一番 • uno

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hana



mama sold me for a candy,
i was ruined from the start


Un suspiro fue expulsado de aquellos carnosos labios cubiertos con brillo labial, siendo lamidos posteriormente en la intención de retirar cualquier rastro blanquecino de partículas que hubiesen podido permanecer adheridas a su maquillaje.

La joven de orbes bicolor observó su propio reflejo en el espejo, sonriendo abstraída ante su propia imagen con las pupilas dilatadas.

El estridente sonido de la puerta abriéndose la sobresaltó ligeramente, sacándola de su trance al divisar a través del reflejo a su superior adentrarse en el camerino.

—El jefe dice que necesitan meseras para el evento de esta noche. —mencionó el gran hombre de cabello atado. Colocó sobre el perchero de la puerta un traje, y volvió a verla. —Salimos en veinte. —agregó, viéndola con más atención y dirigiendo también su mirada a la mesita, donde aún restaba una línea por ser aspirada. —¿Le estás robando al jefe?

La de melena caramelo abrió los ojos con sorpresa, negando frenéticamente con la cabeza y manos. —¡Dios, no! —exclamó ofendida. —Me lo ha obsequiado la señorita Mei. —dijo por automático, pues esa era la verdad. —¿Quieres, Aoi? —ofreció con simpatía, haciéndose a un lado e invitándole a aspirar su última línea.

El varón sólo sonrió y negó con la cabeza, saliendo de la habitación mientras respondía. —Arréglate rápido, niña.

Cuando la puerta se cerró, Hana avanzó hacia el traje colgado en el pequeño perchero. Observó las mangas de apariencia abultada, el corset con diseños de naipes en negro con blanco, y la corta falda de volantes.

Como si fuese una acción mecánica, se colocó todo, la blusa descubría sus hombros así que colocó iluminador para resaltar su piel; después, tomó unas medias largas de red, un par de botas de plataforma y ajustó el corset hasta que cada curva de su joven figura destacaba entre las prendas. Finalmente, deshizo ambas trenzas de su cabello, dejando que las delicadas hondas cayeran hasta su cintura.

Antes de salir a paso apresurado del camerino, observó por última vez su reflejo en el espejo, sonriendo satisfecha ante aquello que le daba de comer: su imagen.

Segundos después se hallaba esperando en silencio a retirarse del recinto donde residía con sus compañeras, no obstante, sus ojos escarlata y marrón se movieron inquietos cuando la alta figura que se adentró en la habitación captó –como siempre– su completa atención.

Satoru Gojō pasó frente a ella y sus compañeras sin si quiera voltearlas a ver, y detrás de él, una mujer trenzada melena celeste se detuvo frente a ella.

MeiMei le sonrió, colocando un sombrero de copa sobre su cabeza. —Ten cuidado, y avísame si algo te pasa.

—Claro. —respondió Hana, devolviendo la sonrisa con un inconsciente sonrojo de pura discreta euforia auto provocada.

La mujer avanzó lejos de ella. Después, todas subieron al autobús que las transportaría al hotel.

Con la frente apoyada en la ventana, su mente viajera lejos de su cuerpo, y su corazón vulnerable, la jovencita manifestó un ataque de nostalgia que bombardeó su cabeza involuntaria y despiadadamente. Eso significaba que los efectos de la raya de cocaína que había aspirado no fueron muy duraderos, o quizás se trataba de un nuevo efecto secundario.

way down we go ⋆ jujutsu kaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora