三数 • tres

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jiin



don't you ever tame your demons,
but always keep em on a leash.


No más de dos horas habrían transcurrido desde que las puertas del ascensor se cerraron, ascendiendo a la pareja hacia una habitación que terminaron cambiando por otra un piso arriba.

La atmósfera era oscura, pues la única fuente lumínica provenía de los gigantes ventanales de la última suite del recién inaugurado hotel.

Al principio, el de cabellos rosados habría elegido otra habitación para estrenarla en una placentera noche con su prometida, pero corrió con la suerte de que la más alta estaba disponible, y decidió dejar la de un piso abajo para otra pareja.

En esos instantes, se veía consumido por un gozo embriagante, recostado boca arriba sobre el amplio colchón con aquella belleza de largo cabello blanco sobre él.

Saori le cabalgaba como ninguna otra mujer había logrado hacerlo. A pesar de haber sido él su primero, la joven de preciosos orbes se permitió ser instruida para su exclusivo deleite carnal, aprendiendo cómo complacerle a él y únicamente a él.

Sus uñas cubiertas de impecable esmalte violeta se enterraban en la piel de las caderas de la mujer sobre él. A pesar de no ser muy anchas, al encontrarse sobre su pelvis su figura resaltaba con elegantes curvas que le hacían ver cual mujer cisne navegando entre las ajetreadas aguas de un río furioso.

La joven Gojō, con su larga melena esparcida por su torso y su frente cubierta por una delgada capa de transpiración, se encargaba de moverse sobre el tatuado; con ojos cerrados, frente en alto y sus manos delgadas sobre sus propios hombros, sabía que su única forma de sentir placer era no verle a la cara, sólo así podría pretender un poco que lo estaba disfrutando gracias a él.

—Mierda... —murmuró la fémina, acelerando el vaivén de sus caderas al sentir su clímax aproximarse.

No podía negar que por muy desgraciado que ese hombre fuera, no dejaba de tener un cuerpo privilegiado. Su ser le causaba repulsión, más no su físico. Y si se casaría con él, por lo menos al principio tendría que empeñarse por hallar algún aspecto positivo sobre su persona.

—¿Te gusta lo que hago, muñeca? —cuestionó este en búsqueda de alimentar su ego, recorriendo con una brusca caricia su mano derecha hacia el pecho de la contraria, gruñendo profundamente al sentirla estrecharse contra su rígida longitud.

Saori suspiró, inspirando hondo como acto posterior, intentando esconder entre su cabello el sonrojo en su rostro, así como toda su expresión de placer. —Me gusta... lo que yo hago... —respondió entre un gemido casi silencioso, provocado por el sentir de sus temblorosos muslos.

La expresión del de cutis tatuado no tardó en presentarse como agresivamente confundida. Alzó una ceja y se incorporó de una abdominal sobre la cama, manteniendo el cuerpo de su prometida firme sobre el suyo pero deteniéndolos a ambos abruptamente. La miró directamente a los ojos, procurando ignorar el deleite que provocaba el observarla completamente ruborizada y complacida. Su coraje era más grande en ese momento.

way down we go ⋆ jujutsu kaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora