Capítulo 8

473 126 25
                                    

Darian estaba consciente que haber traído a esa problemática mujer no era una buena idea. Ambos habían bajado del jet y la estaban esperando.

–¡Señorita Robert! ¡Se nos hace tarde!–le gritó Nahel.

–¡No pienso salir con esto!

Ella bajó las escaleras con un vestido manga larga que le llegaba hasta el tobillo, un pantalón del mismo estampado lila. En su cabeza llevaba un velo color menta y unos lentes de sol.

–Es la primera vez que la veo lucir algo tan decente señorita Roberts–le dijo Darian.

–¿En serio las mujeres salen con esto a la calle? Oh Por Dios ¡Que calor! No puedo sostenerme esta cosa en la cabeza, por eso utilizo los lentes.

Nahel se acercó a Darian.

–Me encargaré de su ingreso al país, pueden ir yendo a tu casa–le aconsejó.

–Bien.

Una camioneta negra se estacionó frente a ellos.

–Señorita Roberts–la llamó.

–¡Por Allah! Llámame René.

Él le abrió la puerta–No te burles de nuestro Dios.

–Entonces llámame René, Darian.

Esta entró y él cerró la puerta. Se sentó en el asiento copiloto.

–Es importante que seas consciente que eres una mujer extranjera, que no tienes que cumplir todas las leyes que se imponen a las mujeres, pero no vales más que un hombre.

René se echó a reír–Bésame el culo. Más le vale a tu padre que no le haya hecho nada a Shar o se las verá conmigo.

–¿Nunca usas ese cerebro tuyo? ¿Acaso no eres consiente que estás en un país muy distinto al tuyo?

–Entonces ¿Cuál es tu maldito plan?

–Iremos a mi casa, tratarás de convencer a Sharaman de que se cure y luego volverás a los Estados Unidos.

–¿De qué se cure?

–Debe operarse.

–¡Por supuesto que no! Él no desea eso y si como hermano será la única ayuda que le darás, mejor no hagas nada.

–Entonces me imagino que tienes una mejor idea.

Ella se quedó en silencio.

René miraba por la ventana y no podía creer que un país tan problemático fuera tan colorido. Nunca estuvo entre sus planes venir. Miró a las mujeres caminar con el Hiyab, algunas con el chador, varias maquilladas y con la rinoplastia.

–Irán tiene mucho que ofrecerte–comentó Darian.

–¿Cómo qué?

Él lo pensó un momento–La poesía iraní es la mejor. Tenemos excelentes poetas.

Ella alzó las cejas, pero no dijo nada. De repente la camioneta entró a una fortaleza de unos cinco pisos. Era de mármol y tenía una gran piscina en la entrada; nunca había visto una piscina de ese tamaño. Un gran jardín se extendía ante ellos.

–¿Dónde estamos?–se atrevió a preguntar.

–¿No es obvio? En mi casa.

Darian le abrió la puerta.

–Vaya ¿Y por qué tanto interés en los hoteles Prince? Tu familia muy fácilmente puede construir su propia cadena.

–A mí padre le gusta todo lo que ya esté empezado para así poderle sacarle potencial, así funciona Zuhair Group.

Capricho De MaracuyáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora