Primera parte

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Una temporada en el infierno
Creo que estoy en el infierno, por lo tanto, lo soy. -Arthur Rimbaud
1 . Flecha de Valentine
-¿Sigues enojado?
Alec, estaba apoyado contra la pared de la ascensor, vigilando desde allí todo el pequeño
espacio que había hasta Jace
-No estoy enfadado.
-Oh, sí que lo estás.- Jace hizo un gesto acusatorio a su hermano de batalla,
y un latido el dolor se extendió sobre su brazo. Cada parte de él estaba herido por los
golpes que había recibido esa misma tarde, cuando había caído de tres plantas a través
de un suelo de madera que se había podrido junto con un montón de chatarra. Incluso
tenia sus dedos magullados.
Alec, que acababa de dejar de usar las muletas que había tenido que utilizar después de
su lucha con Abbadon, no le hizo sentir mucho mejor a Jace. Sus ropas estaban
cubiertas de barro y su cabello largo estaba en sudorosas tiras.
Hubo un largo enrojecimiento en la parte de sus mejilla.
-No lo estoy-, dijo Alec, a través de sus dientes. -Sólo porque hayas dicho que los
dragones demonios se extinguieron.-Dije que la mayoría se extinguieron. - apuntó Alec
con un dedo de la mano hacía él.- Mayormente extintas - dijo, su voz temblando de
furia,- no SUFICIENTEMENTE Extintas.
Ya veo -, dijo Jace.- Voy a tener que cambiar la inscripción en el libro de texto de
demonología 'casi extinguida' a 'no suficientemente para Alec extinguido. Prefiere su
monstruos realmente extinguidos.
Te hace eso feliz?
Chicos, chicos -, dijo Isabelle, que había sido el examen de su cara en el ascensor de la
pared de espejos.
- Nada de luchar-. Ella se apartó de la copa con una sonrisa de sol. -Muy bien, fue un
poco más de acción de lo que nos esperábamos, pero pienso que igualmente fue
divertido.
Alec la miró y sacudió la cabeza.
-¿Cómo lo haces para nunca mancharte de barro?.
Isabelle se encogió de hombros filosóficamente.
-Soy pura de corazón. Eso repele la suciedad.
Jace rió en voz alta por lo que le convirtió en una tristeza. Él
derramó con sus dedos barro sobre ella. Sus uñas estaban de un negro
profundo.
-Suicia por dentro y por fuera.- Isabelle estaba a punto de responder
cuando el ascensor llegó a un punto muerto con un sonido de chirriar de
frenar.
-Ha llegado la hora de conseguir esta cosa fija-, dijo, extrayendo la
puerta abierta. Jace la siguió tras su entradas en la, ya
Jace siguió su salida del ascensor, esperando con ansias desprenderse de sus armaduras
y armas, y tomar una ducha caliente. Había sido convencido por ellos para acompañarlo
de caza con él, a pesar de que ninguno de ellos se sentían
totalmente cómodos para salir por su propia cuenta ahora que no estaba Hodge
para darles instrucciones.
Pero Jace había querido olvidar los combates, lo duro de matar a la desviación, y la
distracción de las lesiones. Y sabiendo lo que quería, había aceptado ido ir con ellos,
rastrear a través de los túneles del metro sucio y desierto hasta que habían encontrado al
demonio Dragonidae y lo mataron. Los tres habían trabajado juntos perfecta sintonía, de la misma forma que siempre fue.
Se desabrochó su chaqueta y la arrojó a uno de los percheros colgados en la pared. Alec
estaba sentado en el banco de madera bajo
junto a él, lanzando sus botas cubiertas de estiércol. Fue tarareando
discordantemente bajo su aliento, Jace dejó ver que no le era molesto.
Isabelle fue tirando las horquillas de su largo cabello oscuro.
-Ahora tengo hambre,- dijo. -Quisiera que mamá estuviera aquí para cocinar algo.
Mejor que ella no -, dijo Jace, desprendiéndose de su cinturón de armas.- Ya habría
estado chillando acerca de las alfombras.
Acerca de eso tienes razón.- dijo una voz fresca.
Jace osciló a su alrededor, aún con sus manos en su cinturón,y vio a Maryse Lightwood,
de brazos cruzados, al pie del
umbral. Vestía traje negro rigido de viaje y su pelo, negro como Isabelle's, se señaló de
nuevo en una gruesa cuerda que colgaba hasta la mitad de su espalda. Sus ojos, de un
azul glacial, barrió a los tres como si trata de un foco de luz.
-¡Mamá!- Isabelle, recuperó su compostura y corrió a
su madre para abrazarla.
Alec llegó a sus pies y se unió a ellas, tratando de ocultar el hecho de que todavía era
cojo.
Jace se quedó donde estaba. Ha habido algo en los ojos de Maryse ,en su
mirada helada habiéndose detenido más tiempo observándolo a él. ¿Realmente había
dicho algo tan malo? El siempre se pasaba todo el tiempo bromeando por su obsesión
con la alfombras antiguas.
-¿Dónde está papá?- podió saber Isabelle retrocediendo de su madre. -¿Y Max?- Hubo
una pausa casi
imperceptible. Maryse habló entonces.
- Max está en su cuarto. Y tu padre, por desgracia, todavía está en Alicante. Hubo
algunas actividad en la que se requería su atención. -Alec, generalmente más
sensibles a los estados de ánimo de su hermana, parecía vacilar.
-¿Es algo malo?-
-Yo que tu podría pedir. - El tono de su madre era seco.- ¿Estas cojeando?.
Alec es un terrible mentiroso. Asi que Isabelle mintió por él sin problemas:
-Tuvimos un encuentro con un demonio Dragonidae en los túneles del metro.
Pero no fue nada.
-¿Y supongo que Gran Demonio con el que lucharon la semana pasada, tampoco fue
demasiado? - Incluso Isabelle fue silenciada.
Ella miró aguardando a Jace. -Eso no fue algo previsto.- Jace
tenía dificultad para concentrarse. Maryse él no lo había saludado todavía,
no tanto como decir un hola, y ella todavía estaba observándolo a él
con los ojos azules como puñales. Había un sentimiento en el hueco vacío de su
estómago que estaba empezando a extenderse. Ella nunca lo había mirado esa manera.
No importaba lo que él hubiera hecho, jamás le había mirado de aquel modo.
-Fue un error.
-Jace.- Max, el más joven de los Lightwood, aceleró su camino ,eludiendo a su madre. -
Has regresado! Has regresado!.-Se dio vuelta en una
círculo, para ver sonreír y Alec Isabelle triunfalmente. -Pensé que
oído el ascensor. -
-Y yo pensé que te dije de permanecieras en tu habitación -, dijo Maryse.
-Yo no recuerdo eso-, dijo Max, con una seriedad que incluso Alec sonrió.
Max parecía pequeño para su edad - tenía alrededor de siete, pero había algo en él
equipo que,combinado con su gafas enormes gafas, le daba un aire de alguien mayor.
Alec agitó el pelo rizado de su hermano, pero Max
Se seguía mirando a Jace,con sus ojos brillando. Jace sintió que fue menguando el frío
puño de su estómago a fin de relajarse un poco a poco.
Max ha siempre le adoraba como un héroe- de un modo que su propio hermano no le
procesaba ese culto de hermano mayor, probablemente porque Jace era mucho más
tolerante a la presencia de Max.
-Oí que lucharon contra un Gran Demonio-, dijo. -¿Fue impresionante?.
-Es diferente ...-, Jace cubierta. -¿Cómo te fue en Alicante? "
-Es impresionante. Vimos el mejor material. Hay un enorme arsenal en Alicante y me
llevaron a ver algunos de los lugares donde se hacen las armas. Ellos me mostraron una
nueva forma de hacer Seraph palas demasiado, por lo que duran más, y voy a tratar de
obtener algunas para mostrarle a Hodge.- Jace no podía ayudarle; sus ojos se posaron
instantáneamente en Maryse, con una expresión incrédula. ¿Así que Max no conconocía
lo de Hodge? ¿No le dijo nada a él? Maryse le miró y vió a en sus labios una diluya en
una línea.
-Ya es suficiente, Max.-Ella tomó a su hijo menor por el brazo. Él giró su cabeza para
mirar hacia arriba hacía ella con sorpresa.
- Pero yo estoy hablando con Jace.
-Puedo verlo.
Su madre lo empujó suavemente hacia Isabelle.
-Isabelle, Alec, lleva a tu hermano a su habitación. Jace, - existe una opresión en su
voz
cuando ella menciona su nombre, como si invisibles ácido secos en las sílabas en su
boca -te limpiaron y me en la biblioteca tan pronto como pueda .
-No lo entiendo-, dijo Alec, en busca de su madre a Jace, y viceversa. -¿Qué esta
pasando?.
Jace empezaba a sentir un sudor frío a lo largo de su columna vertebral.
-¿ Es sobre mi padre?-Maryse se contrajo dos veces, como si las palabras "mi
padre " hubieran sido dos bofetadas.
-La biblioteca -, dijo, a través de los dientes.- Discutamos este asunto allí.
Alec preguntó- ¿Qué pasó mientras no se habían ido Jace la culpa. Nos
estaban todos en el mismo. Y Hodge dijo-"
-Vamos a discutir y posteriormente Hodge.- Maryse se encontraban en los ojos de Max,
su tono de advertencia.
-Pero, mamá-, protestó Isabelle. -Si vas a castigar a Jace, debes castigarnos a nosotrostambién. Es sólo justo. Nosotros hicimos exactamente lo mismo que él.
-No, -dijo Maryse, después de una pausa tan larga que Jace pensaba que tal vez no fuera

cazadores de sombras Ciudad de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora