea de esto?

Su amigo sacó la Tablet del maletín y se dispuso a dar con la localización de Sharaman.

–¿Dónde está?–preguntó Darian.

Le dio zoom donde indicaba el GPS y abrió los ojos.

–Está saliendo del país.

Cerró los ojos y los abrió con fuerza.

–Vamos.

Tomó a René por el brazo y la condujo hacia la entrada del hotel.

–Oye suéltame ¿A dónde me llevas?

Él no le respondió y abrió la puerta trasera de la camioneta.

Capricho De MaracuyáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora